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jueves, 31 de marzo de 2016

Los controles de precios pueden estar en camino


Prices
Si pensabais que los tipos negativos de interés eran tan malos como podían ser con banco centrales, os vais a llevar una desagradable sorpresa. Los bancos centrales han cosechado un fracaso tan espectacular con sus acomodaticias políticas monetarias que están discutiendo eliminar todos los topes para conseguir los resultados que quieren. No se dan cuenta de que la razón por la que los precios no están subiendo es porque realmente quieren y necesitan que bajen. Las malas deudas no se liquidaron durante la última crisis financiera, los deudores simplemente fueron rescatados. No se permitió reducir los precios de los activos sobrevalorados. Los bancos centrales inyectaron billones de dólares en la economía tratando de superar la recesión con papel. Las fuerzas del mercado quieren que los precios bajen, mientras que los bancos centrales tratan de subirlos. ¿Qué hacer entonces cuando los bancos centrales no se abren paso?

Es muy posible que los banqueros centrales recomienden controles de precios en un intento de “sacar a la economía de su abatimiento”. Por supuesto, las economías no caen en el abatimiento no pueden sacarse de él.  Las recesiones no son algo endémico para la economía, sino que son más bien el resultado de una intervención monetaria del banco central. Como los bancos centrales rechazan reconocer su culpabilidad en causar recesiones, sus métodos para responder a estas acaban siendo más de lo mismo que las causó en principio: la flexibilización monetaria. Y ahora que esos métodos están mostrándose ineficaces, podrían estar en camino medidas más drásticas. Recordemos que la última vez que se impusieron controles integrales de salarios y precios en Estados Unidos fue a principios de la década de 1970, también un momento de grandes perturbaciones monetarias. De hecho, los controles de precios fueron instituidos por el presidente Nixon al mismo tiempo que cerró la ventanilla del oro en 1971.
Como señalaba Ludwig von Mises hace muchas décadas, una vez se empieza a instituir controles de precios, inevitablemente se va hacia el socialismo.
De añadir al primer decreto que solo se refiere al precio de la leche un segundo decreto fijando los precios de los factores de producción necesarios para la producción de leche a un tipo tan bajo que los productores marginales de leche ya no sufran pérdidas y por tanto se abstengan de restringir la producción. Pero entonces se repite la misma historia  en un plano más remoto. Cae la oferta de los factores de producción necesarios para la producción de leche y de nuevo el gobierno vuelve a donde empezó. Si no quiere admitir la derrota y dejar de entrometerse en los precios, debe seguir adelante y fijar los precios de aquellos factores de producción que se necesitan para la producción de los factores necesarios para la producción de leche. Así que el gobierno se ve obligado a ir cada vez más allá, fijando paso a paso los precios de todos los bienes de consumo y de todos los factores de producción (tanto humanos, es decir, trabajo, como materiales) y a ordenar continuar trabajando con esos precios y salarios a todos los empresarios y a todos los trabajadores.
Por eso nadie debería sorprenderse de que los gobiernos de Japón, Europa y Estados Unidos puedan recurrir a controles de precios para tratar de lograr lo que la política monetaria no ha podido. Después de todo, se deduce lógicamente, pues, para empezar, los banqueros centrales están en el juego del establecimiento y control de precios. Los tipos de interés que buscan o establecen los banqueros centrales son en sí mismos precios, precios del dinero a prestar overnight o de dinero depositado en el banco central. El objetivo de buscar o establecer ese tipo de interés es influir en los tipos y precios de la economía en general. Así que si no funciona esa fijación limitada de precios, los gobiernos expandirán sus esfuerzos para fijar aún más precios. Puede no pasar directamente, al menos al principio, sino más bien a través de algún tipo de incentivación. Puede aplicarse presión para aumentar los salarios, utilizando la política fiscal como una zanahoria o como un palo. Sin embargo, el objetivo o el efecto será llevar los precios a donde el gobierno piensa que deben estar, no a donde el mercado pueda colocarlos realmente.
Si se aplican realmente controles de precios, se hará muy evidente que hay que oponerse a la planificación económica por parte de bancos centrales y gobiernos. Eso separará el trigo de la paja, los que realmente apoyan la libertad económica de los que están dispuestos a racionalizar la planificación centralizada.  Quien afirme estar a favor de los mercados libres, el comercio libre y el gobierno limitado pero trate de defender la existencia o importancia de la Reserva Federal o la banca centralizada será un mentiroso. O se apoyan los mercados libres y la libertad de precios o se apoya la fijación de precios del banco central y un socialismo insidioso. No hay tercera vía o camino intermedio: el socialismo y el libre mercado son incompatibles mutuamente. Un poco de socialismo en forma de fijación de precios es como un poco de gangrena, si se deja sin tocar, acabará infectando y matando la totalidad. Ahora que gobiernos y bancos centrales pueden apoyar más controles de precios como remedio, la fachada de la política monetaria se ha desplomado para revelar la realidad de que es solo una herramienta más que lleva a una planificación centralizada intensificada. ¿Se levantará suficiente gente para poder oponerse a más transgresiones contra la libertad monetaria y económica o se encogerá de hombros mientras nuestra sociedad continúa arrastrándose hacia el socialismo?

Publicado originalmente el 29 de marzo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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