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sábado, 27 de septiembre de 2014

Austriacos, reservas fraccionarias y el multiplicador del dinero

9 Septiembre, 2014



John Tamny escribió recientemente un artículo en Forbes titulado “The Closing of the Austrian School’s Economic Mind”, en el que criticaba ciertas afirmaciones realizadas en el artículo deMises Daily Confusing Capitalism with Fractional Reserve Banking”, de Frank Hollenbeck.
Tamny va más allá de ocuparse de Hollenbeck, afirmando que muchos economistas austriacos modernos tienen ciertas opiniones de política monetaria que están en oposición a buena parte del resto de las contribuciones de la Escuela Austriaca. El mayor punto de desacuerdo de Tamny con los austriacos es la poca consideración que tienen muchos de ellos con la práctica de la banca de reserva fraccionaria. Al hacerlo así, da varios argumentos que no pueden soportar un análisis crítico.
Lo crucial de la postura austriaca es que la práctica de la banca de reserva fraccionaria da títulos de propiedad para los mismos fondos a más de una persona. La persona que deposita los fondos tiene claramente un derecho de propiedad sobre esos fondos. Pero cuando se realiza un préstamo con esos fondos, el prestatario tiene ahora un derecho a los mismos fondos. Dos o más personas poseyendo los mismos fondos es lo que hace posibles las corridas bancarias. La existencia de una garantía de depósitos desde la década de 1930 ha minimizado el número de estas corridas, en las que múltiples propietarios buscan reclamar sus fondos al mismo tiempo. La garantía de depósitos que impide las corridas bancarias equivale en realidad a un rescate preferente de los bancos. Como esto es un privilegio especial, en lugar de un desarrollo natural del mercado, de ellos se deduce que las restricciones a la banca de reserva fraccionaria serían una validación libertaria del mercado en lugar de la interferencia estatista que Tamny afirma que es.
Su incapacidad para ver que las reservas fraccionarias llevan a que dos o más personas tengan derecho a los mismos fondos al mismo tiempo le lleva a negar la lógica del multiplicador del dinero. Por citarlo:
El problema es que la misma noción de un “multiplicador del dinero” es una imposibilidad lógica, que cae por su propio peso bastante rápidamente si se analiza de la forma más sencilla. (…) Para los austriacos, el dinero puede multiplicarse. El Banco A toma 1.000$, presta 900$ al Banco B, luego el Banco B presta 810$ al Banco C, solo para que el Banco C presta 729$ al Banco D., etc. Muy rápidamente 1.000$ se han “multiplicado” muchas veces al ir pasando el crédito.
La idea del multiplicador del dinero no es en modo alguno únicamente austriaca. Yo la aprendí hace cuarenta años en el libro de texto de Paul Samuelson y en la publicación de la Fed, Modern Money Mechanics. También es el elemento central del capítulo sobre sistema monetario de prácticamente cualquier libro de texto hasta la edición más reciente de Paul Krugman. De hecho, la naturaleza del proceso es una de las proposiciones menos polémicas en economía, siendo una buena definición de proposición económica no polémica una en la que Murray Rothbard y Paul Krugman coinciden en lo sustancial. De hecho, si no hubiera multiplicador del dinero, no se podría explicar por qué, hasta el primer trimestre de 2008, el M1 tenía un tamaño de 1,6 veces la base monetaria, habiendo sido históricamente incluso mayor. Tampoco tendría ningún efecto en la oferta monetaria en ausencia del efecto multiplicador del dinero el porcentaje requerido de reservas, una herramienta de política monetaria que se hizo demasiado poderosa como para usarla después de 1937.
Lo que es polémico en el multiplicador del dinero no es su existencia, sino si crea o no distorsiones en la economía. Las distorsiones introducidas en la economía por la banca de reserva fraccionaria, y en un grado incluso mayor por la banca centralizada, incluyen el elemento central de la teoría austriaca del ciclo económico. La idea básica es que la creación de dinero (que es también crédito, ya que el nuevo dinero se presta para existir) aumenta la oferta de fondos prestables y rebaja los tipos de interés del mercado sin aumentar la oferta de ahorro voluntario. Esto equivoca a los inversores, que creen que hay disponibles más recursos de ahorradores para proyectos de inversión de los que hay realmente. Así que se inician proyectos a una escala demasiado grande, ya que muchos inversores tratan de ejercitar un derecho sobre los mismos recursos productivos. Al hacerlo, empujan al alza los precios de los recursos, recortando la rentabilidad de muchos de estos proyectos de inversión. Esta es la contrapartida en el sector de los bienes reales de las corridas bancarias en el sector monetario. Como no hay contrapartida en el sector de los bienes reales para la garantía de depósitos, las empresas se encontrarán cortas de los recursos necesarios para completar de forma rentable sus proyectos de inversión, mostrándose como malas inversiones y convirtiendo el auge en declive.
Tamny discute las afirmaciones anteriores, en buena parte basándose en lo que me parece una definición idiosincrásica. Dice que: “el crédito no puede multiplicarse. Punto. Para cada persona que consigue con éxito un crédito, debe haber un ahorrador dispuesto a renunciar a una acceso a plazo cercano a los recursos de la economía”. Esta declaración está imbuida por la valiosa idea de que prestar dinero a quienes quieren comprar bienes que no podrían permitirse de otra forma no crea bienes adicionales. Donde aparece la equivocación es en su uso de la palabra crédito para describir los bienes que permite comprar ese crédito. Creo que este uso excéntrico de esa palabra es lo que lleva a muchos de los desacuerdos de Tamny con los austriacos. Aquí está la Prueba A:
Quizá otra respuesta lógica a esta línea de pensamiento es el auge inmobiliario que tuvo lugar en la década de 2000. ¿No fue este último indudablemente una función del crédito fácil? Seamos serios. Creer que los fue, que los tipos bajos establecidos por la Fed fueron lo que hicieron fácil del crédito inmobiliario es creer que el control de las rentas hace abundantes los apartamentos. Pero no es así, ni los bajos créditos decretados por la Fed fueron los conductores del auge inmobiliario.
Los austriacos están de acuerdo en que hacer los préstamos más disponibles de lo que lo haría el mercado no hace disponibles más bienes. Pero la ilusión de más recursos a corto plazo debido al proceso de creación de crédito sí dirige inicialmente recursos de aquellos cuyo dinero disminuye de valor mediante el efecto Cantillon. Por desgracia, muchos empresarios en busca de expandir sus operaciones actúan bajo esta ilusión. Solo cuando el nuevo dinero llega a aquellos cuyo dinero perdió valor inicialmente y estos reafirman su demanda, se hace evidente la indisponibilidad de nuevo crédito para crear nuevo s bienes.
La última crítica que hace Tamny y voy a explicar aquí es su implicación de que el apoyo austriaco a las reservas al 100% sobre depósitos a la vista haría imposible que los prestatarios tomar prestado de ahorradores que entreguen dichos ahorros. Esto es incorrecto. Los austriacos no tienen ningún problema con ahorradores comprando los bonos de una empresa en busca de financiación adicional, ni con que compren acciones, ya sea directamente a la empresa o su banco de inversión o mediante un IPO o en el mercado secundario donde ayude a mantener la liquidez del mercado, ni con una compra de un certificado de depósito o un depósito a plazo, sabiendo que no tendrán derecho a los fondos que hayan confiado al banco hasta el vencimiento. En todos estos casos, los intermediarios están tomando prestado de los ahorradores para prestar a su vez esos ahorros (esto no es exactamente un préstamo en el caso de acciones). A lo que objetan los austriacos es a que los bancos digan a los depositantes que siguen teniendo un derecho inmediato sobre los fondos depositados, cuando estos han entregado a otro un derecho sobre los mismos fondos.
Bajo la eliminación de la banca de reserva fraccionaria, el gasto en inversión se reduciría, no a cero, pero sí a un nivel más sostenible. No eliminaría los errores empresariales, que son parte del tener que actuar frente a la incertidumbre, pero eliminaría la serie de errores generados por los planes incoherentes que se harían sobre la base de señales de tipos de interés falsificados del mercado por debajo del tipo natural, moderando o, en el mejor de los caos, eliminando así el ciclo económico.

Publicado el 2 de septiembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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