La prima de riesgo ha caído en picado en las últimas sesiones hasta los niveles anteriores a la crisis bancaria en Europa (y política en España) de febrero. El BCE, principal responsable
La volatilidad extrema de este año no es sólo cosa de la bolsa, sino también de un mercado a priori mucho más estable como es la deuda pública. La rentabilida del bono español, y su diferencial con el alemán (la prima de riesgo) se disparó a principios de febrero con la crisis de la banca que se desató en Europa por culpa del Deutsche Bank, combinada con la posibilidad de un acuerdo de Gobierno entre PSOE y Podemos en nuestro país. Llegó hasta 160 puntos básicos (1,60 puntos porcentuales) el día 11 del mes pasado. Ahora, ha caído con la misma violencia y ha vuelto a los niveles previos a esa crisis -el miércoles cerró en 118 puntos básicos- gracias fundamentalmente a los nuevos estímulos del BCE.
Evolución de la prima de riesgo. (Fuente: Bloomberg)
Esta caída de la prima de riesgo, que en diciembre llegó a rozar los 100 puntos básicos, es el reflejo del descenso de la rentabilidad del bono español, que se mueve a la inversa de su precio (es decir, éste ha subido): ha pasado de casi el 1,80% a mediados de ferbero hasta perforar el 1,50% ayer. De esta forma, se sitúa en los niveles en que se encontraba en mayo de 2015, antes de que comenzara la tormenta provocada por el temor a una recesión global causada por China.
Evolución del bono español a diez años. (Fuente: Bloomberg)
Esta relajación de las tensiones en la deuda pública obedece a varios elementos. El primero es que el mercado se ha convencido de que no estamos ante una repetición de Lehman Brothers con Deutsche, que fue lo que desató el pánico en los mercados en febrero. Entre otras cosas, porque el banco alemán recompró 5.000 millones de los famosos CoCos para demostrar que no iba a incurrir en impago. El segundo es que se ha relajado el miedo a una deflación global, lo que ha permitido una repreciación de todos los activos, incluyendo las acciones y la renta fija.
En tercer lugar, en el caso concreto español se ha evitado el peor escenario posible para los mercados, el citado acuerdo para un Gobierno de izquierdas. El 'no' de Pablo Iglesias a la investidura de Pedro Sánchez provocó un suspiro de alivio entre los inversores, a pesar de que las incertidumbres no se reducen con el horizonte de una repetición de las elecciones en junio.
Draghi iguala el bono español con el alemán
Pero el factor decisivo para apuntalar esta tendencia ha sido la nueva ronda de estímulos monetarios anunciada la semana pasada por Mario Draghi, el presidente del BCE. Una de las medidas consiste en aumentar las compras de deuda pública en mercado en 20.000 millones al mes, hasta 80.000, y buena parte de esa nueva potencia de fuego irá a parar a los dos grandes países periféricos: España e Italia. Desde el comienzo del QE (quantitative easing), la autoridad monetaria ha comprado 165.00 millones de bonos de estos países.
Mario Draghi, presidente del BCE.
Según algunos profesionales del mercado, este nuevo bazuca de Draghi equivale en la práctica a igualar los bonos italianos y españoles con los alemanes; o dicho de otro modo, es como si la calificación crediticia de España hubiera subido de golpe hasta AAA como la de Alemania desde el nivel BBB+ en que se encuentra en la actualidad (Italia está en BBB-). "La periferia de Europa ha pasado a ser AAA. Los bonos periféricos son Bund. No es un bufet libre pero casi", opina en 'Bloomberg' Eric vanraes, gestor de fondos en la firma suiza EI Sturdza.
La deuda española puede seguir ganando
Lógicamente, si la solvencia de todos los países es similar gracias al BCE, lo suyo es comprar los bonos de aquellos que ofrezcan una rentabilidad más alta: el 1,50% que paga el activo español a 10 años hace palidecer el exiguo 0,31% que ofrece el Bund alemán al mismo plazo. "En el entorno actual, la deuda pública española se ha convertido en un activo muy atractivo, porque es de los pocos bonos que dan un a rentabilidad decente en un entorno de riesgo cero", añade un gestor español.
Esta visión supone un giro radical respecto al consenso que reinaba en el mercado hasta ahora, según el cual la deuda pública está carísima y hay mucho más riesgo de perder en estos niveles que oportunidad de ganar. Sin embargo, en el caso de la periférica la prima de riesgo todavía tiene mucho recorrido a la baja, lo que implica subidas para su precio. Eso, siempre que no haya nuevos sustos internacionales... ni un pacto de Gobierno en España con influencia de Podemos.
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