Hubo un tiempo en el que los bancos centrales eran aburridos. Y en el que su éxito era proporcional al aburrimiento que provocaban. Ese tiempo quedó atrás, y en 2016 continuará siendo 'divertidos'
Pedro Calvo"Un banco central exitoso debería ser aburrido". Esta frase, pronunciada en el año 2000 por Mervyn King, la persona que estuvo al frente del Banco de Inglaterra entre 2003 y 2013, resuena ahora, casi como una condena, entre los muros de los bancos centrales. Si su éxito se mide por su aburrimiento, jamás han sido menos exitosos. Las instituciones monetarias llevan años siendo divertidas; de hecho, nunca lo han sido tanto. La crisis las ha aupado al papel de protagonistas absolutas de la vida económica y financiera mundial. Y 2016 no está llamado a ser, precisamente, el año en el que los banqueros centrales cedan este protagonismo.
Es más, el próximo año promete emociones incluso más fuertes, con lo que seguirán siendo un foco de expectativas y, por tanto, de volatilidad en unos mercados adictos a sus recetas. Con el agravante, en esta ocasión, de que los bancos centrales ya no transitan por el mismo camino. Por un lado estarán las entidades que están de vuelta de los estímulos o aspiran a tomar esta senda. Por otro, las que todavía se encuentra en el camino de ida de los estímulos. Y todavía habrá que hacer un hueco propio a los bancos centrales de los grandes países emergentes dados los considerables desafíos a los que se enfrentan.
Los que vuelven...
El primer bloque, el de las entidades que están desmantelando o pretenden desmantelar los estímulos lanzados durante la crisis, está encabezado por la Reserva Federal (Fed) estadounidense. Tras casi 10 años sin hacerlo, la institución presidida por Janet Yellen ya subió los tipos de interés en diciembre. Los elevó del 0-0,25% al 0,25-0,50%. Su intención pasa por seguir elevándolos de forma "gradual". Por el momento, el mercado ve el siguiente repunte en junio y anticipa que en 2016 habrá espacio para tres aumentos, que conducirían el precio del dinero hasta el 1-1,25%. Eso sí, siempre que pueda hacerlo, porque la posibilidad de que la Fed tenga que abandonar su intención de subir los tipos aún es real dados los riesgos económicos y financieros existentes tanto dentro como fuera de EEUU.Junto a la Fed, otra entidad con ganas de encarecer el precio del dinero en 2015 será el Banco de Inglaterra. Su gobernador, Mark Carney, ya hubiera querido hacerlo en 2015, pero finalmente aplazó esta decisión. Por el momento, los tipos siguen en el mínimo histórico del 0,5% en el que llevan congelados desde 2009. Los pronósticos de los expertos consultados por Bloomberg contemplan que los intereses terminarán 2016 en el 1%, con lo que anticipan dos repuntes a lo largo del ejercicio.
...los que aún van...
En contraposición con las entidades monetarias que ya están de vuelta, otras todavía se encuentran en el camino de ida de los estímulos. Es el caso, principalmente, del Banco Central Europeo (BCE). La institución capitaneada por Mario Draghi empezó 2015 lanzando su esperado programa de compras de deuda pública y privada (QE) y lo ha terminado reforzándolo. En diciembre, ha ampliado su vigencia de septiembre de 2016 a marzo de 2017, con lo que su potencia ha sido aumentada de 1,14 billones a 1,5 billones de euros, puesto que cada mes dedica 60.000 millones de euros a la adquisición de títulos en el mercado. Además, en diciembre ha recortado los tipos de la facilidad de depósito hasta el -0,30% con la pretensión de dinamizar el crédito en la Eurozona.Sin embargo, estas medidas aún no han desterrado por completo la amenaza deflacionista, con lo que el BCE aún no ha cerrado la puerta al anuncio de más estímulos. Ampliar el volumen de compras mensuales o el tipo de activos que puede adquirir figuran entre las opciones que aún maneja la entidad para 2016.
Lo mismo ocurre con el Banco de Japón, que siempre está dispuesto a dar otra vuelta de tuerca a su expansiva política monetaria para intentar erradicar la deflación de una vez por todas. Lo mismo ocurre con otras entidades, como el Banco de Suecia o el Banco Nacional de Suiza, que estarán pendientes de la deflación para guiar sus próximas decisiones. En otros casos, como los del Banco de Canadá, el Banco de Noruega o el Banco de Australia, la posibilidad de que emprendan más medidas expansivas dependerá del comportamiento de las materias primas.
...y los emergentes que vienen y van
Los bancos centrales de los mercados emergentes merecen una mención especial. Más que nada, por la envergadura de los auténticos desafíos que sufrirán en 2016, algunos de cuales tienen que ver, precisamente, con los efectos colaterales que la subida de los tipos en EEUU provoca entre los emergentes.El Banco Popular de China calibrará hasta qué punto el enfriamiento de la economía requiere más estímulos, después de que en 2015 haya rebajado de los tipos del 5,6 al 4,35%, y una mayor debilidad del yuan, que ya ha sido frenado hasta su cambio más bajo contra el dólar desde 2011.
El Banco Central de Rusia luchará contra la recesión inducida por la debilidad de las materias primas y contra las presiones inflacionistas derivadas de la fragilidad del rublo. Por el momento, en 2015 ha podido relajar su política monetaria para intentar estimular la economía y ha abaratado el precio del dinero del 17 al 11%. Una situación similar, agravada por la parálisis política que sufre el país debido a los casos de corrupción, es la que se encontrará el Banco Central de Brasil. En 2015 ha dado preferencia a la lucha contra la inflación y ha elevado los tipos del 11,75 al 14,25%, pero esta secuencia apenas ha frenado la sangría bajista del real, castigado por la fuga de capitales, en tanto que la recesión también complica el margen de maniobra de la entidad monetaria.
El Banco de la Reserva de India, como otros asiáticos, no se ha visto tan presionado en 2015, aunque ha intentado contener el 'efecto vecindad' del frenado chino con un recorte de los tipos del 8 al 6,75%. El próximo año es posible que se vea más exigido si, como parece, la actividad comercial mundial sigue debilitándose y si China insiste en debilitar su divisa.
En 2016, por tanto, los bancos centrales serán de todo menos aburridos. Y eso, en palabras de Mervyn King, no es un éxito.
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