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sábado, 29 de octubre de 2016

Mark Carney: Célebre banquero central británico



 


Un expectante silencio se extendió sobre la multitud, mientras el hombre más poderoso en la economía británica se preparaba para dar su respuesta. Sentado en el fondo de la sala, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, examinó su audiencia, hizo una pausa para considerar la pregunta por un momento y finalmente decidió su respuesta: “Pizza”.
El evento en cuestión tuvo lugar el mes pasado, cuando Carney visitó la Academia Whitley en Coventry, una pequeña ciudad de provincias del centro de Inglaterra, donde fue preguntado por un grupo de alumnos de entre 12 y 18 años de edad sobre todo tipo de cosas, desde su comida (pizza, por cierto) y chocolate favoritos, a sus programas de televisión favoritos o si prefería perros o gatos. El evento era parte de la iniciativa “School Report” de la BBC, que trata de dar a los jóvenes una impresión de cómo es trabajar para el monolito británico de las noticias y el entretenimiento patrocinado por el estado. Al igual que Carney, este programa también ha permitido a los alumnos conocer a celebridades como Angelina Jolie. Pero incluso en compañía tan ilustre, la reunión de los alumnos con el hombre al cargo del banco central más antiguo del mundo les impresionó por lo “informal” e incluso “guay” que era.
No son los únicos. Desde que fue nombrado para el puesto en 2013, la personalidad y las payasadas del zar de la política monetaria de Reino Unido han deleitado y cautivado a la prensa. A los ojos del público británico, todo, desde su mandíbula cuadrada, al acento que proviene de su tierra de origen lejana y exótica de Canadá, hace que Carney se parezca más algún tipo de celebridad de Hollywood que al grupo tecnócrata de arrugados trajes grises que le precedieron en el puesto. A lo largo del año pasado en concreto, Carney ha cultivado felizmente para sí mismo un grado de visibilidad nacional que habría asustado a muchos de sus predecesores, incluso cuando la adulación de los medios al gobernador del banco de Inglaterra parece centrarse tanto en su personalidad como en torno a sus políticas. Por ejemplo, después de que recortara este verano los tipos de interés a su nivel más bajo en la historia, a los medios les encantó fotografíarle atendiendo visiblemente un festival de música solo unos pocos días después, ataviado con un polo de colores chillones y un “tatuaje brillante” en su cara. Inmediatamente después de la votación de Gran Bretaña para abandonar la Unión Europea, a lo que Carney proclamó ostensiblemente como “el día más duro” que ha afrontado nunca como gobernador del Banco de Inglaterra, se aseguró sin embargo de ser fotografiado charlando con actores famosos en Wimbledon. El Evening Standard de Londres llegó a llamarle “el tipo más grande de la banca” debido a su “parecido con George Clooney”.
Por muy absurdo y divertido que pueda ser todo esto, representa sin embargo una evolución que podría dar pistas sobre cómo podría ser el futuro panorama político británico. Colocado en el contexto del desorden y el caos del que se encuentra el sistema político británico en este momento, la ascensión consciente de Mark Carney al club de élite de los banqueros centrales “célebres” podría significar más de lo que parece en un primer momento.
Desde las elecciones generales del año pasado y especialmente desde el referéndum para abandonar la Unión Europea este verano, la política británica ha entrado en un periodo de incertidumbre y confusión sin precedentes. El Partido Laborista, que constituye ahora mismo la oposición oficial, ha visto una llegada en paracaídas del socialista radical Jeremy Corbyn a su liderazgo por medio de infiltrados trotskistas, dejando al partido tanto dividido internamente como siendo enormemente impopular entre el electorado. Los demócratas liberales y centristas continúan languideciendo en la irrelevancia desde su fracaso electoral del año pasado. Incluso el UKIP, que estaba en el bando ganador del referéndum del bréxit, ha sufrido sin embargo un derrumbamiento espectacular. Su nueva líder renunció después de sólo dieciocho días en el cargo y el hombre que esperaba remplazarla fue hospitalizado después de una supuesta pelea con un colega de su propio partido. Para rematar todo esto, las alegaciones de una conspiración contra Farage en los niveles más altos del UKIP han llevado al partido prácticamente a una guerra civil.
El completo desplome de casi toda la oposición ha dejado al Partido Conservador en el gobierno prácticamente sin adversarios en Westminster e incluso importantes líderes de la oposición han cuestionado que haya alguna amenaza viable a su poder durante décadas. Sin embargo permanece un control sobre el poder del nuevo gobierno y es uno que ha aparecido para ejercer un grado inusual de influencia sobre sus decisiones desde el referéndum del bréxit: nos referimos al valor de la libra. Habiendo llegado a casi 1,50$ antes del referéndum, el valor de la divisa británica se ha desplomado drásticamente desde entonces hasta aproximadamente 1,23$ cuando escribo esto. Sus fluctuaciones a menudo severas parecen ser uno de los pocos controles que quedan al poder de la nueva primera ministra conservadora, Theresa May, mientras esta se aleja incontrolada y explícitamente de las ideas de libre mercado que inspiraron a Margaret Thatcher. Después del grado sin precedentes de ataques a las empresas en la reciente Conferencia del Partido Conservador, la libra experimentó un “crash inmediato”, cayendo desde aproximadamente 1,26$ tan bajo como 1,14$ en cuestión de minutos, obligando al gobierno a retractarse parcialmente de su retórica intervencionista. El grado en que las fluctuaciones en el valor de la libra están influyendo actualmente en la política del gobierno llevó al analista de monedas extranjeras en el HSBC a opinar que “la divisa es ahora la oposición oficial de hecho al gobierno”. Y la persona a cargo de esa divisa es el mismo hombre que, a lo largo de los últimos meses, se ha estado transformando de un tecnócrata anónimo a un nombre familiar: el célebre banquero británico, Mark Carney.
Carney y May se encuentran ahora mismo siendo esencialmente los dos únicos pilares que quedan en pie entre los escombros que son la política británica y, contrariamente a las garantías recientes el primero, puede esperarse que sea una relación marcada tanto por el conflicto como por la cooperación. Aparte de su tono generalmente contra el mercado, los recientes discursos de Theresa May también han roto con la ortodoxia apuntando a la política del Banco de Inglaterra de tipos bajos de interés y flexibilización cuantitativa masiva. Ha argumentado que los ahorradores y la gente sin recursos han sufrido debido la política del banco, señalando tal vez a un uso más activo de la política fiscal, frente a la política monetaria, en búsqueda de crecimiento en el futuro. Ha habido especulaciones acerca de que la independencia del banco podría ponerse en cuestión durante su mandato, si la “oposición de hecho” de la divisa resulta limitar demasiado severamente los planes de May. A largo plazo, la forma en que se acabe resolviendo este conflicto entre el poder ejecutivo de Gran Bretaña y su banco central podría dar pistas importantes sobre cómo podría ser el panorama político británico en el futuro. Sin embargo, en los próximos meses, mientras continúa la batalla por llenar el vacío en lo alto de la política británica, podemos esperar oír mucho más del célebre banquero central De Reino Unido que sólo sus opiniones sobre la pizza.

El artículo original se encuentra aquí.

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