No todos los inversores en fondos de 'high yield' han salido escaldados en 2015. Algunos han ganado gracias a huir de las emisiones más atractivas y de cualquier cosa que oliera a petróleo
Ser valiente no siempre tiene premio, y en los mercados a veces la cobardía (eufemísticamente prudencia) sale mejor. Es lo que ha ocurrido este año en el mercado de bonos 'high yield' o de alta rentabilidad, conocidos popularmente como bonos basura. Estos activos han protagonizado el mayor descalabro del cierre del año por culpa del cierre de varios fondos especializados. Pero otros vehículos han escapado de la masacre gracias a que se han mantenido fuera de las emisiones más atractiva en rentabilidad (más baratas en precio), a que han mantenido duraciones cortas y a que no han tocado nada de papel emitido por el sector 'apestado', las petroleras.
"Nuestro objetivo es escoger los valores más seguros del mercado", declara Tom Price, gestor de un fondo de 'high yield' en Wells Fargo a 'Bloomberg'. "Queremos ir por detrás de nuestros competidores. Porque cuando el mercado se viene abajo, entonces nos ponemos a la cabeza". Así, el fondo Short-Term High Yield de este banco, que lo había hecho peor que la media en los últimos seis años, es el mejor de los fondos especializados con un patrimonio superior a 1.000 millones de dólares, con una rentabilidad del 2% hasta la semana pasada.
Una cifra que parece exigua pero no si se compara con un sector en pérdidas generalizadas este año. Según la citada agencia financiera, los siguientes fondos en esta lista son el City National Rochdale fixed Income Opportunities Fund, que gana un 1,7% en 2015, y el prudential Short Duration High Yield Income Fund, con una rentabilidad del 0,7%.
Mayor calificación y menor duración
El gestor de Wells Fargo está invertido en deuda que vence dentro de los próximos tres años, y de la mayor calidad crediticia dentro de la categoría de bonos basura, es decir, sólo un escalón por debajo del 'investment grade' (grado de inversión, los bonos corrientes), es decir, BB según la escala de Standard & Poor's. Estos bonos son los que menos intereses pagan dentro del universo de 'high yield': cuanto más baja es la calificación creiticia (es decir, cuanto más riesgo de impago tiene la empresa), mayor es el tipo de interés que le exigen los inversores. Y cuanto mayor es la rentabilidad del bono, más bajo es su precio -se mueven a la inversa-, es decir, más atractivo es en teoría.
Buscar el suelo del petróleo es como coger un cuchillo al vuelo, y esta estrategia ha dejado muchos cadáveres en los fondos este año
Lo mismo ocurre con el plazo: cuanto más largo es el vencimiento de un bono, mayor es el peligro de que la empresa tenga problemas por el camino y no pueda atender sus compromisos; y, por tanto, mayor debe ser el interés que pague para vender su deuda. Por tanto, los bonos con duraciones cortas ofrecen un cupón más reducido, por lo que aportan menos rentabilidad a un fondo... cuando el mercado va bien, claro. En momentos como el actual, son los que salvan al gestor, como en el caso de Wells Fargo.
Comparte esta visión Bruce Simon, director de inversiones de City National Bank (la gestora del segundo fondo más rentable del año). Estar en bonos de la mayor calidad posible es importante para él porque asegura que no está claro si la reciente caída de los bonos basura se debe a una debilidad fundamental o no. A su juicio, el inicio de las subidas de tipos por parte de la Reserva Federal no es una evidencia suficiente de la mejoría de la economía estadounidense, y cree que hay que esperar a que ésta se confirme.
La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen. (Reuters)
Fuera de petroleras y materias primas
Y como siempre que la incertidumbre se cierne sobre el mercado, la reacción natural es la huida hacia la calidad ('flight to quality') y la salida de los sectores más golpeados. En ese sentido, la clave del buen resultado del tercer fondo de la lista, el de Prudential, es mantenerse alejado de la deuda de petroleras y empresas de materias primas. Los bonos de las primeras acumulan una caída del 19%, que sigue a la del 31% del barril de petróleo.
Su gestor, Michael Collins, no piensa volver al sector pese al fuerte rebote del crudo de la semana pasada. Y es que tratar de coger el suelo del petróleo ha sido el famoso 'falling knife' (coger un cuchillo en el aire) este año, que ha dejado grandes heridas en numerosos fondos que han buscado este punto de entrada en cada rebote; en todas esas ocasiones, el barril ha recaído por debajo de los mínimos anteriores.
De cara a 2016, este gestor cree que evitar las empresas más endeudadas y los rating más bajos seguirá siendo una buena estrategia. Y no está solo. Grandes nombres de la inversión como Jeffrey Gundlach, Carl Icahn o Wilbur Ross han advertido de que queda tormenta por delante en el 'high yield' y tampoco observan señales de un giro en el petróleo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario