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sábado, 25 de octubre de 2014


Consecuencias de la caída del petróleo: España podría ahorrar 10.000 millones anuales.


  • El papel del carbón y las renovables puede mermar por el bajo precio del gas
  • Estamos ante las puertas de una revolución que traerá nuevos conflictos
  • El juego de Arabia Saudita para regular los precios puede llegar a su final


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    La reciente y pronunciada caída del petróleo está teniendo grandes consecuencias geopolíticas. Además del ahorro para los países importadores, genera nuevas tensiones geopolíticas. La revolución energética que llega también podría tener consecuencias sobre las empresas energéticas y el futuro del carbón o las energías renovables.
    Cuando esto se escribe el precio del barril de Brent está a 85,19 dólares, en una caída que, desde los 115 dólares de mediados de junio pasado, parece que no parará. Que duda cabe que para los intereses económicos de los países consumidores un precio bajo de petróleo viene muy bien a sus cuentas públicas.
    Una situación que afecta a muchos países europeos y, en particular, a España, cuyo consumo precisa de algo más de un millón de barriles diarios, con lo que un precio medio de 85 dólares, de mantenerse, le supondría un ahorro superior a los 10.000 millones de dólares anuales. Cifra nada despreciable.

    Problemas para los países productores.


    Otro tema es lo que sucede con los países productores, especialmente aquellos cuyas cuentas dependen en gran medida de las exportaciones de crudo y de gas. Este sería el caso de Rusia, por ejemplo; un país cuya economía necesita un petróleo de, al menos, 100 dólares por barril para poder equilibrar sus cuentas.

    De manera que la situación actual, con los precios de hoy o incluso menores, puede poner a Rusia en una dramática situación, llevando de nuevo al país a una importante recesión. Algo que se uniría al programa de sanciones que tienen en marcha los países occidentales.

    Una de las explicaciones que se están dando como más verosímiles de la bajada de los precios es la presión de Estados Unidos para seguir dificultando la posición de Rusia en Ucrania; de manera que, según estas consideraciones, sería Arabia Saudita, el aliado que juega a favor de una caída de los precios inundando el mercado de petróleo.

    Una consideración geopolítica que, si bien, puede tener ciertos visos de realidad, no responde en su totalidad al comportamiento global del mercado energético, ya que hay otras consideraciones, incluso más relevantes. Y es que el verdadero problema tiene que ver con el cambio que ha sucedido en los últimos años con las nuevas técnicas de extracción que han situado a Estados Unidos de importador neto a ser un futuro exportador a precios muchos más bajos.

    Arabia Saudí pierde su papel.


    Estados Unidos ha incrementado su producción cerca del 70% en los últimos 6 años, lo cual ha obligado a Arabia Saudita a tratar de hundir el mercado para hacer más difícil la extracción de productos derivados del gas pizarra, algunos de los cuales no pueden competir con precios en el entorno de los 70 u 80 dólares el barril, ya que existen productores que precisan de, al menos, 70 dólares para alcanzar el break-even.

    Tal sería el caso de los firmas americanas: Wolfferry, Abo o Granite Wash; aunque muchos otros pueden hacerlo a precios muchos más bajos, como son: Marcellus Shale cuyas cuentas les permiten un suelo de 33 dólares, Mississipian Lime que tiene de base los 51 dólares o Bone Spring que está por los 60 dólares, más o menos.

    Un mercado que abre un nuevo escenario en el que el juego tradicional de Arabia Saudita para regular los precios de crudo puede llegar a un final en no muchos años, aunque se asegure que puede permitirse el mantenimiento de bajos precios al menos durante los dos próximos años. No mucho más, ya que los precios medios que podrían aguantar los productores americanos de petróleo de esquistos (oil shale) pueden estar entre los 50 y los 70 dólares; lo cual es una importante competencia.

    Revolución y cambio  de escenario.


    Se trata, por tanto, de un nuevo escenario energético en el que, incluso, el papel del carbón como combustible esencial de la generación eléctrica en países como China o India está llamado, si no a desaparecer, a tener un papel mucho menor. Ya que, respecto del gas pizarra (shale gas), las actuales previsiones apuntan que China será capaz de aprovechar al menos el 35% de sus recursos de gas pizarra, al igual que lo harán Estados Unidos en un 25%, o Argentina en un 22%.

    Una nueva circunstancia que vendrá a afectar igualmente a las empresas eléctricas, especialmente aquellas que tengan fuertes inversiones en energías renovables cuya capacidad competitiva puede quedar muy mermada en un mercado de bajos precios de gas. Como también se pueden ver afectados los productores tradicionales de gas natural que pueden ver cómo arriban a sus clientes barcos transportando gas barato desde lejanas geografías.

    De ser este escenario plausible, como parece, se está en puertas de una revolución energética de gran calado. Una revolución que abrirá nuevos conflictos geopolíticos de un lado y, de otro, cambiará la faz del mercado energético, teniendo otros jugadores distintos de los que se han conocido desde hace decenas de años. Un cambio producido igualmente por la aparición de nuevas tecnologías de extracción y de nuevos corredores gasísticos que atraerán, en los países con estas capacidades, potentes inversiones.

    De nuevo una suerte de tormenta perfecta entre la geopolítica y los intereses económicos en los que países geoestratégicos en el pasado para Estados Unidos dejen de serlo en el futuro, especialmente porque las estimaciones para este país son que en los próximos 20 años será capaz de duplicar su producción actual, donde ya el 60% de la misma sale de los nuevos reservorios relacionados con los hidrocarburos escondidos entre capas de pizarra.

    Eduardo Olier, presidente Instituto Choiseul España


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