José Carlos Rodríguez
Cuando Ludwig von Mises llegó a Estados Unidos todavía no había sacado en inglés su principal obra, “Acción Humana”. Había pasado de ser “el primer economista de Austria” a un gran desconocido. Buscó en la Universidad de Nueva York a un nuevo Hayek, el más brillante de sus discípulos en su país natal. Lo encontró Murray N. Rothbard, un judío del Bronx.
Nació el 2 de marzo de 1926. Su inteligencia llamó la atención en el colegio, pero sus primeras ideas las recibió de su padre, David, que a diferencia de la mayoría de sus vecinos era francamente de derechas. Le inculcó un amplio interés por el saber y un rechazo instintivo por el totalitarismo y los dogmatismos.
Conoce a Ludwig von Mises
Se licenció en estadística, una ciencia que no satisfizo sus inquietudes intelectuales. Leyó un artículo sobre el control de rentas escrito por George Stigler y Milton Friedman que le llamó la atención. Estaba editado por la Foundation for Economic Education. Allí acudió y en la FEE conoció a otros miembros del pequeño pero ebullente movimiento liberal.
Y allí conoció a Ludwig von Mises, en la primavera de 1949, poco antes de que éste publicase “La Acción Humana”. Aquel libro, tan sistemático y poderoso, es lo que estaba buscando Rothbard. Con él, los fenómenos económicos adquirían sentido. Y el método, aunque extremo en su deductivismo, le pareció el más adecuado.
Man, Economy and State
“La Acción Humana” es un libro de un millar de páginas que no se puede asimilar a los manuales de entonces. La Fundación Volker le encargó escribir un libro que expusiese el pensamiento de Mises pero en menos espacio. El resultado fue un manuscrito de 1.400 páginas, titulado “Hombre, Economía y Estado” (1962), un nuevo tratado de economía de la tradición de la Escuela Austríaca.
Del texto fue desgajada la última parte, un estudio sistemático del intervencionismo, con el título “Poder y Mercado”. El principal hallazgo de esta obra es su teoría de la competencia, que echaba por tierra la concepción neoclásica del “precio de monopolio” que había adoptado su mentor.
Pero quizá su mayor contribución sea la recogida en su artículo “Towards a reconstruction of utility and welfare economics”, donde expone su teoría de la preferencia demostrada. La célula del mercado es el intercambio, y en éste ambas partes ganan, ya que de otro modo no lo llevarían a cabo. No ocurre lo mismo con la intervención:
- Si el Gobierno prohíbe un intercambio entre Pedro y Juan en los términos que él elige, frustra las intenciones de éstos y la ganancia potencial de ese intercambio.
- Si impone un intercambio en sus términos, uno de los dos, Pedro o Juan, saldrá ganando, pero el otro puede salir perdiendo.
- Si le quita a Pedro parte de su renta o riqueza (impuestos), Pedro sale perdiendo.
Como no se pueden hacer comparaciones interpersonales de utilidad, en ninguno de los tres casos citados se puede asegurar, científicamente, que la acción del Gobierno ha mejorado el bienestar, a diferencia del mercado, cuyos intercambios aumentan la satisfacción de ambas partes. Este tipo de análisis es el que merece un Premio Nobel de Economía.
Dinero y banca
Con todo, las aportaciones de Rothbard son mucho más extensas. Destacó como teórico monetario e historiador del dinero y de la banca, y aunó ambos con gran éxito en “La Gran Depresión de América”, su historia de las causas de la Crisis de 1929. Escribió, además, “Lo que el Gobierno ha hecho para deber nuestro dinero”, “El misterio de la banca”, “Caso contra la FED” y “Una historia del dinero y la banca en los Estados Unidos”.
También escribió sobre filosofía política, donde destacan “La ética de la libertad” y “Por una nueva libertad”. Concieved in liberty es una historia de las colonias en lo que será Estados Unidos, escrita en cuatro tomos y que abarca de 1620 a 1780. Su obra póstuma fue una Historia del pensamiento económico que es mucho más que lo que promete el título. Salieron los dos primeros volúmenes y un temprano e inoportuno fallo cardíaco nos dejó sin el tercero.
Activista
Este autor de 25 libros y miles de artículos académicos y populares fue, además de todo ello, un activista. Fue el líder intelectual del movimiento libertario en Estados Unidos, y en su activismo contra la guerra no dudó en aliarse con grupos troskistas. Fundó revistas y escribió para el Wall Street Journal y otras publicaciones. Se interesó por el movimiento en torno a Ayn Rand, quien le llevó a defender la ética iusnaturalista, pero su repulsión por el dogmatismo le impidió seguir ligado a él.
Fue un hombre fuera de lo común, que sigue publicando libros y artículos después de muerto, y que es ejemplo a seguir para un número creciente de estudiantes que, como él, aman la libertad.
El artículo original se encuentra aquí.
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