En Noruega, el 95% de las transacciones prescinden ya del dinero, y en una universidad sueca se pueden hacer pagos biométricos con la mano. La tendencia es imparable
En Estocolmo, cuando se les pide una limosna, los ciudadanos ya no pueden alegar "no llevo suelto". Desde hace un tiempo, muchos mendigos disponen de lectores de tarjeta, facilitadas por una organización caritativa tras constatar una realidad: que cada vez más suecos prescinden del dinero en efectivo para la mayoría de sus transacciones diarias, lo que causaba dificultades crecientes a los 'sin techo' que viven de la mendicidad. Gracias a esta iniciativa, algunas de estas personas pueden vender 'Situation Stockholm', una revista social con fines solidarios, sin temor a este problema.
Cierto es que el pago en efectivo sigue siendo el más usado a nivel global. Se calcula que, en todo el planeta, el 85% de las transacciones sigue realizándose con monedas y billetes, lo que supone el 60% del total si el cálculo se realiza en base a su valor. Pero cada vez más voces vaticinan el fin del dinero físico. Poco a poco, el pago con tarjeta, móvil y demás modalidades electrónicas está substituyendo al papel. Y en algunos países, como los escandinavos, se puede decir que el metálico se encuentra ya en vías de extinción.
En Escandinavia es fácil pasar meses enteros sin ver ni tocar una moneda. Puede que la ocasión llegue a la hora de coger un carrito en el supermercado. O cuando se decide hacer un regalo conjunto a un amigo. Quizás en esa circunstancia, lo más fácil sea que cada uno saque 100 coronas en metálico y se las entregue al encargado de ir a comprarlo.
Pero estas situaciones son excepcionales. En el día a día, los noruegos, los suecos o los daneses apenas tienen necesidad de pagar en efectivo. Desde una chocolatina a un paquete de chicles o un capuchino en la cafetería de al lado. No importa que el importe sea ínfimo. Todas las tiendas, incluso las más pequeñas, aceptan el pago con tarjeta.
De ahí que no sorprenda la decisión tomada por Nordea, el segundo banco de Noruega, que desde la semana pasada ya no distribuye ni acepta dinero en metálico en ninguna de las sucursales que tiene en este país. “Queremos adaptarnos a los cambios que se están produciendo en el comportamiento de los consumidores. Vemos que, hoy en día, los clientes realizan la mayor parte de las operaciones bancarias 'online' y a través del móvil”, explica Grete Kruse, portavoz de la entidad, en declaraciones a El Confidencial.
En realidad, la eliminación de la gestión del efectivo en ventanilla empezó hace ya algún tiempo. Desde el año pasado, de hecho, la de la Estación Central de Oslo era la única oficina de Nordea en todo el país que seguía gestionando 'cash'. Era el último reducto del que disponían los clientes más reacios a despojarse de los viejos billetes, que a saber por qué manos habrán pasado antes de llegar a las nuestras. Ahora ya no les queda ni eso. Aunque sí podrán seguir sacando dinero en los cajeros de la entidad, y en algunos de ellos también se podrá ingresar.
Una muestra de los nuevos billetes de coronas suecas, puestos en circulación en otoño de 2015. Muchos creen que pronto serán cosa del pasado. (Reuters)
Mejora de la transparencia
De esta manera, el banco dice estar dando un “importante paso estratégico hacia el mundo digital”. El hecho es que, en la actualidad, los noruegos solo realizan el 5% de sus pagos en metálico. Esto significa que el 95% restante tiene lugar de modo virtual.
“La industria bancaria está cambiando muy rápidamente. Antes, la gente iba al banco una o dos veces a la semana, mientras que ahora puede que algunos solo vayan unas cinco o seis veces en toda su vida”, señala Kruse.
Nordea no es el único banco de la región que se halla inmerso en este proceso. Y Noruega tampoco es el único país. En Suecia, la mayoría de las sucursales bancarias tampoco gestionan 'cash'. Tanto es así, que en 2013 la prensa local se hizo eco del caso de un ladrón que se fue con las manos vacías tras intentar atracar un banco que ya no distribuía dinero.
En los autobuses urbanos y la mayor parte de las máquinas expendedoras de las estaciones de metro o tren también hay que pagar a través de móvil o tarjeta. En Copenhague, por ejemplo, solo se pueden comprar billetes en efectivo en las estaciones principales de la ciudad, como la Central o la de Nørreport.
Y en Estocolmo, el famoso museo dedicado al grupo ABBA tampoco acepta metálico, en nombre de la “seguridad y la eficiencia”. La historia de esta decisión se remonta a varios años atrás, cuando el hijo de Björn Ulvaeus, uno de los cantantes de la banda, sufrió dos atracos consecutivos en su piso. Le robaron la televisión, el ordenador, ropa de diseño y otras cosas que se pueden intercambiar fácilmente por dinero en el mercado negro.
Según Ulvaeus, en una sociedad sin 'cash', este tipo de crimen no habría ocurrido. Sin monedas ni billetes, la sociedad ganaría en transparencia. Se acabaría con la corrupción, la evasión fiscal y la economía sumergida y también disminuirían drásticamente los robos con violencia y otras muchas actividades ilícitas, como el tráfico de drogas.
Christian Clausen, presidente del banco noruego Nordea, uno de los que han decidido dejar de expender efectivo. (EFE)
Menos atracos, pero más cibercrimen
En estos últimos años, en Suecia los robos a tiendas y bancos se han reducido de manera notable. En 2012, solo hubo cinco robos bancarios, la cifra más baja de los últimos 30 años.
Entre las razones que explican la rapidez con que los países nórdicos se están adaptando al cambio, figura el alto uso de internet y la facilidad de la sociedad para acoger los nuevos desarrollos tecnológicos, especialmente en el terreno de la telefonía móvil. Nuevas aplicaciones, ágiles y cómodas, están revolucionando las modalidades de pago. A veces, basta con pasar el móvil por un lector, sin necesidad de sacar la tarjeta de la cartera y teclear el pin. Y también crece el entusiasmo por el pago biométrico.
La Universidad de Lund (sur de Suecia), por ejemplo, ha adoptado un sistema pionero ideado por un alumno que permite pagar la comida o el café en el restaurante del centro pasando la palma de la mano por un lector e introduciendo los cuatro últimos dígitos del móvil. La transacción es rápida y sencilla y, para realizarla, no es necesario llevar ni la cartera ni el móvil encima. El sector evoluciona a una velocidad de vértigo y hay quien dice, de hecho, que dentro de unos años el teléfono móvil acabará sustituyendo a la tarjeta.
Pero no todo el mundo se siente tan a gusto con estos cambios. La gente mayor suele tener problemas para adaptarse. En todo caso, estas personas siempre pueden recibir clases o pedir ayuda a algún hijo o nieto. Más difícil lo tienen quienes viven al margen de la sociedad, como los vagabundos y mendigos, que a menudo ni siguiera tienen una cuenta bancaria. Y no todos venden 'Situation Stockholm'.
Puede que la paulatina eliminación del efectivo disminuya el número de robos con violencia. Sin embargo, las nuevas modalidades de pago no están exentas de amenazas. En particular preocupa la proliferación del crimen cibernético. Algunos observadores, incluso, aseguran que el robo digital de hoy ya es superior al que se cometía ayer en metálico.
Por ahora, el sistema bancario es el que cubre las pérdidas, puesto que su compromiso es precisamente custodiar los depósitos de sus clientes. Pero nadie sabe de qué está hecho el mañana, cuando todos los pagos y transacciones queden en manos de las entidades financieras. El pago virtual es más cómodo, rápido y eficaz. Pero también incrementa todavía más el poder de los bancos.
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