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domingo, 28 de septiembre de 2014

Guillermo Barba 26/Sep/14 01:55
El grave problema del banco central

INTELIGENCIA FINANCIERA GLOBAL.

El artículo del miércoles pasado llamó mucho la atención, al señalar la constante y desproporcionada emisión de base monetaria (billetes y monedas) por parte del Banco de México (Banxico). Quedó claro que, aun sin reconocerlo, nuestro banco central lleva muchos años inmerso en una dinámica de inyección de liquidez que, a pesar de su pretendida autonomía, termina por alimentar el defectuoso sistema que tenemos. Este cuenta entre sus principales debilidades el estar “respaldado” por un aumento incesante del gasto para estimular la “demanda agregada”, mientras lo que se sacrifica, claro está, es el verdadero pilar fundamental del crecimiento sostenido: el ahorro.

Parece que la experiencia de la baja expansión del PIB nacional en lo que va del siglo no les dice nada a quienes han gobernado el país –de todos los partidos– a los funcionarios del Banco de México ni a los economistas que los respaldan. Deben haber llegado a la conclusión de que si sus políticas no han dado buenos resultados es consecuencia de factores exógenos, ajenos por completo a su equivocado actuar.

No obstante, la realidad es que seguiremos sin llegar a ninguna parte en materia de desarrollo, crecimiento, empleo, productividad y todo lo que tanto nos hace falta si no cambiamos el curso. Para eso lo primero que tendría que ponerse en orden son las finanzas públicas, que deberían cuando menos alcanzar un “déficit cero” real, como el presidente Peña Nieto había prometido al inicio del sexenio. En segundo término, Banxico debería dejarse de rodeos y detener su creación descontrolada de dinero. La Junta de Gobierno del instituto central debería empezar por hacer a un lado sus justificaciones técnicas y su soberbia. Reconocer que sus poderes son limitados, que no todo lo tiene bajo el control de su política monetaria y que imprimir billetes sin límites no es inocuo sería un buen comienzo.

Por desgracia debemos reconocer que las probabilidades de que lo propuesto en el párrafo anterior suceda son ínfimas. Eso sí es una desgracia mayúscula. No cabe duda de que tiene razón la Escuela Austriaca de Economía al criticar la existencia de los bancos centrales pues, como es obvio, su actuar siempre resulta dañino.

Jesús Huerta de Soto, uno de los más prominentes economistas “austriacos”, en su libro “Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos”, hace un muy detallado análisis y crítica de los bancos centrales mediante la aplicación del teorema de la imposibilidad del socialismo.

No es la intención de este artículo revisar todos los aspectos abordados en su amplia obra, pero sí resulta conveniente citarlo en el contexto de nuestra crítica al desempeño de Banxico.

Por ejemplo, Huerta de Soto nos dice que el sistema basado en un banco central y en el ejercicio privado de la banca con reserva fraccionaria es el peor de los casos de una “planificación central” sobre el sistema financiero. Esto debido a que todo está manejado por ese prestamista de última instancia, que ejerce la coacción del Estado en los ámbitos bancario, financiero y monetario.

De esta manera el banco central proporciona liquidez a los bancos en momentos de crisis, y así deja sin efecto las señales y mecanismos naturales del mercado que restringen –o deberían restringir– los excesos de la banca. Además, de este modo se expande el crédito sin el correspondiente “ahorro real voluntario”, con lo que las distorsiones en la economía producto de esa expansión conducen sin remedio a severas crisis. En suma, un banco central no elimina la recurrencia de los ciclos económicos, sino que en el mejor de los casos pospone y agrava su llegada.

Tarde o temprano, dice Huerta de Soto, el mercado “tiende espontáneamente a reaccionar y a revertir los efectos de las agresiones monetarias a las que es sometido, de manera que los intentos deliberados por vía coactiva (o concesión de privilegios) para evitar tales efectos están condenados al fracaso”.

Banxico, pues, debería darse un “baño de humildad”. Huerta de Soto nos recuerda las palabras de F.A. Hayek: “todos los bancos centrales se enfrentan a un dilema básico que hace inevitable que su política deba efectuarse con un amplio poder discrecional, en un entorno en el que carecen de toda la información que necesitan para lograr sus objetivos”. De ahí que su respuesta de que la creación de dinero sólo responde a la “demanda” del público sea más que insatisfactoria.

Huerta de Soto nos dice que incluso defensores de la banca central como Charles Goodhart han reconocido que, a pesar de todos los esfuerzos, en la práctica es casi imposible determinar de manera “adecuada” la oferta y demanda de dinero. “Dado el comportamiento muy variable, difícilmente predecible, y estacional que tienen las múltiples variables que manejan”. De modo que es muy difícil, “si no imposible, controlar tanto la llamada ´base monetaria´ como otro tipo de guías, por ejemplo: cualquier definición de los agregados monetarios, la evolución del índice de precios o la fijación preestablecida de un tipo de interés o de cambio, sin dar lugar a políticas monetarias erráticas y desestabilizadoras”.

En suma, los errores de Banxico los terminaremos pagando todos. Ojalá, por nuestro propio bien, no haga oídos sordos y escuche las voces que exigen corregir el rumbo.

GUILLERMO BARBA: Periodista y Economista de la Nueva Escuela Austríaca de Economía. Es autor del blog Inteligencia Financiera Global. Analista especializado en Mercados de Oro y Plata y comentarista de TV en Proyecto 40.

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