Dólar y crudo mejorarán 2015
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Aunque no cabe duda de que la economía española ha dejado atrás la recesión y atraviesa por una etapa de crecimiento moderado, no está tan claro que esa mejora sea equivalente a lo que se entiende como recuperación o una salida definitiva de la crisis. Esa distinción resulta esencial para examinar las expectativas económicas en 2015; la situación más aproximada de la economía española vendría definida por un crecimiento moderado (1,4% este año, en torno al 1,9% el año próximo), con una creación de empleo continuada (al menos durante los últimos trimestres) pero insuficiente y de baja calidad y unas condiciones de estabilidad financiera manifiestamente mejorables. A pesar de los recortes presupuestarios, destructivos para una parte del sistema de protección social, la deuda sigue creciendo, prueba más que suficiente de que el déficit público no está bajo control.
Que la economía española no está todavía en una fase de recuperación debería ser algo evidente. Para anunciar esa buena nueva habría que demostrar bien que los parámetros vitales de la economía (rentas, salarios, ingresos públicos, ocupación y endeudamiento público y privado) están alineados con la tasa de crecimiento, algo que claramente no sucede —al menos en rentas, empleo y deuda—; o bien que los parámetros económicos se aproximan a los existentes en los dos trimestres previos a la crisis. Tampoco en este caso se cumple la condición. A pesar de que la tasa española de crecimiento actual es superior a la europea, se puede comprobar que España está más lejos de la situación de precrisis que los países de la zona euro. La razón es sencilla: durante la crisis, el PIB español cayó más del doble que la media de la zona euro. Por todo lo anterior, la insistencia en la “recuperación española” debe revisarse o matizarse con urgencia.
Las previsiones que pueden hacerse para 2015 apenas rebasan la confirmación de las tendencias que han aparecido den 2014. La tasa de crecimiento puede aproximarse mucho al 2%, sobre todo si el área euro remonta el estancamiento. Los motores claros de crecimiento, tanto en España como en Europa, son la depreciación del euro respecto al dólar y el descenso brusco del precio del petróleo. Pero es evidente que como el crudo no ha seguido una trayectoria suave de descenso, sino que se ha desplomado, se producirán efectos indeseados y quizá graves. El más notorio es la crisis de Rusia; sus reservas en dólares están descendiendo con la misma rapidez con que vence su deuda. El país tendrá que pagar unos 30.000 millones de dólares antes de que acabe el año y tendrá que hacer frente al vencimiento de otros 138.000 millones en el próximo año y medio.
La probabilidad de que la inestabilidad financiera rusa contagie a los mercados no es elevada, pero existe. La intranquilidad en los mercados condicionará, como es lógico, el margen de maniobra del gobierno español. Pero la decisión fundamental, que el Gobierno es incapaz de aclarar en estos momentos (y quizá tampoco durante el año) es que variantes de política económica son compatibles con tasas de crecimiento próximas al 2%, menos intereses de la deuda, una probable consolidación de las exportaciones y un coste menor del petróleo. El hecho es que, con cualquier cálculo y en cualquier modelo de predicción, la economía española necesita otra política de rentas.
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