Piketty, el envejecimiento de los ideales y las marionetas
Hace algunos meses decidí utilizar el libro de Thomas Piketty como base de discusión en el seminario de economía II en la FCE, de la UFM. Capital in the Twenty-First Century es un libro apasionante y con muchísimos elementos para generar discusiones en torno a la economía. Quizá es este el primer punto relevante para discutir sobre el libro de Piketty. La concepción de economía de Piketty no es una concepción habitual, al menos para todos aquellos inscritos en la tradición de mainstream economics. La tradición demainstream economics pretende generar un método para establecer la idealidad en cuanto a eficiencia de esquemas económicos. Intención confesa del mainstream economics es no pretender realizar lo que ellos denominan juicios de valor, su análisis pretende la objetividad a través de métodos matemáticos y estadísticos. Piketty confiesa haber trabajado en Estados Unidos, en una universidad durante dos años luego de haber obtenido su doctorado. Reconoce que esta forma de hacer economía no se enmarca en los ideales franceses de economía. Piketty lo dice así:
“To put it bluntly, the discipline of economics has yet to get over its childish passion for mathematics and for purely theoretical and often highly ideological speculation, at the expense of historical research and collaboration with the other social sciences. Economists are all too often preoccupied with petty mathematical problems of interest only to themselves. This obsession with mathematics is an easy way of acquiring the appearance of scientificity without having to answer the far more complex questions posed by the world we live in”[1].
Piketty hace una crítica a la economía muy apreciada en aquellas teorías económicas alejadas del mainstream economics. Esta crítica es básicamente considerar las posiciones objetivizantes de la subjetividad (intersubjetividad humana) como desvinculadas del mundo de la vida. En el mejor de los casos esas formas de hacer ciencia nos dicen nada acerca de la vida, y en el peor de los casos pretenden imposiciones ideológicas en la intersubjetividad humana. Además, Piketty expresa que un posible camino para poder evitar estos problemas es entender la economía como parte de una ciencia social más amplia. La economía tiene muchos puntos ciegos en su desarrollos metodológicos, especialmente aquellas que tienen la obsesión matemática. Piketty lo expresa así:
“There is one great advantage to being an academic economist in France: here, economists are not highly respected in the academic and intellectual world or by political and financial elites. Hence they must set aside their contempt for other disciplines and their absurd claim to greater scientific legitimacy, despite the fact that they know almost nothing about anything. This, in any case, is the charm of the discipline and of the social sciences in general: one starts from square one, so that there is some hope of making major progress. In France, I believe, economists are slightly more interested in persuading historians and sociologists, as well as people outside the academic world, that what they are doing is interesting (although they are not always successful). My dream when I was teaching in Boston was to teach at the École des Hautes Études en Sciences Sociales, whose faculty has included such leading lights as Lucien ebvre, Fernand Braudel, Claude Lévi-Strauss, Pierre Bourdieu, Françoise Héritier, and Maurice Godelier, to name a few. Dare I admit this, at the risk of seeming chauvinistic in my view of the social sciences? I probably admire these scholars more than Robert Solow or even Simon Kuznets, even though I regret the fact that the social sciences have largely lost interest in the distribution of wealth and questions of social class since the 1970s”[2].
En resumen, el primer pilar sobre el cuál basaré la breve interpretación y crítica a Piketty es: la economía (aunque el no lo diga se está refiriendo a mainstream economics) debería de estar inscrita dentro de una teoría social amplia dentro de las cuales incluye por ejemplo la sociología, y la antropología. De esta forma se podría acercar la ciencia al mundo de la vida y evitar problemas ideológicos de objetivización y la desvinculación de la economía como ciencia a los problemas cotidianos de las personas y hacerla una ciencia útil. Añadiré además aquí que hasta este punto no tengo más que elogios para Piketty. Diría que la tradición austriaca de economía estaría en términos generales de acuerdo con esta exposición.
El segundo pilar de mi interpretación de Piketty es la concepción, el ideal, que maneja heredado de la declaración universal de los derechos del hombre en la revolución francesa. La igualdad y derivado de ella contemporáneamente la democracia y justicia social. Piketty a lo largo de su libro cita el artículo 1 que reproduzco aquí por propósitos de clarificación en la discusión: Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos. Las distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad pública. Piketty reconoce (en la introducción del libro) que la desigualdad per se no es lo que le interesa, ni un problema, y reconoce que en el artículo citado se reconoce la posibilidad de la desigualdad por utilidad pública. ¿Dónde se encuentra entonces el problema de la desigualdad? Piketty realiza un extenso estudio sobre la evolución de la desigualdad del cuál la mayoría de personas se ha enfocado únicamente, o mayoritariamente en r > g[3] , que conlleva a conclusiones tales como que el mercado trabaja con ponderosas fuerzas internas que llevan a la convergencia (tecnología, y difusión del conocimiento), pero, así mismo tiene otras ponderosas fuerzas dentro de su dinámica que conllevan a la desigualdad más allá de la deseable, o declarada en el artículo 1 de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. La desigualdad constituida a partir de las base de la propiedad privada porque r > g, la herencia, y la finitud de de recursos pone en serio peligro la posibilidad de una autentica democracia y de justicia social.
Dados estos dos pilares de interpretación incluiré dos ideas que me permitirán concluir mi crítica a Piketty.
Husserl en su especial lectura de la historia de la modernidad nos deja una teoría interesante sobre el funcionamiento de la ciencia y la razón. Europa (la Europa espiritual dice Husserl) nace del surgimiento de la actitud teorética de los griegos. Esta actitud de teorizar hasta el infinito (sobre el mundo circundante, y sobre todo, según Husserl la filosofía correctamente traducida significa ciencia universal, ciencia de todo) nos ha legado la ciencia. Pero, la ciencia (y la razón), más que creaciones empíricas nos ha legado más ideales. Los ideales tienen un elemento característico que los diferencia claramente de la vida pre – científica: su pretensión de infinitud. Husserl nos lo dice de la siguiente forma:
“(…) las adquisiciones científicas, después de haberse logrado para ellas el método eficaz de producción tiene un modo de ser totalmente diferente, una temporalidad totalmente distinta. No se gastan, son imperecederas; (…)”[4].
Los ideales de la revolución francesa han sido tomados por la ciencia política, la filosofía, y ahora la ciencia económica (probablemente en Francia, como dice Piketty, también por la antropología, y la sociología) y se les ha dado una connotación imperecedera. Nunca sabremos si la intención original de la declaración de los derechos del hombre fue una broma, si, una broma[5]. Y posteriormente se le dio carácter de seriedad, y a la vez , y peor aún, carácter de imperecedera.
Esta última palabra me engancha con la última idea de este breve texto. Desde Nietzsche, pero, sobre todo desde Heidegger se entiende que el entendimiento es radicalmente temporal, dada la radical temporalidad de la existencia. La epocalidad marca la forma de des-ocultamiento del Ser por lo que el entendimiento cambia[6].
¿Por qué Piketty toma los ideales de la revolución francesa como si fueran de hoy? , ¿Por qué basar su propuesta de un impuesto global al capital en dichos ideales? El entendimiento hoy sobre los ideales atemporales nos sugiere algo de voluntad de poderde parte quién los proclama. Es justo decir que en el tono general del libro de Piketty no se percibe ésta voluntad de poder. Ni siquiera lo percibo en las conclusiones, pero, si lo percibo en el capítulo XV dónde él presenta su propuesta: un impuesto global al capital.
Kundera en su último libro publicado nos da una idea sobre este tema. Si bien es cierto, para la filosofía moderna (o metafísica) los ideales no se desgastan, desde la literatura con su posibilidad de des-objetivación de la intersubjetividad humana nos dice:
“(…) Por desgracia, ni siquiera la broma más encantadora escapa a la ley del envejecimiento”[7].
¿Por qué una broma para hablar de Piketty? No es por Piketty, no es por estar de acuerdo o no con sus ideas. Es simplemente para mostrar la posición post moderna dónde se desconfía de forma general de los meta-relatos. La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, el Quijote, una broma, o las leyes de Newton, no tienen constitución diferente: son el resultado temporal del develamiento inter-subjetivo del Ser.
¿Por qué insiste Piketty en hacer presente la historia como si fuera un objeto atemporal? Quizá Kundera nos proporcione una hipótesis al respecto:
(…) La gente se va encontrando en la vida, discute, se pelea, sin darse cuenta de que se interpelan de lejos los unos a los otros, cada cual desde un observatorio situado en distinto lugar en el tiempo. (…) El tiempo corre. Gracias a él, primero vivimos, lo cual quiere decir que ya hemos sido acusados y juzgados por la gente. Luego morimos y permanecemos aún unos años entre los que nos han conocido, pero muy pronto se produce otro cambio: los muertos pasan a ser muertos viejos, de los que ya nadie se acuerda y que desaparecen en la nada; tan sólo unos cuantos, muy, muy pocos, imprimen su nombre en la memoria de la gente, pero, ya sin testigos fehacientes, sin un solo recuerdo real, pasan a ser marionetas… (…)[8].
La revolución francesa ha sido para nuestra generación (aquellos que cumplimos 18 al momento de la firma de la paz en Guatemala 1996[9]), un bello evento histórico en un país que durante muchos años en la historia fue un referente mundial. Pretender que dichos ideales son para el mundo actual, como lo fueron para ese mundo, son a mi entender ideológicos, o en el mejor de los casos ingenuos. Para el resto de nosotros que no somos franceses, ni tenemos la pretensión de universalidad de nuestra historia y nuestra experiencia nos quedará claro que en la manos de Piketty la revolución francesa no es más que un títere, una marioneta. Los ideales también envejecen, pareciera ser que nada resiste al tiempo y a las leyes del envejecimiento. Lo importante no es que nuestro cuerpo muera, que desaparezca, lo importante es que mientras estamos vivos nuestro entendimiento pareciera ser radicalmente temporal.
Piketty pareciera ahora un gran ideólogo, un gran titiritero de la revolución francesa y de aquellos ideales franceses de universalidad. En el mundo actual, como nos explicará Hayek en los años 70s la desigualdad parece ser una oportunidad para generar múltiples ensayos sociales que a la postre proveerán múltiples posibles beneficios para la gran mayoría. ¿Es esto ideológico también? No, porque será así hasta que ese ideal se desgaste los suficiente para que otro tome su lugar.
[1] Thomas Piketty, Capital in the 21st Century, (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2014)., p., 24
[2] Thomas Piketty, Idem.
[3] Entiendase r como tasa interna de retorno del capital, y g como el crecimiento de las economías. Mi crítica y análisis no se basa en el argumento central de Piketty porque este argumento sólo hace sentido gracias a aquellos elementos que lo constituyen y quedan al margen del análisis. Estos son: la concepción de la economía de forma de teoría social general, y la concepción de declaración de los derechos del hombre y del ciudadano como ideal social. Este segundo pilar conlleva la democracia, la justicia social y sobre todo al fondo, oculto, la propiedad privada y sus límites. En general el esclarecimiento histórico que realiza, y la construcción de series de tiempo sobre desigualdad y la razón Capital / Ingreso serán juzgados por el tiempo y la historia como un primer intento colosal de darle datos a esta discusión sobre la desigualdad. La más típica y repetida crítica que he escuchado es sobre la supuesta casi constante retorno del capital. No estoy en posición de asumir que Piketty asume que no hay Betas, por decirlo de alguna forma, o variabilidad. Deberé investigar los datos que pone a disposición en una página web.
[4] Edmund Husserl, La filosofía en la crisis de las ciencias europeas, en Invitación a la fenomenología, (Barcelona: Editorial Paidos, 1992). P., 89. Agradezco a Daniela Contreras Vidaurre el recordatorio tan importante que si bien es cierto la lectura de Husserl de los griegos es fenomenal, deja de lado que la Grecia Antigua también era Dionisio.
[5] Nietzsche en su texto Sobre verdad y mentira en sentido extra-moral , nos regala una bella teoría sobre la constitución de aquellas ideas que hoy denominamos verdaderas. Un acuerdo deliberado de establecer algo como verdadero para solucionar un problema práctico, en el tiempo, se recuerda únicamente como una verdad trascendental. Esta es únicamente una interpretación del texto de Nietzsche. Puede verse en http://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/verdadymentira.pdf
[6] Al respecto nos dice William J. Richardson en Heidegger: Through phenomenology to thought (The Hague: Martinus Nijhoff, 1962)., p., 95.: Newton´s laws, for example, were not true before Newton discovered them. Nor were they for that matter false. They were simple undiscovered, and it was the discovery by Newton that made them, in the existencial sense, true. (…) What then eternal truths? One would have the right to speak of them, according to Heidegger, only if one could firs prove that for all eternity There-being was and will be.
[7] Milan Kundera, La fiesta de la insignificancia, (México: Editorial Tusquets, 2014)., p., 65.
[8] Milan Kundera, Ibid., p., 34
[9] Únicamente aquellos que leyeron el libro entenderán está afirmación histórica guatemalteca.
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