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martes, 8 de marzo de 2016

Bolivia corrobora el desvanecimiento populista en Latinoamérica


POR Hugo Carvajal
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el presidente de...
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el presidente de Bolivia, Evo Morales, durante los actos de conmemoración de los tres años del fallecimiento del mandatario venezolano Hugo Chávez, el sábado 5 de marzoMIGUEL GUTIÉRREZEFE

El triunfo de la opción del 'no' en el referéndum de reforma constitucional el pasado 21 de febrero para habilitar un nuevo mandato de Evo Morales en la presidencia de Bolivia es una victoria de la democracia y un mensaje de la ciudadanía que no desea líderes eternos en el poder.


El resultado aparece como estrecho -menos de un 3%- debido a la manipulación del voto por parte del Tribunal Supremo Electoral oficialista que, hasta el último momento -de la mano del vicepresidente García Linera-, trató de empañar el proceso y negar el triunfo a la oposición. Sólo la unidad política, la movilización popular, el trabajo arduo de las redes sociales, la emergencia activa de la juventud y el periodismo independiente lograron poner contra las cuerdas al régimen, obligándolo después de 48 horas de finalizado el referéndum a reconocer su derrota. En mensaje oficial, el presidente Morales anuncio que "perdió la batalla pero no la guerra" y culpó a la derecha de haber promovido mediante el engaño y la calumnia su derrota, manteniendo su discurso belicista y de confrontación social, del cual sacó mucha ventaja política y le sirvió para polarizar con regiones adversas, dividir organizaciones sociales e indígenas, perseguir, encarcelar y exiliar opositores, y cooptar mediante chantaje presupuestario y amenazas "judiciales" a algunas autoridades locales.


Es importante remarcar que no es la primera ocasión en la que el Movimiento al Socialismo (MAS) intenta condicionar los resultados electorales. Con la captura del Órgano Electoral consiguen una actitud parcializada, que facilita el manejo grosero del aparato estatal y los recursos fiscales, que tolera el discurso gubernamental que amenaza retirar recursos fiscales a núcleos pobres si no apoyan la postura oficialista, anunciando que perderían las subvenciones -bonos y favores tributarios- si triunfa la oposición "neoliberal", y que permite incluso discursos de contenido cultural subliminal del Vicepresidente, cuando señala que "se apagará la luz, se ocultarán el sol y la luna", conocedores del efecto pernicioso de este tipo de mensajes. Modificaron a último momento leyes para lograr una mayor representación parlamentaria con menos votos y anular listas de candidatos mediante resoluciones judiciales amañadas. En las elecciones generales de 2104 manipularon el conteo de los votos, paralizaron el cómputo oficial, emplearon un padrón electoral poco transparente, para ascender del 54% al 61% en el resultado final, beneficiando con los dos tercios en la Asamblea legislativa al "masismo".


Esta victoria es el primer paso de un proceso para recuperar la institucionalidad democrática y el Estado de derecho, aunque no será fácil ni llano el camino hacia este objetivo: la reacción del chavismo en Venezuela es una muestra clara del talante de estos gobiernos afines en sus métodos y estilos autoritarios.


Una nueva derrota del populismo similar a las acontecidas en Argentina y Venezuela se explica por una serie de acontecimientos socio-políticos y rasgos de gobierno muy comunes: la concentración exagerada del poder en una persona, acompañada de relatos biográficos épicos; el debilitamiento del sistema de partidos y la persecución de los dirigentes que no se someten o vuelven funcionales; la consolidación de un caudillismo exclusivo -mítico- que no acepta competidores internos y destruye al adversario opositor; la intolerancia hacia los medios de comunicación, periodismo independiente y libertad de prensa; la manipulación o sometimiento de la justicia, y la corrupción creciente en la administración de los bienes públicos; el desborde de la inseguridad ciudadana, producto del descontrol de grupos de choque y la emergencia de grupos mafiosos que controlan ciertos movimientos sociales para enriquecerse.


El debilitamiento de los precios internacionales de las materias primas y la consecuente merma de los ingresos nacionales contribuyen a que la "sociedad subvencionada" con bonos y favores tributarios-fiscales empiece a aminorar su fidelidad al régimen. La chequera estatal ya no tiene la capacidad de seguir soportando la impostura de una economía "blindada" contra la crisis internacional y comienza a percibirse como poco sostenible garantizar el ascenso social de los sectores más empobrecidos, que lograron acariciar en la época de bonanza la ilusión de mejores condiciones de vida.


Toda marcha empieza con un primer paso: consolidar la victoria al "prorroguismo" presidencial extrayendo las principales lecciones de lo que fue esta gran cruzada nacional en la que confluyeron partidos políticos, agrupaciones ciudadanas diversas, intelectuales, movimientos juveniles, redes sociales, movimientos regionales, indígenas y vecinales.


Ahora emerge el desafío más difícil de la oposición política y ciudadana al autoritarismo de Morales: hay que transitar de la victoria electoral a la derrota política del MAS. El régimen dejó de ser invencible, se rompe un mito y se abre un horizonte de esperanza que debe construir una verdadera opción política-electoral, en un camino de Unidad. Todos son necesarios y deben ser convocados a esta tarea, los partidos con sus líderes actuales no son suficientes para derrotar al "evismo", tampoco en solitario podrán encarar exitosamente esta tarea los movimientos regionales, generacionales y líderes espontáneos.


Hugo Carvajal fue presidente de la Cámara de Diputados de Bolivia. Este artículo se ha publicado inicialmente por la Fundación Faes.

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