Los salarios son el precio de los servicios laborales de un trabajador. La oferta de servicios laborales en el conjunto de una economía depende de la cantidad total de horas de trabajo (del número de trabajadores y del número de horas que quiera estar ocupado cada trabajador) y su demanda de las oportunidades que conozcan los empresarios para emplearlos rentablemente: de la intersección de esa oferta y de esa demanda surgen los salarios. Es decir, en un mercado libre, el salario es aquel precio por los servicios laborales que induce a los empresarios a dar empleo a todos aquellos trabajadores que lo buscan. Los intentos de incrementar los salarios por ley son totalmente en vano: a mayores costes salariales, menores oportunidades para que los empresarios rentabilicen su inversión, de modo que su demanda de trabajadores caerá y engendrará desempleo. Por eso, las leyes de salario mínimo, los convenios colectivos o los incrementos de las cotizaciones sociales tienden a incrementar el paro: encarecen la contratación sin aumentar directamente la productividad de los trabajadores (más costes a igual rendimiento).
La única forma de lograr ese deseable objetivo que es aumentar sostenidamente los salarios —y, por tanto, los estándares de vida de los trabajadores— es la de incrementar la productividad de los empleados: si cada trabajador es capaz de producir más bienes y servicios por cada hora ocupada, las oportunidades rentables de inversión empresarial serán mucho mayores y, por tanto, también lo será su demanda de trabajo. No son los decretos gubernamentales los que nos conducirán a mejores salarios, sino la mayor productividad del trabajador. ¿Y cómo incrementar la productividad de los trabajadores españoles? Sólo hay un camino: con mucha mayor inversión empresarial en bienes de capital (maquinaria, formación, I+D, infraestructuras, etc.), de manera que un mismo empleado se vuelva mucho más eficiente dentro de los procesos productivos de una compañía. Es decir, si queremos mayores salarios hemos de fomentar la inversión empresarial: y para fomentar la inversión empresarial necesitamos instituir un clima de estabilidad, confianza, libertad económica e impuestos bajos dentro de nuestra economía. Sin estos elementos fundamentales, cualquier intento por aumentar los salarios se traducirá en mayor desempleo. Más inversión nos llevará a mayores salarios; mayores salarios impuestos por ley nos llevarán a menos inversión y, por consiguiente, a menores salarios reales o a mayor paro.
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