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sábado, 24 de enero de 2015

Draghi rompe las cadenas de Alemania y riega Europa 

con un billón de euros

  • Multiplica sus estímulos con bonos soberanos y corporativos
  • El 20% del riesgo será compartido


  • Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), llegó a la cita histórica de el jueves al borde del abismo. Por delante, el precipicio de la deflación; por detrás, la tormenta de la crisis económica y su amenaza de prolongarse en el tiempo y de seguir empujando hacia el acantilado. Por si fuese poco, el banquero central italiano estaba oprimido por las cadenas de la ortodoxia monetaria alemana que le atenazaban. En este escenario y ante otro momento clave de la historia del euro, Super Mario volvió a sacar su capa y a volar sobre el peligro. Las diez claves del nuevo programa.

    Draghi se quitó el jueves los grilletes del temor germano a la inflación con una reunión al más puro estilo Reseva Federal. Ya liberado de todas sus  ataduras, Super Mario salió con la mejor de sus sonrisas ante los medios de comunicación mundiales. En este orden, felicitó el año a todos los presentes, a Lituania por su entrada en el euro y, para rematar, anunció un programa de compra de activos de 1,14 billones de euros. Es la receta del BCE para volver a recuperar las tasas de inflación que pide su mandato, "cerca, pero por debajo del 2%".


    Al más puro estilo 'Fed'


    Después de medio año de preparación, Draghi pudo presentar el esperado QE a la europea, un programa con el que realizará compras de 60.000 millones de euros al mes y con el que repartirá entre bonos soberanos, corporativos y los anteriores programas, ahora "expandidos", de bonos de titulización de activos (ABS, por sus siglas en inglés) y cédulas hipotecarias.

    Draghi no quiso determinar la proporción que representará cada uno de ellos, ya que "es complicado, dependerá de cada caso concreto", pero sí quiso poner dos fechas en el calendario: empezará las compras en marzo y se prolongarán "al menos" hasta septiembre de 2016. Los estímulos monetarios impulsan la recuperación y la vuelta del crédito.
    Este calendario puede ser revisado si las expectativas de inflación se consolidan en el objetivo de la entidad pero, en principio, estará en vigor 19 meses, lo que supone un total de 1,14 billones de euros. Al cambio, más de 1,3 billones de dólares, casi el mismo montante que el famoso QE3 estadounidense, y esto "como mínimo". Si a alguien le quedaba alguna duda de que el BCE no iba a tener arrestos para seguir los pasos de la Reserva Federal, el jueves las despejó todas.

    Un riesgo maquillado


    Una de las claves que apuntaban los analistas era quién se haría cargo del riesgo de impago, más si se tiene en cuenta que algunos países están en bono basura. La posición de Alemania estaba clara: no quería mutualizar riesgos, ya que esto eliminaría incentivos para que los distintos Gobiernos nacionales ajustasen sus cuentas públicas. La decisión alcanzada por los miembros del Consejo de Gobierno fue la de repartir estos riesgos: un 20% en manos del BCE y un 80% en los bancos centrales nacionales. El primer bloque se reparte en dos modelos de compras, un 8% que serán adquisiciones directas por parte del BCE y el 12% restante con compras de los bancos centrales nacionales de activos de "agencias europeas", explicó la institución sin dar más detalles. Algunos expertos consideran que una buena parte de este montante podría ir a comprar deuda del Banco Europeo de Inversiones (BEI), que será uno de los grandes financiadores del Plan Juncker de inversiones. El segundo bloque, el que teóricamente no mutualiza riesgos, se realizará con compras directas de los bancos centrales nacionales en el mercado. ¿Cómo las financiarán? Como todas, con activos del sistema de pagos entre los bancos centrales, el Target2, donde anotarán este pasivo (activo para sus socios europeos).

    ¿Qué pasa si hay un impago? Este default será cubierto con el capital de los propios bancos centrales nacionales que, según Draghi, "tienen suficientes recursos para asumir pérdidas". Sin embargo, ante un impago masivo, como puede ser el de un país, se verán desbordados. En este caso, el maquillaje del riesgo compartido desaparece, ya que los bancos centrales podrían no asumir esas pérdidas con su capital. En definitiva, si no pueden devolver el dinero a los socios europeos que hayan aportado este dinero (principalmente Alemania). ¡Sorpresa! El riesgo se volverá compartido. Por este motivo, el propio Draghi advirtió el jueves que "este debate de los riesgos es fútil", ya que, al final, si el banco central nacional no devuelve el dinero a sus contrapartes, éstas asumirán las pérdidas.

    El BCE no quiere monopolizar el mercado


    El BCE anunció también que pondrá limitaciones a sus compras para no copar los distintos mercados y expulsar a otros inversores. Esto significa que pondrá un tope al tamaño de sus compras bajo dos criterios. En primer lugar, adquirirá bonos hasta un máximo de un 33% del saldo vivo de cada emisor. Trasladado al caso español, nunca comprará más de un tercio de los bonos emitidos por el Tesoro. También limitará su participación en cada emisión concreta, hasta el 25%. Por ejemplo, si el Tesoro decide subastar 4.000 millones de euros, el BCE podría comprar, como máximo (y siempre en el mercado secundario), 1.000 millones de este bono.

    También determinó el periodo de vencimientos que incorporá a este programa: bonos de entre 2 y 30 años. De este modo, la entidad podrá intervenir en cualquier tramo de la curva de rentabilidades, lo que otorga al BCE la flexibilidad suficiente para adaptar sus compras a las necesidades de cada momento.

    Además, advirtió que, aunque las rentabilidades de los bonos de algunos países caigan a tasas negativas, no será impedimento para que siga realizando sus compras. Esto es, incorporará a su balance bonos, aunque estén en negativo

    Inyecciones de liquidez con menores intereses


    La compra de activos no fue la única decisión adoptada el jueves por el Banco Central Europeo. La entidad también decidió mejorar las condiciones de las inyecciones de liquidez a la banca a través del programa de subastas de largo plazo condicionadas, programa conocido como TLTRO. En concreto, decidió rebajar los tipos de interés aplicados a estos préstamos, a los que hasta ahora aplicaba un diferencial de 10 puntos básicos sobre el tipo de interés oficial y que, a partir de la próxima subasta, no tendrán este sobrecoste. Esto es, se aplicará el precio del dinero, un interés del 0,05%.

    Bajo el programa TLTRO realizará seis subastas más en el próximo año y medio (todas al final de cada trimestre) y las entidades podrán pedir al BCE tanto dinero como el montante en el que hayan aumentado su crédito al sector privado. Con esta medida quieren que la falta de liquidez no sea un impedimento para que los bancos vuelvan a conceder créditos.

    Las nuevas mayorías


    La reunión del jueves fue novedosa en muchos aspectos. En primer lugar, este año ha comenzado el nuevo calendario con reuniones cada seis semanas (por eso no se hizo reunión en el primer jueves de mes, como era la tradición), y los derechos de voto empezaron a rotar por países: el jueves no pudieron formar parte de las decisiones los presidentes de los bancos centrales de España, Grecia, Irlanda y Estonia. Sin embargo, la novedad más importante es que la entidad empezará a publicar las actas de cada reunión. Por este motivo, Draghi bromeó el jueves con la prensa: "Ya no podré volver a decir que ha habido mayoría, tendré que ser más específico". El jueves empezó a serlo. En primer lugar, el Consejo de Gobierno fue "unánime al acordar que el programa de compra de activos se ajusta a la legalidad de la política monetaria". Con este acuerdo, la entidad se asegura que ningún país llevará este programa ante los tribunales, como ya ocurrió con el anterior programa de bonos soberanos, el famoso OMT.

    En la votación, hubo una "amplia mayoría" que decidió que el momento era el adecuado para implantar este programa. Esto significa que solo unos pocos miembros del Consejo de Gobierno votaron en contra o se abstuvieron. Además, hubo "una buena discusión y se aprobó por consenso el reparto de los riesgos".

    Lo que sea necesario para conseguir inflación


    Inversores, políticos, ciudadanos, expertos... Todos los grupos sociales lanzan sus demandas al BCE, sin embargo, Draghi volvió a recordar el jueves cuál es su papel. La entidad tiene un único objetivo al que tiene que responder por encima de todos los demás: "Mantener las expectativas de inflación cerca pero por debajo del 2% en el medio plazo". Por este motivo, Super Mario advirtió que la entidad no podía retrasarse más en aprobar un paquete de estímulos contundente que fuese el contrapeso a la caída de los precios por el deterioro del petróleo. Si bien Draghi lleva meses advirtiendo que "las expectativas de inflación están firmemente ancladas en el objetivo", la realidad es que el IPC acumula 17 meses sin alcanzar el 1,5%. Al mismo tiempo, la entidad reconoce que tardará en alcanzar este 2%: "La inflación se recuperará gradualmente hacia finales de 2015 y 2016", advirtió el jueves Mario Draghi



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