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jueves, 17 de diciembre de 2015

Ecuador: Travesuras del Banco Central en dolarización

Francisco Briones es analista de Inteligencia Estratégica (Ecuador).




Steve Hanke advirtió hace muchos años que un banco central no era necesario en una economía dolarizada y que incluso representaba un peligro latente para ella. Recientes reformas y sus resultados en Ecuador podrían darle la razón.

Con la aprobación del Código Orgánico Monetario y Financiero en septiembre de 2014, se eliminó de las cuentas del Banco Central del Ecuador (BCE) el Balance de cuatro sistemas creado para dar confianza sobre la dolarización. Este registro permitía conocer la cobertura de los diferentes pasivos y obligaciones del BCE con recursos líquidos de la Reserva Internacional (RI). El último Balance disponible es a noviembre de 2008, justo antes que se eliminen de los activos del BCE aproximadamente $1.200 millones de Bonos de la Agencia de Garantía de Depósitos (Ley 98-17) con la Ley de Creación de la Red de Seguridad Financiera. Desde ese entonces, el Balance quedó descuadrado y no se lo volvió a publicar hasta que fue dado de baja con el mencionado Código.

¿Pero por qué era importante? Tras la crisis económica de 1999, que derivó en la dolarización de la economía ecuatoriana, era importante restaurar confianza en el sistema financiero del país. Ante todo, era indispensable garantizar que las obligaciones del BCE, sea en forma de depósitos, títulos en circulación o monedas emitidas, es decir cada dólar en sus manos, estaría debidamente respaldado y que el Gobierno no podría tocarlos si se volvían a presentar complicaciones económicas en el país. Es decir, garantizar que el BCE no utilice un sistema de reserva fraccionaria con los dólares depositados en sus cuentas. En otras palabras, que no pueda utilizarlos para dar crédito a terceros, en especial al sector público. El Balance se dividió en cuatro sistemas según la liquidez e importancia de cada pasivo.


Dado que el objetivo era afianzar y fortalecer la dolarización, se estableció que los dos primeros sistemas estén respaldados al 100% por las Reservas Internacionales y que el tercer sistema tendería también a ese 100% de respaldo. En primer lugar el Sistema de Canje, que corresponde a la emisión monetaria (monedas acuñadas localmente). Segundo, el Sistema de Reserva Financiera que cubre las reservas bancarias. Y tercero, el Sistema de Operaciones que contiene los depósitos del sector público.

Pero tras la eliminación de los Bonos AGD, el tercer Sistema (de Operaciones) se descuadró y su cobertura ha sido cada vez menor, al punto de estar casi descubierto. Al hacer una reconstrucción del Balance con la información disponible del BCE, se tiene que a noviembre de 2015 las Reservas Internacionales solo alcanzan a cubrir el 6% de las obligaciones del tercer sistema. Mientras que los dos primeros, a decir el dinero de los privados, aún se encontraría respaldado al 100%. En otras palabras, actualmente los depósitos del sector público en el BCE prácticamente no tienen cobertura.

Trasladando el riesgo del Gobierno al sistema financiero

Aunque en los tres años anteriores la cobertura del tercer sistema ha sido muy fluctuante y casi tan baja como ahora, la tendencia actual indica que este sistema estaría próximo a quedarse sin cobertura. Sobre todo con la coyuntura vigente de falta de liquidez y crédito. Al no existir respaldo garantizado y líquido de las reservas del sector público se pone en riesgo la liquidez del sistema financiero. Pues si el BCE tuviera que devolver todos los dólares a sus depositantes del sector público, no tendría fondos para cumplir con ellos sin dejar descubiertos los otros dos sistemas (aquí entran en juego otras medidas como el dinero electrónico, Títulos del Banco Central, etc.).

Aún más, una vez que se pierda la cobertura del sistema de operaciones, el déficit empezará a sentirse sobre el segundo sistema, el de las reservas bancarias. Es decir, sobre las reservas que el sistema financiero tiene para garantizar los depósitos de los ciudadanos. Esto implicaría que el BCE utilice (o esté utilizando) el dinero de las reservas bancarias para financiar al sector público. Situación que podría constituir una grave herida del BCE al sistema financiero, como ocurriría en cualquier sistema bancario de encaje fraccional (dolarizado o no).

Ante todo esto es importante remarcar que a inicios del presente Gobierno en enero de 2007, la cobertura del tercer sistema fue del 75%. Y que llegó a estar en el 91% en noviembre de 2008 (último balance publicado). Además, solo entre junio y noviembre de este año cayó de 38% al 6%.

La gravedad de las cuentas del desaparecido Sistema de Balances del BCE indica que está sucediendo precisamente lo que no se deseaba. Sumado a ello, la difícil situación de los depósitos, del crédito al sector privado, del multiplicador monetario y otros indicadores (temas que analizaré en un próximo artículo), indican un grave cuadro económico para el Ecuador como consecuencias de equivocadas políticas del Gobierno y del BCE (como créditos al Gobierno, inversión doméstica, crédito para la vivienda de interés social, entre otras).

¿Soluciones? Evidentes: un shock de transparencia y confianza a las cuentas del BCE publicando nuevamente este Balance de cuatro sistemas, aumentar las Reservas Internacionales en al menos $2.000 millones, explicar qué tan líquidas en verdad son, etc. En fin, derogar el Código Orgánico Monetario y Financiero y otras normas que han servido para generar incertidumbre acerca del manejo de la liquidez en la economía. Adicionalmente, la economía necesita un shock de competitividad reduciendo los costos de hacer negocios en el país: reducir la carga y complejidad de los impuestos, relajar el mercado laboral, eliminar barreras comerciales, etc.

Al fin y al cabo, mantener el dólar termina siendo una decisión política más que económica. Ni aún en crisis financiera sería necesario ni deseable quitarlo, solo serviría para agregarle fuego a la candela. Pues no detendría una corrida y el BCE se vería obligado a gastar cuantiosas reservas para defender el tipo de cambio de una nueva moneda en caída libre, que a su vez derivaría en inflación.
Lo único que necesita la dolarización es que los ciudadanos continúen confiando más en el dólar como moneda que en otras alternativas disponibles. Mantener estos indicadores de los sistemas del BCE saludables y públicos es lo mínimo que se debería hacer para salvaguardar la seguridad del sistema financiero. Aunque lo ideal sería que el BCE deje de gestionar la liquidez del sistema financiero. Por eso pienso que no existe razón para salir de la dolarización, pero sí un riesgo político por la poca (o ninguna) voluntad de algún Gobierno de ajustar el gasto público, abrir la economía, reducir costos de producción, transparentar la información, dejar de utilizar recursos ajenos, entre otras medidas que varios hemos venido recomendado desde hace años.





 

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