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miércoles, 24 de septiembre de 2014


Ahorrando con letras, bonos, obligaciones y pagarés



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Existe una delgada línea que separa el ahorro y la inversión, de hecho, merced a la inflación, para que el ahorro sea efectivo se debe realizar con vistas a inversiones de alta seguridad que compensen la inflación reinante para no perder dinero en el proceso ahorrativo.
Con vistas a que el ahorro real, y no sólo el nominal, se incremente o al menos no disminuya su cuantía, cualquier curso para ahorradores ha de contemplar la inversión (o ahorro) en valores de renta fija como son letras, bonos, obligaciones y pagarés.

Inversión en letras del tesoro


Las letras del tesoro son el vehículo perfecto de inversión o ahorro para pequeños capitales. Esto se debe a su bajo precio de adquisición y a su corto plazo de vencimiento. El precio de compra parte de los 1.000 euros y se pueden adquirir tantas letras como se quieran en múltiplos del millar de euros.
Las letras se emiten con plazos diversos, en múltiplos de 3 meses hasta llegar al año, es decir, podemos adquirir letras a 3, 6, 9 y 12 meses. Este instrumento de renta fija se emite al descuento, esto significa que, al principio, se paga una cantidad inferior al nominal de la letra y, cuando ésta vence, se cobra la cantidad nominal.
Como se trata de instrumentos de ahorro a corto plazo, las variaciones de su precio en el mercado secundario suelen ser bastante reducidas lo que implica que, dentro del ya de por sí bajo riesgo de los instrumentos de ahorro públicos, son la forma de deuda pública con menor riesgo que existe. Además, al igual que en otros casos, sus rendimientos no tributan a Hacienda en lo que a retenciones a cuenta se refiere pero, al año siguiente, si que se integrarán en la declaración del IRPF.

Bonos y Obligaciones


Los bonos y las obligaciones son los hermanos mayores de las letras. Tanto los bonos como las obligaciones son iguales en sus características siendo su única diferencia el plazo de vencimiento que tienen. Mientras que los primeros vencen a 2, 3 y 5 años, las segundas lo hacen a 10, 15 y 30 años.
Al igual que en el caso de las letras, su adquisición se hace por múltiplos del millar de euros siendo el mínimo a suscribir de 1.000 euros. Dado que, en este caso, el plazo de vencimiento es mucho mayor, el precio de ambos instrumentos puede experimentar mayores variaciones en el mercado segundario.
Aunque en un principio estos instrumentos se emiten, al igual que las letras, por medio de subasta, cualquier inversor puede revenderlos a posteriori a través del antes mencionado mercado secundario. La variación entre el precio de compra y el de venta, asumiendo que no se espera al vencimiento, dependerá de la demanda de bonos en dicho mercado.
Cuando mayor sea la demanda de bonos, mayor será su precio de compra-venta, una ley básica de los mercados. Curiosamente, cuando mayor es dicho precio, puesto que los bonos rinden un interés fijo, menor será el interés real que nos aporte este instrumento de ahorro. Al igual que con las letras, los rendimientos de bonos y obligaciones tributan dentro de la base imponible del ahorro a un tipo del 21% o superior dependiendo de la cantidad del rendimiento.
Aunque cuando nos hablan de bonos u obligaciones automáticamente pensamos en deuda pública, también existen emisiones de este tipo por parte de las empresas, es lo que se llama renta fija corporativa. Se diferencian de la renta fija pública en que, al vencimiento, pueden ser abonadas en efectivo o canjeadas por acciones. Este tipo de deuda ha tenido un buen comportamiento durante el año pasado, sin embargo resulta más una forma de inversión que un método de ahorro.

Pagarés


Los pagarés representan un compromiso de pago entre entidades y/o personas físicas o jurídicas. El ahorrador que adquiere un pagaré recibe a cambio una cantidad fija al vencimiento de éste a cambio de su dinero. Normalmente son entidades financieras las que utilizan estos productos para captar efectivo ya que les resulta más barato que la captación de depósitos.
Sin embargo, aunque para el ahorrador los efectos son similares a los de ahorrar mediante un depósito a plazo, el riesgo es algo mayor, como también lo es, dicho sea de paso, el interés percibido. El riesgo de los pagares proviene de dos factores principalmente, por un lado, son menos líquidos que el tener un depósito a plazo, por otro, la garantía del pagaré proviene de la entidad que los emite de modo que es importante informarme y conocer la salud financiera del emisor.
Debido a este último factor, los pagares requieren un nivel de conocimientos financieros ligeramente superior a los que se necesitan con los otros productos de renta fija antes mencionados (letras, bonos y obligaciones). Es importante, por tanto, no sólo fijarse en la rentabilidad, en la memoria de todos hay casos recientes de pagarés que ofrecían altos intereses y que luego se han encontrado con sorpresas desagradables, sino también en la solvencia.

Conclusión


Está claro que, a la hora de ahorrar, el enemigo a derrotar es la inflación. Invertir en ciertos instrumentos de deuda fija nos ayudará a que el valor real de nuestros ahorros no se vea minorado por tan tenaz enemigo. De nuestra disponibilidad de liquidez a largo plazo y de los conocimientos financieros que atesoremos dependerá la adecuación de uno u otro producto.

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