Roberto Centeno ha contestado a mi último artículo en Vozpópuli donde expresaba mis dudas acerca del informe que este, y otros tres economistas (Juan Carlos Barba, Juan Laborda y Juan Carlos Bermejo), han firmado denunciando una manipulación del PIB español cercana al 20%. Procedo a responder a los distintos puntos planteados:
1. Me acusa el profesor Centeno de no haber deflactado por inflación las series que presento del IASS. Es cierto que no lo hice, por un simple motivo: pensaba que ellos mismos no lo habían hecho en su informe y me limité a reproducir su análisis. Justamente, una de mis primeras críticas contra su yuxtaposición del VAB y del IASS fue que “uno [VAB] mide el valor añadido bruto real del sector servicios; el otro [IASS], los ingresos corrientes del sector servicios”. Es decir, yo mismo les reprochaba a ellos que mezclaran variables reales con variables corrientes (no deflactadas). Si no lo han hecho, bien está por ese lado, aunque el error de mezclar el valor añadido bruto con los ingresos subsiste (punto 2 de esta contrarréplica). De todas formas, semejante confusión —sencillamente evitable si los autores subieran a internet la hoja de cálculos con todas las operaciones que han realizado— sólo ilustra lo fácilmente manipulables que pueden ser unas gráficas a ojos del lector: incluso representando variables nominales y reales, parecía que hubiese correlaciones. Sirva ello para tomar con cierto escepticismo las, en apariencia, muy informativas correlaciones gráficas.
2. La siguiente crítica del profesor Centeno versa sobre la confusión entre VAB e IASS: “VAB y producción no son lo mismo”, señala el economista. En realidad, y como ya expliqué, el IASS no mide sólo producción, sino las ventas, y las ventas pueden proceder de la producción interior o de las importaciones. Este último punto es relevante dado que, en contra de lo que sostiene a renglón seguido el profesor Centeno, no es necesariamente cierto que “el suponer que han seguido una evolución distinta implica que haya habido grandes aumentos en las cifras de productividad de los factores”. No: las ventas pueden caer mucho más que el valor añadido bruto (interior) no porque aumente la productividad sino porque se vendan muchos menos productos importados. Por ejemplo, supongamos que en 2008 la producción interior es 100, los consumos intermedios 40 y las importaciones son 30. Las ventas de los servicios serán 130 (100+30), mientras que su valor añadido bruto será 60 (100-40). Si en 2009 la producción interior es 100, los consumos intermedios 40 y las importaciones 0, el valor añadido bruto será de 60 (caída del 0%) y las ventas serán 100 (caída del 23%). Aquí no se ha producido ningún aumento de la productividad (el valor añadido bruto es el mismo porque ni ha variado la escala de producción ni de los consumos intermedios), pero en cambio las ventas sí se han hundido un 23%. Dada la fortísima caída de las importaciones acaecida en España entre 2007 y 2009 (del 25% en términos nominales) diría que pasar por alto este crucial factor vicia buena parte del análisis posterior.
3. A continuación, el profesor Centeno me replica sobre la no homogeneidad de los sectores incluidos en el IASS y en el VAB. Tal como expliqué, el IASS no incluye cerca de la mitad de los sectores que sí incluye el VAB. El profesor Centeno me corrige y dice que son el 60%. No sé de dónde surge esa estimación pero da igual: si fueran el 60%, tanto más a mi favor. ¿Cómo comparar dos indicadores cuando uno sólo mide el 40% de las variables que incluye el otro? Ahora bien, se equivoca notablemente el profesor Centeno cuando afirma que los servicios no incluidos en el IASS son básicamente “los de no mercado, y la sanidad y la educación”: si en su informe sólo han excluido esos sectores del VAB, entonces se han quedado cortos. En mi artículo ya proporcioné un listado exhaustivo de todos los sectores incluidos en el VAB y no en el IASS. Lo repito: “actividades financieras y seguros, actividades inmobiliarias, investigación y desarrollo, actividades de alquiler, administración pública y defensa, seguridad social obligatoria, educación, actividades sanitarias y de servicios sociales, actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento, reparación de artículos de uso doméstico y otros servicios”. En 2013, sanidad, educación y los servicios de no mercado tenían un VAB de 126.000 millones de euros; todos los servicios realmente no incluidos en el IASS, de 380.000 millones. La diferencia no es menor y, de nuevo, no haberla considerado vicia su análisis ulterior. Por ejemplo, supongamos que el VAB total del sector servicios está formado por dos partes: servicios no incluidos en el IASS (60) y servicios incluidos en el IASS (40), y supongamos a su vez que el IASS tiene un valor de 40. Si el VAB de los servicios no incluidos en el IASS sube de 60 a 65 y el VAB de los servicios incluidos en el IASS cae de 40 a 30, el VAB total caerá de 100 a 95, esto es, experimentará una caída del 5%; en cambio, si el IASS pasa de 40 a 30, sufrirá una caída del 25%. En España, el VAB a precios corrientes de los servicios incluidos en el IASS aumentó entre 2007 y 2013 un 2,5%, tasa que si deflactamos por la inflación se convierte en un -8,9%; en cambio, el VAB a precios corrientes de los servicios no incluidos en el IASS aumentó entre 2007y 2013 un 9,5%, lo que tras deflactar se reduce al -2,5%. En otras palabras, los servicios no incluidos en el IASS amortiguan la caída del VAB de servicios y explican en parte por qué la caída del IASS es más pronunciada que la del VAB.
3.1 Permítaseme añadir un comentario más acerca de la comparabilidad entre el VAB del sector servicios y el IASS. Como hemos visto, cerca del 60% de los servicios incluidos en el VAB no están presentes en el IASS, de modo que, para volver ambas variables mínimamente comparables, habría que excluir del VAB las ramas de servicios no incluidas en el IASS. El profesor Centeno asegura que ellos sí han realizado semejante operación: “En nuestros cálculos, hemos excluido los servicios de no mercado y la sanidad y educación, que básicamente son los no incluidos en el IASS”. Ya he explicado que hay muchos más sectores aparte de educación, sanidad y servicios de no mercado que no aparecen en el IASS, pero querría reflexionar sobre la forma en la que el profesor Centeno dice haber “excluido” estos servicios de su informe. Si acudimos a su artículo original, los cuatro economistas firmantes exponen que: “Si suponemos que el PIB atribuible a sanidad y educación (mayormente públicas) y a administraciones públicas se ha medido correctamente, ya que existe buena correlación entre el PIB informado y las partidas correspondientes de gasto público, esto afectaría al 75% del PIB de los servicios, que fueron en 2015 550.000 millones de euros”. Nótese, de entrada, que aquí sólo están excluyendo el 25% del VAB del sector servicios, no el 60% que ahora reconocen que deberían haber hecho. Pero el problema no es sólo ese, sino que sólo los excluyen después de haber calculado la desviación entre el IASS y el VAB. Esto es metodológicamente incorrecto. Volvamos a nuestro ejemplo anterior: VAB de servicios incluidos en el IASS = 40; VAB de servicios no incluidos en el IASS = 60; IASS = 40. Si el VAB de los servicios no incluidos en el IASS sube de 60 a 65, el VAB de los servicios incluidos en el IASS cae de 40 a 30 y el IASS también cae de 40 a 30, lo que el profesor Centeno y sus tres colegas nos dicen es que el VAB total sólo cae un 5% (de 100 a 95) mientras que el IASS cae un 25%, de modo que hay una desviación de 20 puntos entre el VAB y el IASS; ahora bien, como esos 20 puntos de desviación sólo afectan al 40% del VAB, en realidad el VAB sólo está inflado en 8 puntos (de modo que el VAB total de los servicios debería ser de 87 en lugar de 95). Como vemos, el método para calcularlo —y su conclusión— es incorrecto, pues en nuestro ejemplo el VAB no estaba inflado en absoluto.
4. La cuarta crítica del profesor Centeno es que, si bien es cierto que las ponderaciones del IASS y el VAB no son las mismas, las diferencias no resultan significativas, de modo que podemos obviarlas: “Esto es cierto, pero es una afirmación que llama a engaño. Lo que ocurre es que no es exactamente la misma, pero la diferencia no influye en los resultados de forma significativa”. Nuevo error: las diferencias sí son muy significativas. En la siguiente tabla represento las ponderaciones del IASS y el peso que esos mismos sectores tienen en el conjunto de su VAB (a precios corrientes) en el año 2013:
Ponderación en el IASS | Peso en el VAB | |
Venta y reparación de vehículos | 4,89% | 4,54% |
Comercio al por mayor | 36,57% | 15,77% |
Comercio al por menor | 23,9% | 15,5% |
Transporte y almacenamiento | 9,57% | 13,9% |
Hostelería | 5,55% | 20% |
Información y comunicaciones | 8,22% | 12,6% |
Actividades profesionales, científicas y técnicas | 8,11% | 11,3% |
Actividades administrativas y servicios auxiliares | 3,66% | 6,31% |
Por desgracia, el INE no nos ofrece las ponderaciones sectoriales del IASS antes de 2013, pero sí sabemos que año a año van cambiando. Estamos ante discrepancias con respecto al VAB lo suficientemente acusadas como para no poder descartar la influencia de los cambios de ponderación en la generación de (parte) de la brecha final entre el VAB y el IASS. De nuevo, descartar este elemento vicia de nuevo el análisis ulterior.
5. Por último, el profesor lanza una pregunta muy elemental. “Si acudimos a los datos de Eurostat y replicamos nuestros cálculos para países como Francia y Alemania, ¿qué obtenemos? El VAB y la cifra de negocios del sector servicios tanto en Francia como en Alemania, como en Holanda, siguen una evolución idéntica, sin detectarse la tremenda brecha que se observa en nuestro país”. ¿Tal vez sea porque Francia, Alemania y Holanda no han experimentado una crisis como la española, esto es, una crisis que ha requerido de una fuerte sustitución de importaciones por producción interna? Si acudimos al Services Turnover Index de Eurostat y replicamos el análisis para países que sí han sufrido un perfil de crisis más parecido a la nuestra, como Irlanda, Lituania o Portugal, comprobaremos que las discrepancias también se han dado en estas economías: en el caso de Irlanda, en general ambos índices nunca han correlacionado demasiado bien (en parte porque ambos índices miden cosas distintas, según ya hemos explicado; en parte, porque la base del IASS irlandés no es 100 en 2010), pero sí es apreciable cómo se agrandó la brecha entre ellos especialmente en 2008 y 2009 (mismos años que en España). Algo parecido sucede con Lituania, donde se abre una muy considerable brecha entre ambos en 2008 y 2009, pese a que ambas series sí correlacionaban muy bien hasta ese período. Aún más significativo es Portugal, donde ambas variables también correlacionan hasta 2007, pero a partir de entonces el IASS se desploma y el VAB no.
En el caso de España, y atendiendo a los gráficos, el VAB de servicios de 2013 debería ser del 70 en lugar de 98 (“sobrevaloración” del VAB del 28,5% según nuestros cuatro economistas). En el caso de Irlanda, el VAB de servicios de 2009 debería haber sido de 60 en lugar de 100 (“sobrevaloración” del 40%); en el caso de Lituania, el VAB en 2009 debería haber sido de 80 en lugar de 98 (“sobrevaloración” del 18,3%); y en el caso de Portugal, el VAB de 2013 debería haber sido de 58 en lugar de 95 (“sobrevaloración” del 39%).
Por tanto, una de dos: o estamos ante una conspiración de la Comisión Europea para ocultar a lo largo de la crisis el verdadero PIB de países como Irlanda, Lituania, Portugal y España o, en cambio, el patrón de crisis que afrontan esos cuatro países es similar y se refleja de un modo parecido en sus series de IASS y PIB. ¿Y en qué consiste ese patrón de crisis? Pues sustitución de importaciones por producción interna y aumento del peso de sectores no incluidos en el IASS. Amén de importantes diferencias metodológicas en la medición del IASS y del PIB.
6. Por último, una consideración de carácter más formal: si esto pretende ser un debate medianamente serio y académico, y no una mera discusión panfletaria y sectariamente ideologizada, creo que sería de interés que dejáramos los descalificativos y los ataques ad hominem a un lado. Mi crítica es una crítica a los argumentos no a las personas y, precisamente por eso, en mi primer artículo creo que no adopté ningún tono despectivo hacia ninguno de los autores ni les atribuí interés espurio alguno. Yo no me he negado en banda a la posibilidad de que el PIB esté manipulado: ya he dicho que no pongo la mano en el fuego por nadie y menos por una burocracia estatal. Ahora bien, para persuadirme de que el PIB está manipulado, espero recibir argumentos convincentes y los que han presentado Roberto Centeno, Juan Carlos Barba, Juan Laborda y Juan Carlos Bermejo no me lo parecen en absoluto por los motivos ya apuntados. Diría que todos saldremos ganando si mantenemos las formas y nos focalizamos en los argumentos de fondo.
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