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jueves, 17 de marzo de 2016

Draghi y la expansión con deflación


Las últimas medidas de expansión monetaria del BCE han avivado aún más las dudas sobre si “nuestro” banco central sabe realmente lo que está haciendo al perturbar de forma tan grave al sistema económico de la zona Euro, así que mejor le damos un repaso a ver si terminamos de entender qué pasa por la cabeza del banquero central italiano.

Inflación y cantidad de dinero

Uno de los mitos establecidos con el que más problemas hemos tenido en este blog es el de que la inflación es producto de un exceso de circulante en el sistema, una máxima que es cierta en determinadas circunstancias que no son las actuales, lo cual no quiere decir, nunca lo hemos dicho, que se pueda emitir dinero ad infinitum como piensan las nuevas generaciones de neo-comunistas.


Por ello, al observar la gráfica anterior, podría parecer que el crecimiento de la cantidad de dinero (M3) y la inflación de bienes de consumo (IPC “armonizado”), con cierto retraso o adelanto, hacen figuras parecidas, llevando al engaño al observador no experto. 

Des-correlación monetaria

Lo que si se observa es que, en época reciente, desde que Draghi empezó con su expansión cuantitativa o QE, la cantidad de dinero crece a un 5% anual mientras y que los precios van su ritmo, de forma “independiente”, haciendo lo que siempre hemos advertido: que la deflación es un fenómeno intermitente. Pero, qué tan des-correlacionadas están ambas variables, porque no puede ser que Draghi no lo sepa.

Más allá de sus fallos de su gestión, de los que hemos advertido en distintas ocasiones, el BCE es muy consciente de la situación deflacionaria y, ante un escenario japonés para Europa, que también lo hemos alertado repetidamente, Mario Draghi es, hoy por hoy, uno de los banqueros centrales más inflacionistas que he visto y miren que he visto bastantes, latinoamericanos incluidos. 


En respuesta a la interrogante anterior, la pérdida de correlación de los precios respecto a la cantidad de dinero es enorme (gráfica anterior) y casi se podría decir que más del 85% de las variaciones en el nivel de precios se debe a causas ajenas a la cantidad de dinero, lo que ocurre es que Draghi poco puede hacer con las otras variables explicativas y solo tiene una: la cantidad de dinero y las expectativas sobre los precios, con medidas, además, que van para largo aunque creen inflación de activos.

Ese ciclo de Kondratiev

Su cumplimiento está siendo de libro y, para explicarlo brevemente, diré que, tras un impulso primario producido por los desarrollos de la electrónica, motor de este ciclo, el mismo tuvo su recesión primaria (1981-1983), dio paso al impulso secundario hasta que hizo crack el motor del ciclo, las llamadas “punto-com”, en ese momento empezó la fase deflacionaria. No en 2008, como comentaba un lector, pues siendo cierto que los primeros datos de inflación anual negativa son de finales de 2008 (en la zona Euro en 2009), ya a primeros de 2002 y siguientes, en EE.UU., corazón del sistema, la tasa anual se acercó al 1%, que hoy nos parece alta (todo un signo) pero entonces fue toda una alerta, sobre todo tras los estímulos por el 11S en EE.UU. y en el resto del mundo y, posteriormente, con las guerras de Iraq y Afganistán, más el Euro, etc.

Tras casi veinte años estudiando la deflación puedo decir que  nunca antes se había combatido globalmente la deflación como desde el 2001, y el intento de evitar una situación a la japonesa seguirá hasta que se acabe la munición, que ya queda poca y fiscal casi ninguna. Lamentablemente se están poniendo las cosas peor, como explicamos la semana pasada, estrujando al consumidor con más impuestos y tipos bajos (ahorrará más) o castigando a los elementos más dinámicos, obstruyendo su trabajo y deflacionando sus rentas; lo advertimos, pero nada, los políticos siguen a lo suyo, como en Japón. Lo cierto es que Kondratiev (y Schumpeter) estaría encantado, pues el ciclo largo se está cumpliendo según su teoría y a esta fase deflacionaria igual le queda una década sino más.

Deflación con expansión

Los ciclos económicos tienen, por lo general, cuatro fases y el de medio plazo en Europa está en fase de expansión (lo vimos), tras ella vendrá el enfriamiento y luego la recesión. Que tendremos una fase expansiva corta y pobre, con un crecimiento del PIB del 1,4%, enfriándose desde el 1,7% previsto según dijo Draghi al anunciar sus medidas; pues sí, a mí me lo van a contar. Lo que no puedo hacer es llamarla de otra forma, pues es en esta fase en que las tensiones de precios son mayores y la zona Euro está en deflación, baja, pero en deflación; es lo que da de sí este sistema socialdemócrata.

Y ojo que la deflación en España es peor, porque lo que muestra la gráfica anterior del INE es deflación alta en un país con una mayor expansión, que el medio millón de nuevos empleos viene por esa expansión mientras se ajusta un pasado inflado; lo que no se ajusta es “lo público” depredador e insostenible, como recordaba recientemente el editor de este medio. Ya sé que algunos quieren que la expansión sea perfecta, pero eso no existe y la culpa no es del Capitalismo (eso aquí no existe) sino de la casta, la vieja y la nueva, que es incluso peor.

¿Qué les queda a los particulares? La recomendación típica es “invertir” en comprar “bolsa y pisos”, pero eso sería un error, ya que en períodos de deflación la estrategia “comprar y mantener” es ruinosa; lo del pisito es obvio, lo conocen, solo tiene sentido por su valor de uso, y en cuanto a la bolsa, que puede ser muy rentable, es más complejo pero muy accesible al inversor particular y a ello he dedicado un libro, que no es un tema explicable en un artículo. También está la opción de especular utilizando plataformas (los que pueden, yo no) y hace años que también vengo recomendando preparase para eso. No es lo que a mí me gustaría para el ciudadano de a pie, pero así de mal lo han puesto los gestores que padecemos, con su represión financiera y fiscal. Es lo que hay y con eso habrá que lidiar.

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