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domingo, 28 de septiembre de 2014

Los bancos centrales y la reforma monetaria pendiente

Hace unos meses tuve la ocasión de dar una charla sobre el sistema monetario actual y sus alternativas de mercado en el Instituto Juan de Mariana de Madrid (18 de Mayo de 2013), titulada ‘Los Bancos Centrales y la reforma monetaria pendiente’. Lo que traté de transmitir es que un sistema caracterizado por la introducción de más competencia en el mercado de la creación de dinero no ha de llevarnos al caos monetario, como muchos aún creen, sino todo lo contrario; por cierto, resulta muy chocante esta creencia y crítica a la competencia entre monedas visto cómo el actual sistema de control estatal de la moneda ha estado muy cerca de llevarnos a un auténtico caos financiero muy recientemente. Además, ese sistema monetario más competitivo no ha de ser necesariamente uno en el que desaparezca completamente el dinero actual y sea sustituido de la noche a la mañana por una miríada de emisores privados de diferentes medios de pago. Tanto algunos de los partidarios como los muchos detractores de introducir competencia en este mercado lo entienden como un sistema en que la gente llevaría algo así como tres o cuatros (o incluso más) monedas distintas para usarlas en el mercado a conveniencia. No creo fuera así, pues sería ciertamente ineficiente y costoso realizar las operaciones normales de mercado en ese escenario de múltiples monedas y precios. De hecho, cuando hubo competencia monetaria, porque la hubo en siglos pasados y en mucho países, convivían a lo sumo dos o tres monedas, pero su uso estaba bastante diferenciado en función de la naturaleza de la operación a realizar: una moneda de menor valor era destinada para los pequeños pagos del día a día, otra de mayor valor para el pago de grandes sumas e impuestos en el país y una tercera (que podía ser una moneda circulante o sólo un patrón monetario) era destinada a operaciones con terceros en el resto del mundo. Un sistema así funcionó durante muchos años en la Castilla en la Edad Moderna.
Dado el elevado grado de intervención de las autoridades económicas en la emisión y verdadero ‘manejo’ de la moneda (por ejemplo, con la política monetaria), intervención que viene de muy antiguo, concentrarse en conseguir de manera fulminante ese ideal de mercado abierto y competitivo resulta poco realista, al menos a corto y medio plazo. Pero sí que hay cambios que pueden ir haciéndose en esa dirección: desde permitir la competencia de dos monedas en paralelo en el área del euro (algo que defendemos y explicamos varios profesores aquí) hasta, ‘simplemente’, eliminar la cláusula de dinero de curso legal de la moneda nacional (estatal); la eliminación de esa auténtica barrera legal (cierto, junto con otras condiciones adicionales) permitiría dar un gran salto en favor de la creación de un mercado abierto y disputable en el que podrían competir el banco central nacional y otros emisores privados (nacionales o extranjeros) por la provisión del mejor medio para realizar transacciones y también para diferir pagos, lo que no deja de ser una forma de ahorro claro. En función de la calidad de la moneda emitida en el mercado, la demanda de una y otras variará y, con ella, la apreciación o depreciación de las mismas; de esta forma, las variaciones del tipo de cambio (flexible) en el medio y largo plazo entre las monedas sería un buen indicador del mayor o menor poder adquisitivo de las mismas. Como maravillosamente explicó Vera Smith (1936) en susFundamentos de la Banca Central y de la Libertad Bancaria y detalla George Selgin(*) (1988) en La libertad de emisión del dinero bancario, en un sistema abierto a la competencia, los emisores de monedas tendrían incentivos para asociarse y formar una especie de clubes de emisión de moneda en el que proveerían por si mismos los servicios esenciales para el mantenimiento del poder de compra de la moneda y la fiabilidad de los pagos hechos con ella en el mercado. Si, bajo este sistema monetario abierto a la competencia, el Estado quiere seguir monetizando sus déficits fiscales e inflar el mercado con emisiones excesivas de esa moneda, la respuesta de los usuarios será desprenderse paulatinamente de ella; lo que se reflejará en una depreciación de la moneda estatal y en la consiguiente pérdida de las ganancias por señoreaje de emisión del Estado en favor del resto de competidores. Ello sería sin duda el mejor incentivo para abandonar tales políticas inflacionistas que acaban por deteriorar la calidad de la moneda.
Pero, como decía más arriba, hasta llegar a ese sistema más competitivo mucho nos queda por mejorar el presente. Y es a ello a lo que dediqué la segunda parte de mi intervención en el Instituto Juan de Mariana; al estudio de otras reglas de emisión de los bancos centrales distintas a las actuales que pueden contribuir a mejorar la calidad del dinero que emiten. La charla fue seguida de un muy activo turno de preguntas y comentarios por parte de los asistentes que espero os resulte de interés; especialmente animada fue sin duda la discusión sobre el patrón oro clásico y su posible aplicación en la actualidad. Os dejo a continuación el vídeo y una entrevista resumen de la misma. Como siempre, los comentarios y especialmente las críticas son muy bienvenidas:
Juan Castañeda
Nota: (*) G. Selgin dará una charla en Madrid el 2 de Octubre, en la Fundación Rafael del Pino. Merece muy mucho la pena ir a escucharle. Es un auténtico especialista en estos temas, es muy ameno y se explica de maravilla. Toda la información para asistir la encontraréis aquí:

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