(OroyFinanzas.com) – El actual sistema mundial liderado en solitario por EE.UU. se está abriendo paso hacía un nuevo sistema multilateral pero, en realidad, esta percepción no es más que una primera etapa de lo que vendrá después: un sistema bipolar de bloques liderados por China y EE.UU.
El mundo parece encaminarse a una transformación global del sistema actualmente imperante y este cambio afectará tanto a la economía como a las finanzas y los mercados, a las instituciones internacionales como a las relaciones entre los estados. Hoy en día, el bloque Tras-Atlántico –con sus alianzas, asociaciones, instituciones y organizaciones- continúa liderando el sistema global y lo hace desde el final de la guerra fría. Pero grandes cambios geopolíticos van a tener lugar en un corto espacio de tiempo. Esta comunidad trasatlántica tratará de conservar su dominio e influencia en los asuntos mundiales pero frente a ellos está emergiendo con fuerza un nuevo bloque, liderado por una China emergente, que poco a poco establece y asienta otras estructuras alternativas, nuevas instituciones y sólidas alianzas que desafiarán el actual orden mundial. El proceso de transformación del sistema es irreversible, y la cuestión es sólo calcular en cuánto tiempo se materializará, si en los próximos 15 años o dentro de 50. Sea cuando fuere asistiéremos a un nuevo orden mundial bipolar.
Por tanto, es muy importante señalar los signos que aparecen respecto a esta nueva bipolaridad del sistema y para ello se requiere entender las estructuras y los procesos complejos que se van entrelazando y no descuidar el pensamiento estratégico de las actuaciones de unos y otros. En un entorno geopolítico sumamente cambiante, con diversos actores presentes, no está demás analizar las metas y la agenda establecida por unos y otros en el devenir de esta nueva transformación.
La primera cuestión importante es analizar las distintas opiniones de distinguidos expertos y estudiosos que parecen malinterpretar la transformación global del sistema a la que estamos asistiendo. La suposición más generalizada es que el mundo se está alejando de un sistema unipolar -liderado por Estados Unidos- para entrar en una nueva fase de multipolaridad. El principal argumento expuesto, para defender esta multipolaridad, es que ninguna nación puede hacer frente a la corriente económica, financiera, comercial o de seguridad por sí mismo y que, por tanto, todas las naciones son actualmente interdependientes en términos de las interacciones globales. En este sentido y para citar algunos ejemplos encontramos diferentes declaraciones que avalan esta suposición. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional-FMI, Christine Lagarde, habla de la aparición de un “nuevo multilateralismo” y la Unión Europea subraya la importancia de un “multilateralismo eficaz”. El presidente de EE.UU., Barack Obama describió recientemente la doctrina estadounidense del multilateralismo en su discurso de política exterior mientras su homólogo en Rusia, Vladimir Putin, defiende “un enfoque de múltiples vectores en la formación de un nuevo sistema poli céntrico de las relaciones internacionales”.
No es multilateralismo sino el primer paso a la bipolaridad para Estados Unidos y China
Es cierto que estamos asistiendo a un multilateralismo en intensa evolución, y que distintos actores regionales están participando en nuevos proyectos de integración. Sólo para dar algunos ejemplos de este incipiente multilateralismo, China y los EE.UU. lideran proyectos de integración económica regional en Asia – por parte china el Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) y el Trans-Pacific Partnership (TPP) por parte estadounidense- y que estos últimos también se encuentran en la actualidad negociando con la Unión Europea un proyecto similar –Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP)-, mientras que Rusia se está centrando en otro proyecto de integración regional llamada la Unión Económica Euroasiática (UEE). Por otra parte, la UE (Unión Europea) también ha decidido ampliar su influencia a través de una asociación con tres vecinos de Europa del Este (Moldavia, Ucrania y Georgia). En consecuencia, las interacciones multilaterales de los actores, en estos primeros pasos, ha creado la impresión errónea de que el sistema global se dirige hacia la multipolaridad, donde cada participante tiene un hueco en los asuntos mundiales.
Sin embargo, estas actuaciones son sólo los primeros pasos para asentar, en el futuro, en nuevo sistema emergente bipolar al que vamos a asistir y que todo el mundo parece estar pasando por alto. Nos movemos lenta pero de forma constante hacia un enfrentamiento bipolar entre un bloque trasatlántico liderado por Estados Unidos y un nuevo bloque liderado por China. Y el resto de los actores emergentes no tendrán más remedio que alinearse con uno u otro bloque en algún momento en el futuro.
Mundo bipolar con China y EE.UU.
Hay muchos indicios de que China es consciente de su futuro papel en un nuevo contexto geopolítico bipolar y que está desarrollando una política integral que abarque todos los temas de economía, comercio, moneda, oro, nuevas instituciones internacionales, militares y de defensa, así como nueva alianzas y asociaciones. Uno de los principales argumentos en apoyo de China como un segundo polo emergente en el sistema de las relaciones internacionales se refiere a la economía. El crecimiento proyectado del PIB chino para el año 2030 apunta claramente a una práctica igualdad con los Estados Unidos y así lo apunta el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Por otra parte, un informe de la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD) sobre la proyección del PIB para el año 2060, estima que no sólo China, sino también la India superarán la economía estadounidense. Asimismo, la producción económica combinada de ambas economías superará la de todos los países del G-7 de alrededor de 2025, así como todo el bloque de la OCDE en 2060. Otro informe de la OECD de 2014 confirma además que la “producción mundial seguirá desplazándose hacia las economías emergentes, así como hacia Asia y que el PIB combinado de China y la India, que representaba el 33% del de la OECD en 2010, aumentará hasta el 73% en 2060”.
El surgimiento de China como el segundo polo del nuevo sistema bipolar que se entrevé ya ha comenzado y está íntimamente ligado a la estrategia de política exterior a largo plazo de Pekín. Una estrategia basada en crear nuevas alternativas a cada institución, organización o estructura del bloque opuesto, integrando, a su vez, nuevas alianzas y asociaciones con el objetivo de ampliar y proteger las facetas económicas, financieras, comerciales, diplomáticas y militares, del gigante asiático, en todo el mundo. El siguiente cuadro es significativo de lo expuesto.
La Ruta de la Seda, el Cinturón Económico y la Ruta marítima de la Seda, tienen como objetivo conectar China por tierra –a través de Eurasia- y mar -a través del Océano Índico-, con Europa y África para promover y ampliar el comercio, la inversión e influencia china. Y, por otra parte, garantizarse las materias primas –como el suministro de petróleo y de gas natural- gracias a nuevas infraestructuras que se están construyendo dentro de estos proyectos. De esta forma, China busca proteger y asegurarse suministros energéticos por mar –en una zona que va desde el estrecho de Ormuz, Malaca, Sonda y Lombok hasta el Mar del Sur de China- y por tierra –con la construcción de la carretera de Gwadar-Karachi y el puerto de Gwadar- para establecer además un corredor económico chino-paquistaní, ganando influencia en Pakistán y Afganistán con acceso al mar árabe.
¿Y Rusia? ¿Qué lugar tiene en un sistema bipolar?
China ve a Rusia como el principal –que no el único- socio estratégico. Ambas naciones comparten intereses y objetivos comunes y comparten riesgos y amenazas. Las relaciones entre los dos países se han intensificado mucho en los últimos tiempos y ha alcanzado velocidad de vértigos en varios ámbitos clave como la energía, defensa, militar, comercio, economía, infraestructura, etc. Rusia se convertirá en el principal proveedor de gas y petróleo y la Ruta de la Seda cruzará Eurasia hasta Europa, principalmente a través de Rusia, obteniendo una salida al Mar Negro y Mediterráneo. Y al mismo tiempo, China intensifica sus relaciones con los demás países del BRICS, con Irán, Pakistán y Afganistán, así como los países latinoamericanos y africanos.
Si el siglo XX fue nombrado el siglo americano debido a la subida de los EE.UU. como una potencia mundial, el siglo XXI será definitivamente el siglo asiático, con el posicionamiento de China como potencia mundial. China será el segundo polo del sistema y comenzará a desafiar las estructuras existentes del actual orden mundial mediante la creación de otras nuevas alternativas. Así que mientras que la comunidad transatlántica tratará de preservar el patrimonio institucional y el dominio geopolítico y económico que han disfrutado desde el final de la guerra fría, China tendrá como objetivo promover estructuras y procesos alternativos para asentar su estrategia integral. El resultado de estas estrategias contradictorias no será una situación en la que todos ganan y puede devenir en enfrentamientos en un mundo mucho más interdependiente y globalizado que el vimos durante la Guerra Fría. En esta situación, todos los actores regionales se enfrentarán a una eventual elección entre uno u otro bloque porque permanecer al margen no será una opción. Es sólo una cuestión de tiempo y mientras tanto, todavía podemos creer que vivimos en una multipolaridad.
Fuente: EM
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