La moneda fuerte y el ciclo económico
Como apuntaba el profesor Kirzner (2001, pp. 137, 140), Mises no empezó intentando desarrollar una teoría del ciclo económico. La rguemntación del ciclo económico apareció por primera vez en las últimas páginas de la Teoría del dinero y del crédito (1912). Este desarrollo temprano de la teoría austriaca del ciclo económico era una manifestación directa del rechazo de Mises del concepto del dinero neutral y “aparecía como un subproducto casi casual de su exploración de la teoría de la banca” (Kirzner 2001, p. 140). Este desarrollo era un esquema incompleto de la teoría, particularmente para los no versados en los fundamentos teóricos capitales de la argumentación.
De hecho la primera exposición de Hayek (1999, pp. 105-106 n.) de su versión de la teoría aparece en una larga nota a pie de página en su trabajo de 1925 “Monetary Policy in the United States after the Recovery From the Crisis of 1920”. La nota se añadió siguiendo una sugerencia de Gottfried Haberler. Hayek explicó posteriormente que como “no podía encontrarse una explicación suficiente de la teoría que yo había usado en las obras publicadas de Mises y si quería que se entendiera, debía dar una explicación más completa de la teoría subyacente en mis informes de acontecimientos descritos”.
La teoría austriaca del ciclo económico es una mezcla intrincada de teoría monetaria y teoría del capital. La teoría monetaria y del capital de Mises (y Hayek) difiere tanto en forma importantes como sutiles de la aproximación neoclásica ortodoxa. Los economistas que trabajan siguiendo la tradición de Mises siguen sufriendo problemas de comunicación con los economistas ortodoxos. Aunque la terminología usada es similar en ambas teorías, la definición de los términos clave, la comprensión de la naturaleza del problema económico y el papel de los precios, especialmente los precios de los medios de producción, difieren considerablemente.
Hayek hizo buena parte del trabajo desarrollando los “aspectos reales” de la teoría del ciclo económico, pero, como han apuntado otros, Hayek tenía un pie en el campo austriaco y otro en el campo de equilibro general de Walras.[1] Por esta razón, Hayek puede ser un importante puente entre economía ortodoxa y austriaca. Hayek puede leerse (o quizá leerse más fácilmente, ya que leer a Hayek nunca es fácil) por parte de un economista de formación neoclásica con un conocimiento limitado de economía austriaca. En muchos casos, sus ideas pueden ser asimiladas o al menos parcialmente incorporadas al análisis neoclásico.
La teoría austriaca del ciclo económico y el argumento del cálculo dependen de la teoría austriaca del capital y de la comprensión austriaca del papel del tiempo en el proceso económico para muchas de sus sutilezas. Los que se basan en Hayek, a menudo interpretan sus argumentos en términos de teoría neoclásica del capital y pueden equivocarse creyendo que la teoría austriaca del ciclo económico “no era en modo alguno tan intelectualmente satisfactoria como parecía al principio. Había agujeros reconocidos aquí y allá en la primera explicación publicada que se entendía como meramente rudimentaria y que cuando se intentaban llenar esos agujeros se hacían más grandes en lugar de más pequeños y aparecían nuevos agujeros insospechados” (Kaldor, [1942] 1980, p. 148).
Aunque haya mucho útil en los numerosos intentos de Hayek de responder a sus críticos, hay que remontarse a su mentor Mises y a los que Lewin (1999, pp. 115-133) llama teoría moderna mengeriana del capital para dar una respuesta más completa y convincente a Kaldor y críticos similares. La respuesta depende del desarrollo de un proceso de mercado de una economía monetaria.
Como explica Lewin (1999, p. 71), mientras que los teóricos neoclásicos y ricardianos interpretan a Böhm-Bawerk dentro de un marco de equilibrio y se centran en sus ideas empíricas respecto de la mayor productividad del capital usando procesos, “los teóricos austriacos (del proceso de mercado) modernos, siguiendo a Mises, Hayek, Lachmann, Kirzner y Rothbard (y también Frank Fetter) se centran en algunos de los pronunciamientos menos formales de Böhm-Bawerk y deducen algunas ideas esenciales a partir de ellos. En particular estas incluyen el papel del tiempo y la naturaleza del beneficio y el interés”.
La teoría del proceso del mercado lleva a una comprensión de que el cálculo monetario y el capital proporcionan la única base para una planificación económica racional. La planificación económica racional es la base para el desarrollo y continuidad de la civilización basada en la cooperación social y la división del trabajo.
La teoría del ciclo y el desarrollo del argumento del cálculo monetario
Peter Boettke (2001, p. 44) ha argumentado “La centralidad del cálculo monetario para Mises y Hayek es la contribución única de la Escuela Austriaca de economía. Combinada con las suposiciones austriacas y propuestas teóricas adicionales (irreversibilidad del tiempo, incertidumbre, estructura temporal de la producción, heterogeneidad y especificidad múltiple de los bienes de capital, no neutralidad del dinero, etcétera), el cálculo económico aparece como no solo un aspecto del proceso de mercado, sino como el elemento crucial que permite la cooperación social bajo la división del trabajo” (Boettke, 2001, p. 44).
El argumento con respecto a la importancia del cálculo monetario para la planificación económica racional llegó al frente durante el debate del cálculo socialista. El argumento del cálculo económico racional fue una extensión de la anterior obra de Mises sobre teoría monetaria y su extensión al ciclo económico. Para Mises y Hayek, la teoría del ciclo económico era un intento de integrar y comprender una estructura compleja de capital en una economía de intercambio monetario (Boettke 2001, p. 34).
La teoría austriaca del ciclo económico se basa en la mala asignación intertemporal de recursos. El verdadero problema intertemporal de los precios es la relación entre los precios de entradas aplicadas en una fecha anterior con los precios disponibles en una fecha posterior (el tipo natural de interés en un modelo austriaco) y el tipo de interés en el mercado de préstamos influido por la creación de crédito. Kirzner (2001, p. 141) destaca este punto como un elemento clave en la teoría de Mises. Mises “confía en la comprensión del lector de la idea de Böhm-Bawerk de que el tipo de interés del dinero simplemente se corresponde, en una economía que funcione con fluidez en un nivel dado de producción, con el valor del exceso de biens de consumo en una fecha concreta, por encima del valor (los precios spot) de las entradas invertidas en fecha anterior en su producción”.
Es en el desarrollo de la teoría del ciclo económico donde Mises y posteriormente Hayek reconocen que la planificación económica racional implica, no solo cálculo monetario (“en ausencia de dinero, no hay cantidades económicas ni cálculo económico” (Salerno, 1998 [2002], p. 2)), sino más importantemente la estimación del valor de los recursos disponibles en periodos anteriores relativos a los precios esperados de la producción relevante disponible en fechas posteriores. Esta es la función empresarial y no puede duplicarse en ausencia de un proceso de mercado en que los precios reflejan las preferencias y juicios de individuos que valoran y actúan. Como ha apuntado Salerno (1993, p. 123): “El verdadero proceso de mercado está dirigido por una clase identificable, aunque siempre cambiante, de individuos cuyas actividades productivas están guiadas por el cálculo económico basado en la previsión perpetua de un futuro incierto y cambiante.
El entorno monetario necesario para permitir este proceso de planificación empresarial para que funcione más eficazmente es la conexión entre la teoría monetaria, del capital y del tipo de interés que es el fundamento de la teoría austriaca del ciclo económico y el desarrollo y refinado de los argumentos aportados por Mises y Hayek en el debate del cálculo socialista. Los elementos clave en este entorno favorable son la propiedad privada de los medios de producción, cálculo monetario, capital y moneda fuerte.
Cálculo monetario, capital y moneda fuerte
Reconocer el papel e importancia del cálculo monetario requiere una correcta comprensión del problema económico, que es “emplear los medios disponibles de tal manera que ningún deseo sentido más urgentemente permanezca insatisfecho porque los medios apropiados para su consecución se emplearos (desperdiciaron) para alcanzar un deseo sentido menos urgentemente” (Mises 1998, p. 208). La misma naturaleza de este problema económico se explica mal en las presentaciones habituales de los libros de texto. El problema no es la asignación de recursos escasosconocidos para satisfacer deseos conocidos de consumidores conocidos basada en un métodoconocido de costes mínimos de producción para cada bien o servicio conocido. Estos ‘conocidos’ no están dados, sino que son los elementos que deben descubrirse mediante un proceso de mercado y solo pueden descubrirse de esa manera.
La tarea que asumen los empresarios es obtener ganancias (y evitar pérdidas) intentando cumplir con los deseos futuros previstos de los consumidores en la forma más eficiente posible. La naturaleza es especulativa por su propia naturaleza. Pero un vez que se reconoce que “los hechos de la vida no son rígidos, que todas las cosas están fluctuando perpetuamente y que los hombres no tienen un conocimiento seguro del futuro”, entonces queda claro que “el cálculo es tan eficiente como puede ser. Ninguna reforma puede mejorar esta eficiencia”. El empresario hace uso de la herramienta mental del cálculo económico para “ajustar sus acciones tanto como sea posible a su opinión actual con respecto a la satisfacción de deseos en el futuro. Para este fin, el hombre que actúa necesita un método de cálculo y el cálculo requiere un denominador común al que sean referibles todas las cosas entradas. El denominador común es el dinero” (Todas las citas de Mises 1998, p. 215).
Mises (1998, pp. 230-231) resume el cálculo monetario como un “método de pensamiento” que: a. es la “estrella de Belén de la acción bajo el sistema social de la división del trabajo” en el que el empresario “calcula para distinguir las líneas remunerativas de producción de las no rentables”, b. es “precálculo comercial de costes e ingresos esperados”” y la evaluación posterior de la acción pasada contabilizando beneficios y pérdidas, c. puede operar solo en una disposición institucional “con la división del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción en que bienes y servicios de todo tipo se compran y venden utilizando un medio de intercambio utilizado de forma generalizada, es decir, dinero” y d. “llega a su completa perfección en la contabilidad de capital”.
El concepto de capital no es una categoría de todas las acciones, sino solo una categoría de acción en una economía de mercado. El capital es un elemento esencial en la planificación empresarial. Es una estimación del valor de mercado en una fecha concreta de un plan de negocio concreto. Como tal, “no puede separarse del contexto del cálculo monetario” (Mises 1998, p. 262). Un negocio o plan empresarial concreto implica una estructura temporal de producción para la empresa individual, un patrón de entradas (bienes de capital, trabajo y recursos naturales o tierra) aplicado a fechas anteriores y seguido por un patrón de salidas vendidas en fechas posteriores.
Las agrupaciones de planes empresariales implican una estructura temporal de producción para la economía en su conjunto, compuesta de planes interconectados y complementarios y planes competitivos. El cálculo monetario (valoración de capital mirando al futuro) y la retroalimentación continua de las pérdidas y ganancias impulsan a los empresarios a ajustar continuamente los planes para la provisión de los bienes y servicios más valorados por los consumidores (hacia resolver el problema económico básico). Sin precios de mercado (en dinero) y especialmente sin precios de mercado para los medios de producción, no puede haber mercados para recursos, ni precios en dinero para recursos y por tanto ningún cálculo monetario ni capital. Sin capital, el problema económico es incalculable, irresoluble.
La caída de los antiguos países socialistas ha alertado a la mayoría de los economistas sobre la importancia de los mercados y la propiedad privada para una prosperidad económica a largo plazo. Sin embargo hay un elemento adicional importante que es crucial si ha de funcionar el cálculo monetario de una forma más coherente con la soberanía del consumidor: la moneda fuerte. Como expresaba Salerno (1998 [2002], p. 1): “aunque ahora hay un reconocimiento básico de los economistas de que una asignación racional de recursos necesita reformas institucionales que devuelvan recursos a manos privadas y restauren los genuinos mercados para entradas productivas, no existe dicha comprensión de la importancia de la moneda fuerte para los procesos del cálculo económico”.
¿Qué es moneda fuerte? Salerno (1998 [2002], p. 4) argumenta: “Moneda fuerte es por tanto simplemente una que no lleva a una falsificación o anulación sistemática del cálculo económico”. El cálculo económico requiere precios en dinero, pero para el cálculo para lograr más adecuadamente el objetivo de resolver el ‘problema económico’, los precios en dinero usados para el cálculo deben reflejar las valoraciones de productores/consumidores que se basan en sus preferencias conocimientos y recursos individuales únicos. Con una moneda fuerte, los precios en dinero reflejan valoración y acción.
Las fluctuaciones en el poder adquisitivo del dinero causadas por el lado monetario que reflejen preferencias individuales respecto de tener dinero o valoraciones que induzcan a los individuos a dedicarse al hallazgo y producción del material monetario elegido por el mercado, o los cambios en el poder adquisitivo del dinero por el lado de los bienes forma parte integral del ajuste continuo para un futuro incierto. Todos los cambios de estos tipos son coherentes con una moneda fuerte.
Para cualquier mercado dado, los precios no reflejan valoraciones individuales siempre que haya una intervención del gobierno en el mercado. Los empresarios pueden aún hacer planes basados en precios controlados y, dadas las limitaciones impuestas sobre su comportamiento, dichos planes pueden ser rentables y por tanto parecer temporalmente exitosos. Pero dichos planes no son coherentes con el objetivo anterior de resolver el problema económico. Aun no sistemáticamente (todavía), el cálculo económico se ha falsificado. La extensión de los controles de precios a la mayoría o todos los mercados, como en las economías socialistas del “comunismo de (post)guerra”, lleva a una “falsificación sistemática” o anulación del cálculo económico.[2] Es el tipo de problema del cálculo que acabó llevando a la decadencia y caída de las economías del antiguo bloque soviético.
Así que la moneda fuerte es una moneda cuyo poder adquisitivo y cantidad están determinados por las valoraciones de consumidores y productores basándose en sus preferencias, conocimientos y recursos: un dinero material determinado por el mercado sin intervención del gobierno. Como expresaba Mises (1998, p. 225):
El cálculo económico no requiere estabilidad monetaria en el sentido en que se usa el término por parte de los defensores del movimiento de estabilización. El hecho de que la rigidez en el poder adquisitivo de la unidad monetaria sea impensable e irrealizable no obstaculiza los métodos de cálculo económico. Lo que requiere el cálculo económico es un sistema monetario cuyo funcionamiento no se vea saboteado por interferencias públicas. Los esfuerzos por expandir la cantidad de dinero en circulación con el fin de aumentar la capacidad de gasto del gobierno o para conseguir una rebaja temporal del tipo de interés desintegran todos los asuntos de divisas y trastornan el cálculo económico.
Como el dinero no tiene mercado propio, las intervenciones monetarias permean todos los mercados. Las intervenciones monetarias y los controles universales de precios crean problemas de falsificación que son inmediatamente sistemáticos, pero los efectos de las intervenciones monetarias son mucho más sutiles.
Los economistas austriacos están de acuerdo en los objetivos de la moneda fuerte: evitar el “caos en el cálculo”[3] y proprocionar un “instrumento para la protección de las libertades civiles contra acciones despóticas por parte de los gobiernos” (Mises 1971, p. 414). También hay un acuerdo general en que una vuelta a la moneda fuerte “implica abolir la banca centralizada y el papel moneda fiduciario y restaurar un dinero material elegido por y totalmente sujeto al mercado” (Salerno 1998 [2002], p. 4). Sin embargo hay polémica sobre los medios. ¿Requiere la moneda fuerte una banca de reserva al 100% o permite libertad bancaria?[4] Uno sigue a Mises (1998, p. 440):
La banca libre es el único medio de prevención de los peligros propios de la expansión del crédito. Es verdad que no impediría una lenta expansión del crédito, mantenida dentro de unos límites muy estrechos, por parte de los bancos cautelosos que proporcionarían al público toda la información requerida acerca de su situación financiera. Pero bajo la banca libre habría sido imposible que la expansión de crédito con todas sus consecuencias inevitables se hubiera convertido en una característica habitual (estoy tentado de escribir normal) del sistema económico. Solo la banca libre habría mantenido segura a la economía de mercado frente a crisis y depresiones.
Y “No hay razón alguna para abandonar el principio de libre empresa en el ámbito de la banca”.
O uno sigue a Salerno (1998 [2002]), Herbener (2002) y Reisman (2000), que defienden reservas del 100% basándose en propuestas de reforma realizadas por Mises (1971, pp. 448-457 y 1978, pp. 17-21 y pp. 44-47)[5] que argumentaba a favor de un respaldo del 100% para todo nuevo billete emitido o depósitos a la vista. Para la reforma, la restauración de un sistema monetario al borde del colapso o como una propuesta de cómo pasar de nuestro sistema actual hacia un sistema de moneda fuerte un paso así puede ser esencial. Pero después de la reforma también es esencial que “la cuestión de la libertad bancaria deba discutirse entonces una y otra vez, sobre unos principios básicos” (Mises 1978, p. 45).
Conclusiones
La intervención/control del gobierno en el sistema monetario crea distorsiones en el sistema de precios en dinero. Estas intervenciones llevan a precios en dinero que no se basan en valoraciones y conocimientos individuales. Los errores de cálculo serán mayores que los errores empresariales que son parte integral de la inevitable incertidumbre asociada con la planificación de provisión futura de deseos de consumidores. La planificación para atender las demandas más urgentes de los consumidores se ve obstaculizada y, en caso de un auge desastroso en el que no haya disponible ningún sustitutivo del dinero, tan corta en su horizonte temporal como para verse eliminada en la práctica.
Los argumentos que justifican una política de moneda fuerte fueron originalmente extensiones de la teoría austriaca del ciclo económico. La creación de crédito socava sistemáticamente los planes empresariales basados en capital al aumentar la dificultad asociada “con las relaciones entre recursos en un momento del tiempo y los resultados en puntos posteriores del tiempo” (Kirzner 1996, p. 43). La crisis o declive que sigue a un auge es solo la desaparición del cálculo de forma repentina. La intervención se detiene o ralentiza y los cálculos falsos se revelan. La acción correctiva de la información de pérdidas y ganancias empieza de nuevo a reafirmarse. La actividad económica “se recupera”, al empezar el mercado de nuevo un proceso de alinear planes de negocio con valoraciones de consumidores/productores y recursos disponibles. Si no se ralentiza ni detiene la intervención, la inflación continúa hasta que se produce el estallido del auge con el correspondiente cálculo completo asociado.
La moneda fuerte proporciona un entorno financiero en el que crisis económicas asociadas con malas asignaciones de recursos o malas inversiones pueden evitarse y en las que el cálculo monetario puede ser tan eficaz como sea posible. Los economistas que aceptan el argumento austriaco de la imposibilidad del cálculo económico racional en una economía socialista y reconocen que los problemas de cálculo son inherentes en economías altamente intervencionistas, pero rechazan la teoría austriaca del ciclo económico, deberían revisar su posición.
Los elementos clave para entender el proceso de mercado basado en la planificación empresarial, el cálculo monetario y el capital son los elementos clave que subyacen tanto el argumento del cálculo como la teoría austriaca del ciclo económico. Sin moneda fuerte, el cálculo es menos eficiente y la economía tenderá a tener ciclos económicos. Con una política de moneda fuerte, no aparecerá ningún ciclo de auge-declive y el cálculo monetario y la planificación serán tan eficientes como sean posibles en un mundo de incertidumbre.
Referencias
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Hayek, F.A. 1999. The Collected Works of F.A. Hayek, Volume 5: Good Money Part I: The New World. Editado por Stephen Kresge. Chicago: University of Chicago Press.
Herbener, Jeffrey M. 2002. “Ludwig von Mises on the Gold Standard and Free Banking“. Quarterly Journal of Economics, Vol. 5, Nº 1: 67-91.
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Kirzner, Israel M. 2001. Ludwig Von Mises: The Man and His Economics. Wilmington, Delaware: ISI Books.
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Lewin, Peter. 1999. Capital in Disequilibrium: The Role of Capital in a Changing World. Londres y Nueva York: Routledge.
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Osterfeld, David. 1992. Prosperity Versus Planning: How Government Stifles Economic Growth. Nueva York y Oxford: Oxford University Press.
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Van den Hauwe, Ludwig. 1999. The Hayek-Keynes Debates: Lessons for Current Business Cycle Research. Lewiston, Queenston, Lampeter: Edwin Mellen Press.
[1] Ver Cochran y Glahe (1999, p. 88 n) y Salerno (1999, pp. 45-46). Ver Salerno (1993) para la influencia de Weiser en Hayek.
[2] Ver Boettke (2001) Capítulos 6 y 7 y Osterfeld (1992, pp. 6-9).
[3] Ver Salerno (1998 [2002], p.1) y Rothbard (1970, pp. 825-826).
[4] Uso deliberadamente aquí libertad bancaria en lugar de la más familiar banca libre para diferenciar a aquellos que ven la libertad bancaria como coherente con la moneda fuerte de lo que abogan por la banca libre como un medio para disminuir la influencia de cambios en la demanda de dinero en el equilibrio monetario y el poder adquisitivo del dinero. La libertad bancaria implica que los bancos operan en un entorno en el que los bancos están sometidos a las normas generales del derecho mercantil y civil y no reciben privilegios especiales y protecciones concedidas por el estado. Como expresaba Mises (1998, p. 440): “Lo que hace falta para impedir cualquier expansión adicional del crédito es poner al negocio bancario bajo las normas generales del derecho mercantil y civil que obligan a todo individuo y empresa a cumplir con todas las obligaciones cumpliendo completamente los términos del contrato”. Debo esta idea, la distinción del acuerdo en los fines y no en los medios, y la inclusión de esta explicación en el trabajo a unos comentarios y sugerencias muy útiles realizados por Larry Sechrest.
[5] Ver Ebeling ed. (2002) para otras propuestas similares de Mises.
Publicado el 19 de marzo de 2003. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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