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sábado, 25 de octubre de 2014

TTIP y el proteccionismo más rancio


Junto al impago de la deuda por motivos ilegítimos, la nueva campaña en las redes sociales de la extrema izquierda europea, representada en España por Podemos e Izquierda Unida, y de la extrema derecha, representada en Francia por Le Pen, pide ahora parar el Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte TTIP. Acusan de ocultación al pueblo de las negociaciones y de ser un troyano neoliberal que acabará con el estado del bienestar europeo y provocará más pobreza y desempleo.
El manual de economía internacional de Krugman dice todo lo contrario. Y nadie con un cociente intelectual superior a Forrest Gump pensaría que Krugman es neoliberal. Krugman es el enemigo número uno del Tea Party. Es curioso que la extrema izquierda sea proteccionista. Marx lo que hizo fue añadir análisis histórico a las teorías sobre el valor de David Ricardo. Ricardo desarrolló la teoría de la ventaja comparativa y fue un activista del librecambio en la campaña para eliminar las leyes de protección para importar granos. De hecho la URSS fue diseñada por los planificadores con criterios de libre cambio y ventaja comparativa absoluta, siguiendo los trabajos de Marx y Ricardo. El problema es que se les olvidó incluir empresarios innovadores que controlen la eficiencia de las inversiones y el experimento comunista acabó en desastre.
Un arancel a la importación lo acaban pagando los consumidores. Cuando reduces el impuesto, que es lo que se consigue con los tratados de libre comercio, baja el precio de los bienes y, con el mismo salario y la misma renta, los consumidores pueden consumir más bienes. En este proceso hay ganadores y perdedores, ya que cada país se especializa en alguno de los bienes y las empresas de los otros sectores reducen su producción y su empleo. Por eso los sectores perjudicados se organizan en lobbies para boicotear el acuerdo.
Pero los estudios sobre casos reales de apertura comercial dicen que a largo plazo el empleo y la renta por habitante aumentan. De hecho, los países con mayor renta por habitante y mayor estado de bienestar del mundo tienen niveles de protección arancelaria bajos. Sus empresas tienen que innovar permanentemente para mantener su cuota de mercado. Y esa innovación es la que permite aumentar la renta por habitante. Si los seres humanos no fuéramos innovadores, seguiríamos a cuatro patas en las sabanas africanas.
Eso no significa que el mercado por sí sólo alcance ese equilibrio, como defienden los neoliberales y el Consenso de Washington. El Estado tiene un papel determinante primero en establecer reglas, luego garantizar que se cumplen y también en ser activo en las políticas industriales y tecnológicas. Krugman recibió el Nobel por sus aportaciones en el mundo de la competencia imperfecta y la efectividad de políticas públicas para mejorar el desarrollo.
Ayer este economista observador estuvo en un seminario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con su economista jefe, mi amigo José Juan Ruiz, en el que defendieron la necesidad de políticas industriales. Estudian casos de éxito y de fracaso en Asia, principalmente en Corea y Taiwan, y los comparan con América Latina. Este economista observador defiende políticas industriales y tecnológicas en España en las que el Estado tiene que tener un papel dinamizador, aunque los protagonistas son las empresas y sus trabajadores.
También es necesaria una mejor gobernanza global para evitar por ejemplo competencia desleal con explotación laboral, como sucede en el sector textil en muchos países asiáticos. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra se encarga de esto y ahora su lucha es forzar a China a que asuma las exigencia de la organización en materia de protección laboral mínima.
Pero el desarrollo del libre comercio no ha sido mundial sino por áreas. La Unión Europea elimina los aranceles entre los socios pero los mantiene con el resto del mundo, lo cual acaba siendo un mecanismo de protección. En Norte América tienen otro tratado similar que elimina los aranceles entre EEUU, Canadá y México y mantiene la protección con el resto del mundo. El TTIP supondría eliminar la protección entre ambas áreas y crear la mayor zona de libre cambio de la historia de la humanidad.
¿Qué puede mejorar para España? Por ejemplo, España es uno de los lideres mundiales en empresas de componentes de automóviles. En 2009, EEUU aumentó los aranceles a la importación de muchos componentes, lo cual redujo las ventas de nuestras empresas y se vieron forzadas a destruir empleo. Si se aprueba el tratado bajarán de nuevo los aranceles y aumentará el empleo.
¿En qué puede empeorar el Tratado? La extrema izquierda retrograda que quiere reventar el Tratado dice que los americanos quieren imponer el fracking, lo cual es una auténtica sandez. EEUU ha desarrollado la tecnología de fracking y le interesa el Tratado para eliminar los aranceles. Pero la soberanía sigue siendo de los estados y son ellos los que decidirán si autorizan el fracking o no. Las mayores reservas están en Francia y Polonia y, si se firma el Tratado, la soberanía seguirá en los gobiernos y parlamentos francés y polaco para decidir si quieren o no quieren hacer fracking.
Hay otros temas que dificultan el acuerdo. Europa ha dicho que no autorizará los alimentos transgénicos. Y hay mucha discusión sobre servicios profesionales, consultoría, auditoría, asesoría, etcétera. Aquí la ventaja de EEUU es aplastante. Y lo que defiende Europa no es vetar la entrada de esos servicios, sino tiempo. Tiempo para desarrollar regulación europea que es insuficiente. Y segundo para que las empresas europeas tengan tiempo para adaptarse.
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El gráfico anterior refleja bien los efectos devastadores del proteccionismo en la propia historia de nuestra querida España. En 1898 España pierde sus colonias, impaga su deuda y aumenta la protección arancelaria para proteger su empleo de la amenaza exterior. EEUU, una ex colonia agrícola de Inglaterra, apuesta por la industria, la innovación y tiene baja protección arancelaria. La renta por habitante española al empezar el siglo XX era el 44% de la de EEUU.
En 1928, antes de la Gran Depresión, la renta era del 39%. Tras nuestra Guerra Civil, era del 28%. Franco también impagó la deuda, con una inflación galopante, y llevó la protección arancelaría al extremo de la autarquía, siguiendo las ideas de Mussolini y la Falange.
En 1959 gracias al asesoramiento del FMI y de la primera generación de economistas de la universidad, España apostó por el libre cambio, por reducir aranceles, por integrarnos en Europa, por contener la inflación y por pagar nuestras deudas. En 1959, la renta por habitante de un español era el 27% de la de un estadounidense, la misma diferencia que al terminar nuestra Guerra Civil.
Espero que tras este post, querido lector, no seas proteccionista. Yo soy extremadamente crítico con la política económica española y europea. Me indigna como al que más la corrupción y tener un presidente del Gobierno que va a Bruselas a representarnos el mismo día que un juez dice que hay indicios contundentes de que ha hecho las reformas de su sede con dinero corrupto y que ha pagado en negro la obra. Una obra en la que un trabajador sufrió un accidente laboral y trabajaba sin contrato ya que el empresario era igual de golfo que los del PP y también pagaba en negro.
Pero el cambio debe ser para sacarnos de la depresión, no para condenarnos a ella para varias décadas, como pretenden algunos iluminados. Este economista observador está con el nuevo Rey que ayer pedía: recuperar el espíritu de la transición, recuperar referentes éticos para la sociedad y conseguir salir de la depresión unidos y solidarios con los pobres y los más perjudicados por esta maldita crisis. Ya lo hemos hecho varias veces en las últimas cuatro décadas y estoy convencido de que volveremos a conseguirlo.

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