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domingo, 28 de septiembre de 2014


El estado causa la pobreza que posteriormente afirma resolver

12 Diciembre, 2013


Si se mira al actual sistema de papel moneda y a sus negativos efectos sociales y sociopolíticos, debe plantearse una pregunta: ¿dónde están las protestas de los defensores y protectores de la justicia social? ¿Por qué no oímos llamadas a manifestarse de políticos y comentaristas sociales, de jefes de agencias de bienestar social y líderes religiosos, todo ellos promotores del bienestar general como misión?
Supuestamente, la respuesta es que muchos solo tienen una comprensión sencilla del papel del dinero en una economía con división del trabajo y que, por esa razón, las consecuencias del sistema actual de papel moneda son ampliamente desconocidas.
El actual sistema de banca de reserva fraccionaria y banca central se opone frontalmente a un régimen monetario de economía de mercado en el que los participantes en dicho mercado pudieran decidir por sí mismos, sin presión o coacción del estado, qué moneda quieren usar y en el que no sería posible que nadie expandiera la oferta monetaria porque simplemente decidiera hacerlo.
La expansión de la oferta monetaria, posibilitada mediante bancos centrales y banca de reserva fraccionaria, es en realidad lo que permite la inflación y por tanto la disminución de la renta en términos reales. En La teoría del dinero y del créditoLudwig von Mises escribía:
La más importante de las causas de una disminución en el valor del dinero de las que tenemos que tener en cuenta en un aumento en las existencias de dinero mientras su demanda sigue siendo igual o cae o, si aumenta, al menos aumenta menos que las existencias. (…) La menor valoración subjetiva del dinero se pasa entonces de persona a persona porque los que entran en posesión de una cantidad adicional de dinero se inclinan a consentir pagar precios más altos que antes.[1]
Cuando hay aumentos de precios causados por una expansión de la oferta monetaria, los precios de diversos bienes y servicios no aumentan en el mismo grado y no aumentan al mismo tiempo. Mises explica los efectos:
Mientras el proceso está en marcha, alguna gente disfruta del beneficio de precios más altos para los bienes y servicios que venden, mientras que los precios de las cosas que compran aún no han aumentado no lo han hecho en la misma medida. Por otro lado, hay gente que está en la infeliz situación de vender productos y servicios cuyos precios aún no han aumentado o no en la misma medida en que los precios que deben comprar para su consumo diario.[2]
De hecho, en el caso del precio del trabajo de un trabajador (es decir, en su salario) que aumente a un ritmo más lento que el precio del pan o de la renta, vemos cómo este cambio en la relación entre renta y activos puede empobrecer a muchos trabajadores y consumidores.
Una oferta monetaria inflacionista puede acusar empobrecimiento y desigualdad de rentas de distintas maneras:

1. El efecto Cantillon

La distribución desigual de la inflación de precios se conoce como efecto Cantillon. Quienes reciben primero el dinero recién creado (principalmente el estado y los bancos, pero también algunas grandes empresas) son los beneficiarios del dinero fácil. Pueden hacer compras con el nuevo dinero con buenos precios que aún no han cambiado. Quienes solo obtienen más tarde el dinero recién creado, o no reciben nada de él, se ven dañados (asalariados, jubilados). Solo pueden comprar bienes a precios que entretanto han aumentado.[3]

2. Inflación de precios de los activos

Los inversores con mayores activos pueden extender más fácilmente sus inversiones y activos y están por tanto en disposición de invertir en activos tangibles, como acciones, inmuebles y metales preciosos. Cuando los precios de esos activos aumentan debido a una expansión de la oferta monetaria, los tenedores de esos activos pueden beneficiarse al aumentar en valor sus activos. Quienes tengan activos se harán más ricos mientras la gente menos activos o sin ellos o se beneficiarán poco o no podrán beneficiarse en absoluto de los aumentos de precios.

3. El mercado del crédito amplifica los efectos

Los efectos de la inflación de precios de los activos pueden amplificarse por el mercado del crédito. Quienes tengan una renta mayor pueden soportar un crédito más elevado, frente a los que tengan rentas inferiores, adquiriendo inmuebles, por ejemplo, u otros activos. Si los precios de los inmuebles aumentan debido a una expansión de la oferta monetaria, pueden beneficiarse de esos aumentos de precios y la distancia entre ricos y pobres aumenta aún más rápidamente.[4]

4. Los ciclos de auge y declive crean desempleo

La causa directa del desempleo es la inflexibilidad del mercado laboral, causada por la interferencia del estado y las presiones de los sindicatos. Una causa indirecta del desempleo es la expansión de la oferta de papel moneda, que puede llevar a falsos auges económicos, que a su vez llevan a malas inversiones. Especialmente en mercados laborales inflexibles, cuando se hacen patentes estas malas inversiones en una economía a la baja, acaban llevando un desempleo mayor y más duradero que es a menudo más gravemente sentido entre las familias con menores rentas.[5]

El estado continúa expandiéndose

Una vez se ha abierto la brecha en la distribución de rentas y de activos, los defensores y protectores de la justicia social protestarán cada vez más, sin saber (o sin decir) que es el propio estado con su sistema monetario monopolista el responsable de las condiciones descritas.
Es un pérfido “modelo de negocio” en el que el estado crea desigualdad social mediante su sistema monetario monopolístico, divide a la sociedad en pobres y ricos y hace a la gente dependiente del bienestar. Luego interviene de una forma regulatoria y distributiva, para así justificar su existencia. El economista Roland Baader observaba:
La casta política debe probar su derecho a existir haciendo algo. Sin embargo, como todo lo que hace, lo empeora, tiene que llevar constantemente a cabo reformas, es decir, tiene que hacer algo, porque ya hizo algo. No tendría que hacer nada si no hubiera hecho ya algo. Ojalá se supiera lo que podría hacerse para que dejara de hacer cosas.[6]
El estado incluso explota la incertidumbre en la población sobre las verdaderas razones para la creciente brecha en la distribución de rentas y activos. Por ejemplo, el Cuarto Informe sobre pobreza y riqueza del Gobierno Federal Alemán dice que, desde 2002, ha habido una clara mayoría entre el pueblo alemán a favor de llevar a cabo medidas para reducir las diferencias de renta.

Conclusión

El sistema reinante de papel moneda está en el centro de la creciente desigualdad de rentas y el aumento en las tasas de pobreza que encontramos hoy en muchos países. Sin embargo el estado continúa creciendo en poder bajo la justificación de controlar el sistema de mercado que supuestamente causó el empobrecimiento causado realmente por el estado y sus aliados.
Si quienes afirman hablar por la justicia social no hacen nada por protestar por esto, su silencio solo puede tener dos posibles razones. O no entienden cómo funciona nuestro sistema monetario, en cuyo caso deberían investigar y aprender sobre él, o sí lo entienden y están ignorando cínicamente una gran fuente de pobreza porque en realidad pueden beneficiarse ellos mismos del sistema de papel moneda.

[2] Ludwig von MisesHuman Action, [La acción humana] Scholar’s Edition (Auburn, Ala.: Mises Institute, 1998), pp. 409-410.
[3] Thorsten Polleit, Cantillons Erkenntnisse, en http://thorstenpolleit.com/FAZ9Mai2011.pdf.
[4] Jörg Guido Hülsmann, “Vermögend auf Kredit”, eigentümlich frei (Abril 2013).
[5] Jésus Huerta de Soto, Geld, Bankkredit und Konjunkturzyklen [Dinero, banca y ciclos económicos] (Stuttgart: Lucius & Lucius, 2001), p. 294.
[6] Roland Baader, Freiheitsfunken II (Düsseldorf: Lichtschlag Medien, 2012), p. 62.

Publicado el 7 de diciembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
 

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