Está claro que no hablo de personas con baja estatura moral, aunque ese es el verdadero problema de fondo que padecemos, sino de los tipos de interés, del precio del dinero, esa variable de ajuste capital y del capital monetario, clave para la asignación eficiente de los recursos escasos y por tanto del buen funcionamiento del sistema económico. Lo que se ve cuando se observa esa variable, a la que le hemos dedicado mucho espacio en esta bitácora digital desde su nacimiento, que trae de cabeza a la banca europea, es, sin duda, un presagio de malas noticias futuras producto de hacer las cosas mal y tarde, sobre todo los bancos centrales. ¿Qué está pasando?
Causas estructurales
Como saben (¿?) la Economía tiene un ciclo largo que se puede medir utilizando con el índice de precios, entre otras variables, y que, al observarlo, nos indica que hay cuatro fases en el siguiente orden: una reflacionaria, de baja inflación y buen crecimiento; unas segunda, inflacionaria, de alto crecimiento y alta inflación; una tercera, de alto crecimiento e inflación decreciente; y una cuarta, la actual, de bajo crecimiento y deflación. Cada país tiene su ciclo y van más o menos acompasados; el de España se podría ilustrar como sigue:
Lógicamente, como la cantidad de dinero tiene que ajustarse a los determinantes estructurales de la producción (uno clave), a sus equilibrios de oferta y demanda agregadas (un modelo) y al balance general, las autoridades monetarias intentan adaptar dicha variable de forma consecuente (¿?), con lo que el precio del dinero sigue una senda similar a la inflación.
Por todo lo anterior, la evolución el precio del dinero, de su tipo nominal, también tiene cuatro fases (siguiente gráfica); o sea, que hay mucho de predecible en lo que está ocurriendo, como lo hay en el mercado de acciones, que es mucho más complejo, divertido y rentable y a ello dedicamos un libro: Macroeconomía bursátil. Así, entre quienes compraron bonos públicos americanos de largo plazo, a mediados de los 80’s de siglo pasado, se han hecho verdaderas fortunas con algo totalmente predecible; luego están quienes tienen sus credos económicosacientíficos, muchos de ellos en la banca y en la Política, que van a piñón fijo y que son una verdadera ruina (también predecible).
Tipos anómalos
Que cada día son más comunes y solo hay que verles las pintas que tienen y que tan bien satiriza José Mota, con esas miradas idas y con extrañas sonrisas, como semblanzas del Greco aunque no iluminados por Dios precisamente, sino más bien todo lo contrario, dada sus tendencias sacrílegas. En fin, bromas y totalitarios aparte, lo cierto es que los mercados monetarios están siendo un verdaderoterritorio de anomalías nunca vistas (weird things happen), como esos Euribor negativos, y si ya cuesta entender que hay detrás de los rendimientos (o las cotizaciones) de los bonos americanos indexados por la inflación (línea morada, gráfica anterior), imagínense cuando el tipo de mercado se les puso negativo, como en 2011 cuando Bernanke nos volvía locos.
En realidad, no es tan complicado, “solo” hay que entender los efectos sistémicos de la represión financiera. Cuando se quiere combatir la mala gestión pública de tanto “cambio” “reformista” y “progresista” emitiendo dinero, o no se entiende que ya vale, que el problema de iliquidez que produjo el pánico de “repos” estaba resuelto, como así lo atestiguaba el exceso de reservas bancarias, a qué seguir con el QE, pasan esas cosas, que se te pondrá negativa la tasa del bono a diez años indexado, o la tasa natural de interés. Pues ahora parecido, nada nuevo una vez más.
Euribor negativo
Vale, ya lo he pillado. ¿Pero, hasta cuándo y hasta dónde se va poner negativo el Euribor? (A bote pronto y además gratis total, ojo) Pues mira, no-lo-sé. Repito: no-lo-sé. Y no vean lo bien que se queda uno. Luego lo piensas un poco, te ves la estadística y bueno: Pues igual lo que dure el QE del BCE. Además, ese no sería el problema serio de verdad.
Hubo un tiempo en que iba cabreado con Dios por no poder trabajar enplanificación bancaria y ya se pueden imaginar quien tenía razón. Crudo lo tendrán (como las aseguradoras) con la caída de margen medio por la caída de tipos, del margen total por el desapalancamiento y del aumento de la mora por la deflación y miren que todo era previsible. Encima, rizaron el rizo firmando contratos referenciados al Euribor con un margen mal puesto.
Luego está la lucha por el margen centrándose en los “proveedores”, o sea, los ahorradores, con el aumento de comisiones, al tiempo que, con la restructuración y los despidos, se empeora el servicio (algunos buscan otras formas ocupando nichos). Pues lo están poniendo peor ya que por razones demográficas (también predecible) se va a consumir capital líquido, pero no les digas nada ni mentes el largo plazo (más bien medio) En cuanto al lado de los clientes de crédito, tampoco van muy brillantes, pero es lo que hay.
Para colmo, como alguno se queda efectivo en casa – normal -, ha salido el listillo de turno, dizque para combatir la delincuencia, uno de los padres del actual desastre económico (eso sí, las conferencias se las pagan a precio de oro), Mr. Progresista y reformista del cambio socialdemócrata, el ínclito Larry Summers (lo vimos en el colapso socialdemócrata), que propone reducir (¿eliminar?) el efectivo; es tan zote que incluso olvidó decir que habrá que emitir más de las denominaciones más bajas. En fin, el sueño de los totalitarios de izquierda y de profesión robo legal.
Más deflación
Claro, con tipos artificialmente bajos se invierten en muchas cosas poco rentables (no sé, hoteles caros, o periódicos con malos directivos sobre-pagados, cosas así) con lo que la oferta agregada aumenta y el desequilibrio empeora. ¡Fenómeno! Repitiendo errores hasta que funcione y así nos va. Luego vendrán los haircutseconómicos del Mercado o peor, de la “izquierda”, con su banca “pública” y sus peluqueros (dos de sus obsesiones); porque esa banca “pública” no es la de antes de las cajas politizadas, no, es simplemente otro medio para robarle (legalmente) el patrimonio a las familias, llevándolas a la desesperación y la especulación salvaje. De locos.
De nuevo: ¿Queda alguien sensato en “la casta”? Honesto sabemos que no, pero por lo menos con dos dedos de frente, que rija bien y mire por sus intereses, que tampoco pedimos tanto.
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