El objetivo del BCE es claro: debe persuadir a los bancos para que les convenga más coger ese dinero y moverlo en forma de préstamos a la economía real que tenerlo parado para llevarlo de vuelta al BCE
¿Qué pensaría si le dijeran que en la eurozona sobra dinero? ¿Y si le dijeran que sobra mucho dinero? ¿Y si le concretaran que en los últimos días han sobrado más de 550.000 millones de euros? ¿Y si le siguieran diciendo que pese a que sobra todo ese dinero el Banco Central Europeo (BCE) tiene previsto adoptar medidas adicionales para poner más dinero en circulación? Pues todo eso es así. Los problemas de la Europa del euro no son de falta de dinero. De hecho, sobra. Sobra mucho. A los bancos les sobran ahora más de 550.000 millones de euros al día. Y pese a ello, la entidad presidida por Mario Draghi aún va a meter más euros en el sistema financiero.
Lo decidirá en el transcurso de la útima reunión de política monetaria que su consejo de gobierno va a celebrar en 2015, cuyo veredicto se conocerá este jueves a partir de las 13:45. Ese veredicto intentará tener el tino suficiente para intentar luchar contra los distintos males a los que se enfrenta el BCE, sustanciados en dos principales: por un lado, la necesidad de plantar cara a la amenaza de la deflación o caída general de los precios; y por otro, que los bancos canalicen el dinero que les suministra.
Edificio del Banco Central Europeo en Fráncfort. (EFE)
Este doble fin será tratado con distinta medicina. Contra el primer mal, está previsto que recete más dinero, en forma de un programa de expansión cuantitativa (QE) más potente. Si hasta ahora venía dedicando 60.000 millones de euros al mes a la compra de deuda pública y privada, se espera que aumente esta cantidad -se habla incluso de elevarla a 85.000 millones al mes-, que amplíe el abanico de títulos que puede adquirir -para incluir deuda regional y de los ayuntamientos- y que alargue la vigencia de las compras -más allá de septiembre de 2016, que era la fecha manejada hasta ahora-.
Pero, claro, con más dinero no basta. Lo suyo es que ese dinero acabe llegando a las empresas y hogares en forma de préstamos para que incrementen su inversión y su consumo y que, de ese modo, la actividad económica remonte, los precios repunten y la deflación se marchite. Y para que ese dinero alcance ese destino resulta imprescindible el concurso de los bancos, que son quienes actúan de correa de transmisión entre las decisiones del BCE y la economía real.
Los pronósticos contemplan que, como poco, el BCE reducirá el tipo de depósito al -0,30%, sin descartar la imposición de una tasa de depósito 'progresiva'
Desde su puesta en marcha en marzo, el QE ya ha comprado títulos por valor de 540.000 millones de euros, una secuencia que ha engordado el balance del BCE hasta los 2,7 billones de euros, el volumen más alto desde 2013. Pero es que, en el mismo periodo, el dinero sobrante de los bancos ha crecido de los 138.000 a esos 550.000 millones de euros. Es decir, ha aumentado en más de 400.000 millones, con lo que buena parte del dinero que el BCE está sumunistrando mediante el QE -y otras medidas monetarias que también tiene en marcha- no se canaliza a las empresas y los hogares, sino que los bancos lo guardan y lo llevan de vuelta al BCE. Y eso a pesar de que tienen que pagar una 'multa' del 0,20% por el dinero que les sobra. Esta multa se debe a que el BCE tiene establecidos los tipos de la facilidad de depósito en el -0,20%, lo que significa que en vez de pagarles un interés por ese dinero, como se hacía en los tiempos 'normales', les cobra ese interés.
Lo suficientemente persuasivo
Desde el sector bancario se defienden asegurando que no actúan así por capricho, sino por tres motivos principales: el primero, la ausencia de demanda solvente a la que prestar las ingentes sumas de dinero que les suministra el BCE; el segundo, que las alternativas para invertirlo en el mercado a corto plazo también están en negativo, puesto que el interés del mercado a un día (eonia) se encuentra en el -0,138%, y el tercero, que otra alternativa de inversión habitual en el pasado, como el mercado de depósitos interbancarios, apenas funciona y ha dejado de ser una vía atractiva por las garantías que ahora se exigen a cambio. Ante estas dificultades, optan por la vía menos compleja: guardar el dinero y pagar el peaje impuesto por el BCE, que asiste impotente a esta dinámica, que le condena a ver de vuelta la mayor parte del dinero que ha inyectado antes con la intención de que desembocara en la economía real.
Saxo Bank sugiere otra variante: "imponer diferentes tasas de depósitos basadas en el exceso del nivel de reservas depositadas por cada uno de los bancos"
El caso es que sobra mucho dinero. Y como el BCE va a bombear aún más dinero, la amenaza es que sobre cada vez más. Por eso, además de aumentar el QE, también se espera que en la cita de diciembre Draghi apriete más las tuercas a los bancos. ¿De qué modo? Rebajando todavía más el interés de la facilidad de depósito. O lo que es lo mismo, aumentando la 'multa' que pone a los bancos. Como poco, las previsiones contemplan que lo llevará al -0,30%, pero no se descarta un tijeretazo hasta el -0,40% e incluso los más osados apuntan al -0,50%. Christopher Dembik, analista financiero de Saxo Bank, sugiere otra variante, consistente en "imponer diferentes tasas de depósitos basadas en el exceso del nivel de reservas depositadas por los bancos". Se trataría, por tanto, de establecer un tipo de depósito progresivo: que paguen un interés mayor aquellos bancos a los que más dinero les sobre.
En última instancia, el objetivo del BCE es claro: debe persuadir a los bancos con la intensidad suficiente como para que les convenga más coger ese dinero y moverlo en forma de préstamos a la economía real que tenerlo parado para llevarlo de vuelta cada día a la ventanilla del BCE. Con el -0,20% vigente desde septiembre de 2014 no ha bastado. Por eso subirá la apuesta. Para que no sobre tanto dinero. Porque sobra mucho. Más de 550.000 millones de euros al día.
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