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sábado, 4 de junio de 2016

Malos tiempos para el ahorro: lo seguro apenas rinde y lo arriesgado no despega


Los ahorradores particulares siguen sin tenerlo fácil. Aunque lleva tiempo siendo así, en 2016 el escenario se está complicando aún más. La represión financiera pesa lo suyo


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No corren buenos tiempos (ni fáciles) para los ahorradores particulares. Miren donde miren, de los productos más conservadores a los más arriesgados, las alternativas que tienen a su alcance evidencian problemas. Los primeros, porque apenas rinden; los segundos, porque por mucho que prometan más rendimientos potenciales, en 2016 están mostrando caídas en la mayoría de los casos. 
Es cierto que la situación no es nueva, que llevan años manejándose en un territorio difícil, pero en 2016 se está complicando aún más el panorama por distintos motivos. El principal, las extraordinarias políticas del Banco Central Europeo (BCE). Con los tipos oficiales en el 0% y los de depósito en el -0,40%, los hogares se están encontrando con que las letras del Tesoro ofrecen en estos momentos rendimientos negativos y con que los depósitos bancarios cada vez ofrecen rentabilidades más bajas. 
Los últimos datos difundidos esta misma semana por el Banco de España así lo confirman. En abril, y tomando como referencia el tipo de interés efectivo (TEDR) de las nuevas operaciones para las familias, los depósitos a la vista apenas remuneraban un 0,09% de media y el rendimiento de los depósitos a un año caía al 0,23%. Nunca antes habían sido tan bajos, como nunca antes habían sido tan reducidos los tipos oficiales, que son su principal referencia. Pero no la única. En estos rendimientos también pesa la necesidad de los bancos de intentar rascar todo el margen de intereses que puedan con sus clientes, una realidad que requiere apurar al máximo el descenso de la rentabilidad de los depósitos
Solo el descenso de la inflación, que lleva meses mostrando tasas negativas en España, realza estos rendimientos, puesto que conduce a rentabilidades reales -una vez descontado el comportamiento de los precios- superiores al 1%. Para ir más allá, para llegar a 'premios' del 2% o del 3% -nominales y reales- hay que irse aplazos mucho más largos. Actualmente, la rentabilidad del bono español a 10 años se encuentra en el 1,5% y la de las obligaciones a 30 años se sitúa en el 2,7%. 
La renta variable exige selección; en 2016, 22 de los 35 valores del Ibex están en negativo y solamente 9 de los 94 fondos de bolsa española están en positivo

Siempre quedarán las alternativas más arriesgadas, se puede pensar. Pero una cosa es que sean potencialmente más rentables y otra muy distinta es que efectivamente lo sean. Y 2016 no está siendo fácil en este terreno. Usando como termómetro el Ibex 35, hasta la fecha cae un 7,8%. Más en detalle, 22 de sus 35 componentes se encuentran en negativo. En el caso del EuroStoxx 50, en lo que va de año se deja un 8,3% y 35 de sus 50 integrantes también caen. 
La bolsa, por tanto, exige en estos momentos una buena selección. Lo evidencia el comportamiento que están teniendo los fondos de inversión. Todas las categorías de renta variable que recoge Inverco muestran rendimientos negativos en 2016. Los que dedican su patrimonio a renta variable española, europea o estadounidense registran descensos medios comprendidos entre el 3% y el 5%. Otro dato: solo 9 de los 94 fondos de renta variable nacional acumulan rentabilidades positivas en lo que va de año. Y el panorama no cambia con otras categorías menos expuestas a la bolsa, como las de renta variable mixta o renta fija mixta, que también lucen números rojos.  
Vamos, que las alternativas más al alcance de los particulares -los institucionales o los grandes inversores manejan abanicos de productos y activos más amplios y sofisticados- presentan un aspecto complicado. Y, sobre todo, peligroso, porque este escenario puede empujar a muchos particulares a productos que no encajan con su perfil por el hecho de verse decepcionados con los rendimientos de los depósitos y sentirse atraídos por los cantos de sirena de otros productos, como los estructurados, que ofrecen el gancho de un mayor rendimiento o de dar un salto poco medido a la renta variable. Cuidado con la represión financiera. Presiona mucho. Pero conviene medir los pasos. Y las decisiones. 

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