Grecia, España, Syriza y Podemos: las claves de 2015.
Mientras España estabiliza su economía en un enloquecido proceso de endeudamiento exterior, Grecia ha llegado al final de la escapada
Corre la primavera del año 2007 y Zapatero está exultante. La economía española es, según cree él, la locomotora económica de Europa. Se han creado 2,5 millones de empleos en los tres años transcurridos desde su llegada al poder. Todo parece ir mejor que bien. Pero todos sabemos lo absurda que era esa interpretación y cómo la economía española se desmoronó como un castillo de naipes pocos meses después. Aprovechando la buena disposición de los mercados financieros internacionales se había creado una monstruosa burbuja inmobiliaria, financiada en su mayor parte con recursos exteriores. Se titulizaban y empaquetaban las hipotecas y se vendían con toda alegría a los inversores extranjeros, que compraban la triple A con entusiasmo sin límites. Y con el dinero obtenido seguían financiando la fiesta. En 2007, 170.000 millones de nueva deuda exterior. Solo la llegada de la crisis financiera internacional impidió que la burbuja se hiciera aún mayor al cortarse súbitamente los flujos monetarios necesarios para su sostenimiento. Ahora, camino de los ocho años desde el inicio de la crisis (agosto de 2007), podemos decir que afortunadamente no se continuó hinchando la burbuja, porque si no lo habríamos pasado todavía peor.
La situación en estos inicios de 2015 tiene unas similitudes escalofriantes con la de 2004-2007. Tenemos a un presidente que no parece contar con los mínimos rudimentos de formación económica (lo mismo que Zapatero) presumiendo de haber estabilizado la economía y habernos colocado en la senda del crecimiento. Pero si se analiza lo que está pasando vemos que una vez más se está financiando la fiesta con deuda exterior. Esta vez, básicamente (más o menos el 75%), con deuda pública. Vd. probablemente se pregunte que cómo puede ser eso si se está reduciendo el déficit público. Y es cierto, pero lo importante no es eso, sino la cantidad de deuda pública que está en manos de extranjeros, que es lo que se ve en el gráfico, que llega hasta octubre de este año.
Como se aprecia, esta no solo está en cifras récord, sino que sigue aumentando de forma vertiginosa, nada menos que 90.000 millones desde octubre de 2013. Si a eso le unimos otros 32.000 millones netos que han colocado las grandes empresas y bancos (casi todo ello el Ibex 35), tenemos la respuesta al buen comportamiento de la demanda interna en los últimos trimestres. La bonanza de los mercados internacionales ha permitido a su vez un pequeño y peculiar efecto crowding in, ya que se han liberado recursos para que aumente –un poco– el crédito a familias y resto de empresas, algo que se ve en las estadísticas de nuevo crédito.
Pero una vez más se trata de una estrategia de estabilización económica tan suicida que no se entiende cómo puede haberla emprendido Gobierno alguno. La única explicación posible es que los Gobiernos españoles se han vuelto tan cortoplacistas y defensores de unos intereses tan espurios que el interés general a largo plazo se ha convertido solo en una molesta rémora. Porque ¿qué ocurrirá cuando la deuda pública a endosar a los extranjeros esté próxima a agotarse? ¿O, mucho más probable, cuando haya algún accidente como las subprime y se nos cierre el grifo exterior? Pues sencillamente lo mismo que en 2008, es decir, un colapso súbito y catastrófico de la demanda interna, con destrucción masiva de empleo y quiebras de empresas a decenas de miles.
La situación de España para entonces será muy similar a la de Grecia a día de hoy. Un país hiperendeudado con el exterior y con un sistema productivo destruido por años de Gobierno de unas élites corruptas y endogámicas que tan solo se preocupan de alimentar y ampliar sus redes clientelares con el fin de asegurarse el poder y, de paso, llenarse bien los bolsillos. Gobiernos así no se preocuparán lo más mínimo de tener una economía sana. ¿Para qué? Si es mucho más fácil endeudarse.
Grecia es el espejo en el cual mirarnos, pues el camino emprendido ahora por nuestro Gobierno es exactamente el mismo que condujo a Grecia a donde está. Un país intervenido, sin soberanía de tipo alguno, con políticas económicas impuestas por gentes que no entienden su problema y que solo causan sufrimientos a una población castigada hasta el extremo. Actualmente, y pese a las absurdas declaraciones de algunos mandatarios europeos, la economía griega asusta al miedo. Se suponía, no olvidemos, que se acometería un proceso de devaluación interna que haría de Grecia un lugar mucho mejor para producir y exportar. Y en buena medida se ha conseguido devaluar, en el sentido de tener inflación menor que la Eurozona y reducir salarios. Pues bien, cuando nos acercamos al cuarto año desde que el proceso se inició, Grecia muestra casi las peores cifras de exportación de la zona euro (-4%), mientras que las importaciones siguen creciendo (+1%). Una economía exportadora no puede surgir como una seta en otoño por mucho que la troika se empeñe en ello. Como decía un amigo mío, “por muchas bofetadas que le demos al tío del bar de la esquina no va a montar una planta de semiconductores”.
Es evidente que el camino actual de Grecia es el camino a ninguna parte. En el marco actual –el de la Eurozona– solo sería posible que funcionara un plan de rescate ciudadano unido a un equivalente al plan Marshall que industrializara la economía griega, algo que ni remotamente está en la mente de los eurócratas. La población griega parece haberlo entendido al fin y así, con toda probabilidad, lo va a dejar claro en las urnas en un plazo de menos de un mes, cuando Syriza (el equivalente a Podemos) gane las elecciones y plantee, como han repetido en numerosas ocasiones, un ultimátum a Bruselas. “O hacen algo razonable o nos vamos”.
Desde luego no cabe duda de que el año 2015 va a ser interesante, porque recuerden que Grecia es el canario en la mina y muy probablemente nuestro futuro. Feliz 2015 y no olviden mirar al Este.
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