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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Grecia no querrá ser la Argentina europea.



La celebración de elecciones en Grecia en enero de 2015, con Syriza, el equivalente heleno de Podemos, como posible ganador, inevitablemente volverá a crear incertidumbre en los mercados financieros. Afortunadamente, la capacidad de Grecia de crear grandes inestabilidades en toda la Eurozona y de contagio a otros países es sensiblemente inferior a la existente cuando se produjo la quita a los tenedores privados de sus bonos soberanos.
Algunos de los principales mensajes preelectorales de Syriza, el eventual ganador de las próximas elecciones, son los siguientes:
  • Es absolutamente contrario a las medidas de austeridad.
  • Reivindica una renegociación de la deuda pública.
  • Propone la renacionalización de empresas anteriormente privatizadas.
  • Pretende imponer un aumento de los sueldos mínimos e incrementar las ayudas sociales.
Ninguna de estas medidas se podrá llevar a la práctica sin un acuerdo con los organismos internacionales que ya han dado más de 240.000 millones de euros a la economía griega. Cuando un Estado es incapaz financiarse en el mercado emitiendo bonos, porque los inversores no están dispuestos a comprarlos, sus gastos no pueden exceder a sus ingresos. Hasta ahora, y pese a las duras medidas de ajuste y austeridad, Grecia sigue presentando déficit en sus cuentas públicas, que se financia gracias a las ayudas de los organismos internacionales. Sin estas ayudas, las medidas de austeridad serían todavía más intensas.
Syriza desea renegociar la deuda pública helena. Actualmente asciende a 321 mil millones de euros, equivalente al 175% del PIB, a pesar de haber aplicado ya una quita del 70% a los tenedores privados de bonos. Como consecuencia, la mayor parte de la tenencia de los bonos soberanos helenos corresponde a organismos internacionales y al propio Banco Central Europeo. De acuerdo con la información del Tesoro griego (Public Debt Management Agency), casi el 70% de dicha deuda corresponde a préstamos realizados por dichas instituciones internacionales. Sería suicida para Grecia y para el maltrecho bienestar de los griegos tomar una decisión unilateral de impago. No tendría forma de cuadrar sus cuentas.
Seguro que los líderes de Syriza tendrán en cuenta que los depositantes de los bancos griegos no han perdido un solo euro de sus depósitos. Esto ha sido posible gracias a la financiación permanente ofrecida por el Banco Central Europeo a las entidades helenas, depositando como garantía bonos soberanos griegos. Si los bancos helenos dejaran de tener acceso a la financiación del BCE, las quiebras se producirían en cadena. Como consecuencia, los depositantes perderían su dinero, algo que hasta la fecha no ha sucedido a pesar de todo lo acontecido y de toda la ayuda recibida.
Proponer aumentar los gastos en ayudas sociales es un objetivo loable, pero su materialización estará condicionada a que las cuentas públicaspermitan tal incremento del gasto o una mejor gestión de los gastos actuales, reduciendo los mismos a favor de este tipo de ayudas.
Tras años de ajustes, es comprensible que una parte de la población helena muestre su cansancio y hartazgo con la situación actual y apoye a partidos distintos de los que han ostentado el poder en los últimos lustros. Sin embargo, quien más tiene que perder con un eventual gobierno de Syriza, si efectivamente lleva a la práctica sus planes expuestos, es Grecia y los ciudadanos griegos.
Una eventual salida de Grecia del eurono deseada por Syriza, sólo serviría para empobrecer todavía más al país. Supondría: la quiebra de los bancos; la pérdida de los depósitos de los ciudadanos; el impago de la deuda externa, tanto pública como privada; no poder financiarse en los mercados internacionales durante lustros o décadas; la imposibilidad de hacer frente a la factura energética. Se convertiría en la Argentina de Europa, pero con una diferencia: Grecia no dispone de los ingentes recursos naturales de Argentina. 


A los mercados financieros no les gusta la incertidumbre, por eso previsiblemente asistiremos a un periodo de inestabilidad. Sin embargo, la capacidad de coacción de un eventual Gobierno de Syriza al resto de socios europeos y a los organismos internacionales es muy limitada. La posibilidad de contagio a otros países es muy reducida. 

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