POR Pablo Cerezal
Refinería de Arabia Saudí. EXPANSIÓN
Riad prevé cerrar 2015 con un déficit cercano al 15% del PIB. Para reducir esta brecha, estudia introducir un impuesto al consumo del 5% y subidas de la gasolina. Además, anuncia una ola de privatizaciones.
La caída de los ingresos petroleros está asfixiando a Arabia Saudí, que se ha visto obligada a introducir un drástico programa de recortes y subidas de impuestos. Riad prevé cerrar el año con un déficit cercano al 15% del PIB, casi la mitad de los ingresos públicos anuales. Para reducirlo, estudia introducir el IVA, con un tipo al 5%. Además ya ha anunciado su intención de reducir el presupuesto en 135.000 millones de riales (unos 33.000 millones de euros), elevar el precio de la gasolina (hasta ahora fuertemente subsidiada) cerca de un 50%, aumentar el coste de la electricidad e iniciar una oleada de privatizaciones de empresas y sectores estatales.
Con un fondo de cerca de 750.000 millones de dólares hace sólo un año, la monarquía islámica, que era uno de los países petroleros mejor posicionados para hacer frente al desplome del crudo. Incluso a principios de este mes, en la última reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Riad se mostró despreocupada por la nueva era de precios bajos y la veía como una fase necesaria para expulsar del mercado a los productores alternativos, como el fracking en EEUU.
Sin embargo, las cosas están cambiando en las últimas semanas, dado que el precio del petróleo se ha desplomado hasta niveles que no se veían desde 2004, llegando a tocar los 36 dólares por barril de Brent, de referencia en los mercados internacionales. Además, los principales centros de previsión pronostican que la cotización del crudo se mantendría en niveles bajos hasta final de década. La Agencia Internacional de la Energía, por ejemplo, señalaba en noviembre que no se recuperarían los niveles de 80 dólares por barril hasta 2020, pero los mercados apuntan mucho más bajo: los futuros de diciembre de ese año cotizan a 56,7 dólares.
Si estos pronósticos se hicieran realidad, y si Riad no aplicara ajustes presupuestarios, el Reino Saudí habría agotado sus fondos en un plazo de 5 años, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Este previsible agotamiento del margen había llevado a que la agencia de ráting Standard & Poor's rebajara la nota de la deuda de Arabia Saudí un escalón en octubre, de AA- a A+, manteniéndola en perspectiva negativa.
Los ajustes
Por todo ello, el ministro saudí de Finanzas, Ibrahim al Asaf, anunció ayer, en una entrevista con el diario financiero Al Iqtisadiya, que Riad estudia aplicar un impuesto sobre el valor añadido (IVA) del 5%, así como subir las tasas de algunos productos, como los carburantes o las bebidas no alcohólicas, para paliar el déficit público. El Ejecutivo espera que la introducción de las medidas genere una fuerte controversia por dos motivos. Por un lado, porque unos impuestos abusivos podrían ser contrarios a la Ley Islámica de la que la monarquía saudí es uno de los principales baluartes; por otro, porque el país se había acostumbrado a depender de los ingresos petroleros, que habían llegado a suponer en 2014 el 80% de todo el dinero que entraba al Erario de Arabia Saudí. Para reducir la oposición a estos cambios, Al Asaf señaló que el nuevo impuesto se introduciría lo largo de dos años.
Por otra parte, la Hacienda saudí cargará las tintas sobre el consumo de carburantes, electricidad y bebidas no alcohólicas, bien sea a través de la reducción de ayudas o con mayores impuestos. La gasolina, que hasta ahora había estado fuertemente subsidiada, se encarecerá cerca de un 50%, hasta los 21 céntimos de euro por cada litro en el caso de la de 95 octanos. Con esto no sólo se espera un ahorro por la venta directa a los ciudadanos del país, sino también porque buena parte de los carburantes vendidos en el país se exportaban, de contrabando, a los Estados vecinos. Lo mismo sucederá con la electricidad de uso comercial, industrial y agrario, cuyo precio subirá un 25%. Por último, las autoridades estudian también pretenden introducir impuestos a bebidas no alcohólicas, que oscilará entre el 50% y el 100% del precio. La venta de alcohol está prohibida en el país.
Además, el país también recortará los salarios de los funcionarios y revisará las ayudas a la compra de agua. Con todo ello, el Gobierno prevé recortar el gasto en unos 135.000 millones de riales (unos 33.000 millones de euros). Pese a todo, el continuo declive del petróleo no ayudará a cerrar la brecha fiscal. De hecho, a pesar de este ajuste, Riad prevé que el desequilibrio público todavía se sitúe en torno al 13% del PIB en el próximo ejercicio.
Para compensar este déficit, Riad apunta a una "amplia ola de privatizaciones" en empresas públicas, pero también en sectores que hasta ahora han estado controlados por el Estado, aunque no precisó cuáles. Además, también ha anunciado la emisión de nuevos bonos de deuda, con el objetivo de evitar que su fondo soberano se vaya mermando para pagar gastos corrientes. Finalmente, también se están produciendo retrasos y cancelaciones de la obra pública ya anunciada.
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