Una vez pasada la resaca de las elecciones toca la difícil tarea de formar gobierno. Aunque se haya realizado un espectáculo mediático, los resultados demuestran que el votante español es moderado, de centro y quiere avanzar en una democracia plural y una economía abierta.
Para España el periodo 2011-2015 fue esencial a la hora de recuperar prestigio internacional y peso en las instituciones. España se juega mucho y tendemos a infraestimar los riesgos de caer en errores del pasado. Recordemos que la reputación se labra durante años, pero se pierde en unos minutos.
Por eso es tan importante la estabilidad. Desde mi punto de vista se presentan tres retos esenciales que no se han divulgado durante una campaña centrada en aspectos más impactantes a nivel mediático.
El primer reto tras las elecciones es recuperar el ritmo de crecimiento de inversión financiera directa. La incertidumbre por Cataluña y las elecciones ha llevado a que se frenase. El aumento de las inversiones productivas en 2014 fue del 9,8%, ascendiendo a 17.626 millones de euros, y llevamos ya dos años con cifras superiores a la media histórica de 16.914 millones de euros. Es importante reforzar un entorno de certidumbre, seguridad jurídica y atractivo para la inversión por su impacto directo en el empleo y la riqueza, además de reforzar el cambio del patrón de crecimiento.
El segundo reto es recuperar y superar los diez puntos perdidos desde 2007 en el ranking global de facilidad para crear empresas y empleo del Banco Mundial. La mejora de 2014-2015 no puede truncarse y debemos recuperar los puestos de liderazgo que afiancen la creación intensa de empleo.
El tercer reto es comunicar al exterior como lo hacen los mejores. El esfuerzo realizado por el Ministerio de Economía y Competitividad suele pasar desapercibido en nuestras fronteras, pero tener una política de comunicación ante inversores y entidades internacionales constante y detallada es esencial. Comunicar con transparencia, hacer un esfuerzo continuado y no pensar que los inversores “no se van a enterar” o que da igual.
Estos tres pilares suelen resentirse ante una coalición de perdedores que solamente se pone de acuerdo en gastar. Es por ello que es tan importante que se permita la gobernabilidad y la estabilidad desde el objetivo de crear mayor prosperidad y oportunidades para todos. Los ciudadanos han apostado claramente por la moderación y avanzar en las reformas. Nuestros políticos deben mostrar responsabilidad para facilitarlo.
Decía Henry Kissinger que el comunismo sólo tenía buena prensa allí donde nunca había gobernado. El ascenso de los totalitarios en las elecciones españolas es una prueba de que muchos ciudadanos se lanzan a aceptar propuestas inverosímiles ante la promesa de una arcadia feliz de dinero gratis, a cambio de nada, que nunca llega. Sin embargo, ese ascenso no puede enmascarar la realidad de que en España la enorme mayoría de los votantes han vuelto a elegir estabilidad, crecimiento, políticas sensatas y opciones moderadas. El ruido incesante de la propaganda no puede hacernos olvidar que sólo son cinco millones de votos.
Un escenario político complicado, donde ninguna de las combinaciones –coalición de centro derecha o de izquierdas- suma los escaños suficientes, puede traer complicaciones. Es curioso que en un país que ha empezado a salir de la crisis no se imponga una opción de consenso como en Alemania y permitir gobernar al ganador. ¿Preferiremos, como hicimos en 2008, cerrar los ojos ante la realidad y los riesgos económicos y volver a lanzarnos a las soluciones mágicas que siempre fallan?
No olvidemos que el impacto de un escenario donde se plantea eliminar todas las reformas llevadas a cabo puede tener consecuencias muy negativas en el plano económico. Si además añadimos la locura de lanzar un proceso constituyente similar al de Chávez en Venezuela, y abrir la puerta a la ruptura de España, el impacto puede ser mucho mayor.
Un posible escenario, ante la posibilidad de varios meses de incertidumbre y ninguna mayoría clara, supondría el frenazo de la inversión financiera directa y de la creación de empleo. Ya se había ralentizado ante las elecciones catalanas y generales. Las estimaciones más moderadas asumen un impacto de 0,5-0,7% en el crecimiento del PIB.
La prima de riesgo ya se ha disparado un 11% ante el riesgo de una coalición con radicales. Teniendo en cuenta que aún contamos con el apoyo del Banco Central Europeo, no sería extraño que subiera mucho más si se aprueba un proceso rupturista.
Si se confirma una coalición de perdedores con radicales, separatistas y anti-sistema el impacto puede ser el retorno a la recesión. ¿Por qué? Es inasumible pensar que las inversiones crecerán y se contratará a largo plazo ante un entorno como ese. Según varias estimaciones, nos harían perder un 1% de PIB potencial y destruir unos 300.000 empleos. La derogación de la reforma laboral, un cambio de toda la constitución –que es y ha sido un ejemplo de convivencia valorado en todo el mundo- y el planteamiento separatista supondría un cocktail letal para la confianza y la inversión. Eso sí, dentro de la tradición de los intervencionistas, achacarían el impacto económico de sus medidas regresivas a cualquiera de sus enemigos exteriores favoritos –al PP, a los mercados, a Merkel, a los ricos o a todos a la vez-.
Nos encontramos ante un escenario donde podemos caer en una de las recesiones más graves porque ocurre en medio de una recuperación frágil. Derogar reformas que se encuentran en el acuerdo con la Unión Europea puede afectar a la financiabilidad del país. Pero además, un repunte agresivo de la prima de riesgo supondrá revertir lo que se ha conseguido en estos años. España pagaba en intereses en 2015 menos, respecto a PIB, que en 2007.
Un escenario de riesgo político puede reducir de manera drástica el acceso a financiación, y con toda seguridad lo encarecerá. En algunos casos se estima que hasta en 300 puntos básicos. No se trata de miedo. Es prudencia. Los inversores no tienen por qué arriesgar dinero en España o cualquier otro país si no se dan condiciones de seguridad, o hacer quinielas para saber por dónde va a venir el siguiente disparate de propuesta. ¿Invertiría usted ante una incertidumbre constitucional, legislativa e impositiva monumental? Lo que es irresponsable es poner en peligro la recuperación con soflamas guerracivilistas y justificarlas bajo el subterfugio de que “es la democracia”. Y al que no acepte el dislate, decir que “va contra la democracia”.
Es momento de responsabilidad. Un 20% de los votos no puede poner en jaque a un país y destruir lo conseguido. Siempre que hablo con inversores de todo el mundo consideran a España un país de oportunidades, pero de alto riesgo político. No pongamos el cartel de “Imposible invertir aquí”.
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