Buscar este blog

lunes, 24 de octubre de 2016

Seis cosas a considerar acerca de la inflación







Como término económico, “inflación” es una abreviatura para “inflación de la oferta monetaria”.
Sin embargo, la gente en general normalmente piensa que significa “precios en aumento”, lo que no es sorprendente, ya que uno los efectos comunes de un aumento en la oferta monetaria son los precios más altos. Sin embargo, les apoya la política del gobierno dicen a menudo: “Si la flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) y su terrible hermana gemela, la banca de reserva fraccionaria, son tan terribles, ¿por qué no tenemos ninguna inflación?”
Para tratar este misterio, hay seis factores relacionados que son importantes:
Número uno: Tenemos que ser claros acerca de los términos que estamos usando. En lugar de hablar sobre “inflación” en un sentido vago, como más arriba, es más apropiado hablar de devaluación de la moneda, que es el impacto real de la creación de dinero fiduciario por cualquier medio. Experimentamos devaluación de la moneda como un menor poder adquisitivo. Dos caras de la misma moneda: una refleja la otra.
Número dos: La pregunta anterior olvida el hecho de que las medidas que se usan en este proceso no son fiables de por sí. La disminución en el poder adquisitivo es más evidente cuando se mide objetivamente en relación con un producto esencial, como el petróleo, en lugar de con el índice de precios del consumo (IPC). El IPC pretende reflejar los precios de ingredientes seleccionados por los estadísticos del gobierno en lo que consideran que es una cesta típica, pero teórica, de “bienes y servicios de consumo”. Esta cesta, cuyos contenidos varían periódicamente, genera un índice en el que no se puede confiar como barómetro objetivo. Apoya la brujería de estadísticos del Tesoro no independientes y se refiere a bienes que difícilmente están en vuestra cesta de la compra o en la mía.

Haciendo estallar las burbujas

Número tres: El dinero fiduciario recién creado debe ir a alguna parte y por tanto va a las manos de sus primeros receptores, los bancos, las instituciones financieras, las instituciones públicas y las clases urbanas acomodadas que son los que menos lo necesitan, ampliando las diferencias entre ricos y pobres y creando así burbujas de activos en propiedades, automóviles de lujo, yates y esa multitud de cosas que sólo los muy ricos pueden permitirse adquirir. Así que no digamos nunca que “no hay inflación de precios”, es solo que los precios de esos activos no aparecen en las estadísticas oficiales del IPC.
Número cuatro: El banco central europeo (BCE) no es ningún holgazán en lo que se refiere a la creación de dinero de la nada y los bancos dentro de la Eurozona han empezado por tanto a confiar en él para sobrevivir. La solvencia de los países del sur de la UE depende de la premisa de rescates con dinero fiduciario ilimitado (gracias a Mario “lo que haga falta” Draghi) del BCE. Pero hasta que llegue el próximo rescate, los gobiernos harán todo lo que puedan coactivamente para apoyar a sus bancos insolventes por cualquier medio, justo o injusto. En Italia, por ejemplo, el gobierno ahora ha “invitado” a los fondos de pensiones del país a invertir 500 millones de euros en un fondo bancario llamado “Atlante”, que ha sido creado formalmente como comprador último recurso para ayudar a los prestamistas italianos (cuya deuda mala equivale a un quinto del PIB) a reducir sus cargas tóxicas. Al haberse quedado sin dinero de otras personas, el gobierno italiano está tratando ahora de atacar a los fondos de pensiones de la nación.
Número cinco: En la misma línea, no cabe duda que habéis oído hablar del “dinero de helicóptero”. Es una variante de la QE favorecida por ciertos políticos que hablan despreocupadamente acerca de la necesidad de una “QE para el pueblo”. La idea es que eludir a los mandarines del Tesoro dejando caer el dinero recién imprimido directamente sobre el pueblo a través del gasto público, de forma que este (y no las clases ya ricas) pueda beneficiarse de la bonanza y ayudar a la economía gastando su riqueza recién encontrada. De nuevo esta idea comete el error esencial de igualar “dinero” y “riqueza”. Si todos descubren de repente que los desembolsos gratuitos han acrecentado sus cuentas bancarias, ¿cuánto tardarán en subir los precios? (Y como incluso el dinero de helicóptero se origina en el banco central, podéis estar seguros de que en cualquier caso el sector financiero de alguna manera pondrá antes sus manos sobre él).
Número seis: El punto final se refiere al efecto corrosivo de la supresión deliberada y completamente equivocada de los tipos de interés, los cuales, si se les dejara encontrar su propio nivel de mercado, representarían el valor temporal del dinero o lo que sector privado está dispuesto a pagar por tener liquidez, ya sea para gastar ahora o para ahorrar para gasto futuro.
La supresión de los tipos de interés es otro intento desesperado más de estimular la demanda, esperando que lleve a actividad económica productiva. Pero va en contra de la ley de Say, que sostiene correctamente que producimos para consumir. Invertir esto lleva a la idiotez de la “gestión de la demanda”, como si estimular la demanda generara mágicamente la producción necesaria para satisfacer esa demanda. Si eso fuera verdad, Venezuela y Zimbabue estarían compitiendo ahora mismo por el título de la economía más próspera del mundo.
Suprimir los tipos de interés destruye la medición natural de la preferencia temporal. Deja en pausa muchos planes de inversión en infraestructuras a largo plazo, simplemente porque ningún productor de proyectos de capital del sector privado comenzará un proyecto que no pueda costearse con seguridad. Después de todo, ¿quién sabe cuándo aumentará los tipos de interés? ¿Y con qué coste económico para el proyecto? La incertidumbre reprime la acción.
El riesgo de mala asignación de recursos de capital es sencillamente demasiado grande para el sector de la construcción privada. Basta con que veáis los muchos desastres del sector público: hay aeropuertos españoles en los que no ha aterrizado ningún avión y autopistas portuguesas en las que no hay automóviles. ¿Y aquí en Reino Unido? Esperad ala HS2, las nuevas pistas de aterrizaje, Hinkley y todos los demás proyectos mastodónticos “libres de intereses” que han obtenido luz verde sin haber estado sometidos nunca a ningún cálculo económico fiable.
¿Cómo acabaremos entonces en el sector productivo? Los tipos de interés cercanos a cero favorecen planes de producción a corto plazo con mínimos requerimientos de capital, generando líneas de producción de bajo riesgo de bienes baratos. Por eso tenemos tiendas de “todo a una libra” y esas tiendas oscuras que ahora pueblan todas las calles importantes de los suburbios, creando la ilusión de una inflación cero. Que es a donde llegamos.

El artículo original se encuentra aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario