[Nota del editor del Instituto Mises: Ayer, el Fondo Monetario Internacional designó al yuan chino como una de las divisas globales empleadas para calcular los Derechos Especiales de Giro. Este acontecimiento puede suponer un importante reordenamiento del sistema monetario mundial y servir como reconocimiento de que el actual estatus del dólar de EEUU como divisa de reserva mundial no está garantizado. Jim Rickards califica a esto como una “decisión política” del FMI y explica qué significa tanto para China como para EEUU].
Los miembros del exclusivo club de divisas con derechos especiales de giro (DEG) solo han variado una vez en los últimos treinta años.
Ese cambio tuvo lugar en 1999 y fue puramente técnico debido al hecho de que el marco alemán y el franco francés fueron reemplazados por el euro.
Dejando aparte este cambio técnico, el DEG ha estado dominado por los “cuatro grandes (EEUU, Reino Unido, Japón y Europa) desde que el FMI abandonó el oro DEG en 1973. Por eso la inclusión del yuan chino es tan trascendental.
Incluir al yuan es un “sello de aprobación” de las grandes potencias financieras mundiales, lideradas por Estados Unidos. China es una superpotencia financiera y merece un sitio en la mesa cuando se está restableciendo el sistema monetario internacional.
Podemos verlo como una partida de póker con cuatro personas en la que un quinto jugador simplemente está sentado en la mesa con un gran montón de fichas. La partida de póker ahora adquiere una nueva dinámica.
China no cumple estrictamente todos los criterios del FMI para su inclusión en el club DEG. Pero el uso del yuan chino en el comercio global sí satisface los tests.
La porción de pagos globales en yuanes ha ido aumentando constantemente, de menos de un 1% en 2013 a aproximadamente un 2% en 2014. El uso del yuan se está aproximando ahora mismo al 3%, como se ve en los gráficos siguientes.
El uso del yuan chino sobrepasó el de los dólares australiano, canadiense, de Singapur y de Hong Kong, así como el de los francos suizos, en 2014. También sobrepasó recientemente al yen japonés. Esto hace del yuan la cuarta divisa más usada en el mundo después de los dólares de EEUU, los euros y las libras esterlinas.
Donde el yuan chino no cumple los estándares del FMI es en tener una cuenta de capital abierta. China no ha sido siempre transparente en su reporte de las posiciones de reservas.
La confusión y perturbaciones del mercado han sido causadas en último término por los intentos de China de moverse en la dirección requerida por el FMI.
Durante los dos años anteriores a agosto de 2015, China ligó informalmente el yuan al dólar de EEUU a un tipo en torno a 6,2 a 1.
Mantener el cambio requiere una continua intervención en el mercado por parte del Banco Popular de China o BPCh (el banco central). Las fuerzas del mercado trataron de rebajar el yuan. Esto obligó al PBCh a vender dólares y comprar yuanes para mantener el cambio.
Esta operación hizo perder unos 500.000 millones de los 4 billones de dólares en activos de reserva en cosa de meses. Es incompatible con una cuenta de capital abierta en la que las fuerzas del mercado, no la intervención del PBCh, determinen el valor del yuan.
Pero, de repente, en agosto de 2015, China devaluó el yuan en dos pasos, a un nivel en torno a 6,4 a 1. Fue un disparo que se oyó en todo el mundo.
La devaluación llevó directamente a desplomes en mercados de valores de EEUU, ya que el resultante dólar fuerte amenazaba con dañar las exportaciones y empleos de EEUU. Un dólar más fuerte también daña los beneficios de las empresas estadounidenses con operaciones en el extranjero. Este daño se ha evidenciado desde entonces en los informes de ganancias del tercer trimestre.
Desde la perspectiva de China, la devaluación era un paso en la dirección hacía una cuenta de capital abierta. Pero desde la perspectiva del mundo, era una continuación de las guerras de divisas. Los inversores vieron llegar más devaluaciones y más daños para las grandes empresas de EEUU.
China también ha mejorado la transparencia de sus informes de reservas, especialmente con respecto al oro. De 2009 a 2015, China reportó que no hubo aumentos en sus reservas de oro. Aun así, las evidencias (desde las estadísticas mineras a las importaciones de Hong Kong) eran concluyentes en que China, en realidad, estaba adquiriendo miles de toneladas de oro.
A mediados de 2015, China anunció repentinamente que sus reservas de oro habían aumentado en 604 toneladas. El total aumentó de 1.054 toneladas a 1.658 toneladas. Desde entonces, China ha actualizado su posición de reservas de oro mensualmente (de acuerdo con los criterios del FMI).
Todas estas cifras son equívocas porque China tiene varios miles de toneladas de oro “fuera de los libros” en una entidad independiente llamada State Administration for Foreign Exchange (SAFE). Pequeñas cantidades se transfieren mensualmente de la SAFE al BPCh y eso se convierte en la base para los informes oficiales de reservas.
El alegato para la admisión de China en el club DEG tiene de todo. El yuan cumple los criterios de uso y está cerca de los criterios de reserva. China no cumple con los criterios de una cuenta de capital abierta y transparencia en los informes. Aun así, se mueve en la dirección correcta.
De hecho, nada de esto importa. La decisión de incluir el yuan en el DEG es una decisión política, no económica. La luz verde para proceder ya estaba concedida por el Comité Ejecutivo del FMI.
Publicado originalmente el 1 de diciembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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