La culpa no es de los bancos centrales
Pese a que generalmente se culpa a los bancos centrales de la crisis financiera, la realidad es muy distinta
“Los bancos centrales causaron la crisis con su política de bajos tipos de interés”. Esta es la letanía más habitual que podemos escuchar de boca de los analistas –todos, generalmente, de la misma tendencia ideológica– cuando analizan las causas de la formación de la enorme burbuja de activos que se ha constituido a nivel mundial y de cuyo estallido original en la primavera de 2000 (punto com) se salió con la formación de la enorme burbuja de deuda (crisis subprime).
De este segundo estallido que sucedió en el verano de 2007 hemos salido a su vez, como vemos en el gráfico de esta semana, con la formación de otra burbuja de dimensiones gigantescas y todavía más peligrosa. En este gráfico se puede ver la evolución de los activos financieros a nivel mundial desde 1980 por tipos (oro, acciones y deuda) en valores absolutos y en relación alPIB mundial. La relación PIB:Activos financieros ha pasado de 1,2:1 en 1980 a 0,9:1 en 1990 al entorno de 0,4:1 a partir de 2000. En otras palabras, los activos financieros han triplicado el crecimiento del PIB entre 1980 y 2000, manteniéndose la relación desde entonces.
Como se ve, el crecimiento durante los 90 se dio sobre todo en las acciones y en los 2000 en el mercado de la deuda, tanto privada como pública. Entre 2010 y 2013 las acciones han vuelto a crecer fuertemente, pero la deuda también ha aumentado. En su conjunto seguimos en una situación tan mala como en 2000. Si incluyéramos las titulizaciones de deuda todavía tendríamos aproximadamente 22 billones de dólares más (desde 17 billones en 2007 y unos 5 billones a principios de siglo), mientras que el mercado de derivados sigue aumentando y llega ya a los 700 billones (desde menos de 100 billones a principios de siglo y poco más de 500 billones en 2007).
Todo este proceso es lo que se ha denominado financiarización de la economía, consecuencia de las desregulaciones como la derogación de la ley Glass-Steagall de 1999, y ha provocado como es patente unainestabilización creciente de los mercados financieros.
El enorme crecimiento de los activos financieros (dinero o quasi-dinero) provoca la formación de sucesivas y cada vez mayores burbujas. Los bancos centrales, al contrario de lo que se dice en el discurso habitual, lo que hacen básicamente es intervenir, cada vez con mayores volúmenes y medidas menos convencionales, para tratar de estabilizar el estallido de las burbujas que se van formando. El dinero o quasi-dinero no lo crean más que en una pequeña medida los bancos centrales, sino el sistema financiero privado en su casi totalidad.
Este privilegio redunda además en una apropiación ilegítima y creciente de la riqueza mundial por parte de estas élites financieras, una proletarización de las clases medias que quedan casi totalmente fuera de este casino global y una pésima asignación de los recursos, ya que estos mercados financieros se mueven en el corto o cortísimo plazo, siendo el HFT (High Frequency Trading), que opera en milisegundos con potentísimos algoritmos informáticos, la máxima expresión de ello.
En palabras del economista Steve Keen, el frente más activo de la lucha de clases se ha trasladado a un conflicto entre el capital financiero y el productivo. Si esta interpretación es correcta, el sistema financiero se ha convertido no solo en un peligro para la estabilidad de la economía, sino en un parásito que amenaza con ahogarla.
Además, el salir de esta situación se antoja muy complicado, ya que los inmensos recursos se emplean para influir sobre las decisiones de los gobiernos y limitar la libertad real en el mundo informativo a través del control de muchos de los medios de comunicación, donde el mensaje repetido es el de quitar mucha responsabilidad sobre lo que está pasando al sistema financiero y presentarlo en parte como una víctima de las malas políticas de los bancos centrales y los gobiernos.
Sólo el tiempo dirá si somos capaces de volver a estabilizar la economía, pero si miramos a la Historia, y concretamente a la Gran Depresión, podremos ver que no se tomaron acciones de regulación necesarias hasta que la situación fue mucho peor que la actual.
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