Estados Unidos y la diplomacia del petróleo
Hace unos días el Economist se hacía eco de la sorprendente caída del precio del petróleo durante los últimos meses, y acompañaba la noticia con este gráfico:
La parte relevante del la tabla es la lista de países a la derecha: es una lista de productores de petróleo, y el precio al que deben poder vender un barril de crudo para poder equilibrar su presupuesto nacional. El petróleo a $120 el barril hace gobernar lugares como Venezuela, Rusia o Libia algo muy sencillo: sacas petróleo del suelo, lo vendes al exterior, y no hace falta que cabrees a nadie haciendo cosas feas como cobrarles impuestos. Cuando este precio baja de los $90 y se encamina hacia los $80, sin embargo, la vida de los presidentes de esos países se vuelve mucho más interesante. Ahora o bien tienen que cobrar impuestos (buena suerte convenciendo a los venezolanos sobre eso) o bien tienen que empezar a recortar gasto, haciendo cosas tan impopulares como reducir subvenciones al precio de la gasolina (Maduro se lo está pasando francamente bien). Uno puede pegarle fuego a su moneda o endeudarse hasta las trancas, pero esa clase de trucos sólo funcionan temporalmente. Muchos gobernantes van a estar mirando los precios del petróleo nerviosamente, esperando que esta caída sea temporal.
¿De dónde viene la caída de precios? Como en todo, hay un montón de factores. El principal, como señala el gráfico, es el frenazo del crecimiento en la Unión Europea y China. La UE se las está arreglando para conseguir tener una triple recesión, esta vez con deflación y todo, gracias a una encomiable persistencia en adoptar una política económica completamente equivocada durante siete años y seguir insistiendo en que el problema es que no estamos flagelándonos lo suficiente. China depende de las exportaciones, y con Europa y otras economías emergentes comprando menos (sumado a problemas internos) su crecimiento se ha resentido.
La demanda no es el único factor en esta caída, sin embargo; en el lado de la oferta las cosas parecen haber cambiado de forma considerable. Aparte de la vuelta a los mercados (por ahora) de Irak y Libia, el gran cambio en los últimos cinco años es el increíble aumento de la producción de Estados Unidos, y en menor medida Canadá. En los últimos seis años Estados Unidos ha aumentado su producción un 70%, una cifra increíble, y va camino de adelantar a los saudíes como mayor productor. Aunque siguen importando crudo, los americanos son una parte mucho más pequeña de la demanda internacional que hace una década, hasta el punto que incluso han empezado a exportar. Como mencionaba Michael Klare, hace 30 años la OPEC, Irán o Rusia podían amenazar con un embargo y enviar la economía americana a una recesión. Hoy Estados Unidos puede imponer sanciones que limitan la capacidad de Irán o Rusia para extraer petróleo sin tener que preocuparse sobre el precio en el mercado mundial.
Esto no quiere decir necesariamente que la estabilidad de todos estos petroestados esté en peligro (uno de los motivos del aumento de oferta es el incremento de la producción rusa), pero pone en perspectiva varias cosas interesantes. Primero, el hecho que el mercado funciona en cuestión de inversiones y aumento de la oferta. Hace diez años el precio del crudo parecía que no iba a bajar nunca, haciendo muchos yacimientos marginales y tecnologías exóticas (como el fracking) mucho más atractivas. Estados Unidos combina una política regulatoria permisiva y mercados de capitales desarrollados, así que el sector atrajo inversión de inmediato, la explotación de nuevos yacimientos se extendió rápidamente y dada la enormidad de las inversiones, las economías de escala hicieron que los nuevos métodos de extracción redujeran costes rápidamente. Los americanos estarán por encima los 10 millones de barriles al día en un par de años. Nada impedía a la UE ver una revolución similar, pero no queremos tenerla.
Segundo, y algo que no me canso de repetir, la idea que Estados Unidos está en decadencia es bastante irreal. China está creciendo rápido, pero ningún país del mundo puede aún igualar la combinación de flexibilidad económica, afán inversor, acceso a recursos naturales y fortaleza institucional de los americanos. Dentro de la OCDE, además Estados Unidos es el único país junto a Francia que tiene unas expectativas demográficas favorables, y además tiene la enorme, inmensa suerte que es mejor que cualquier otro país desarrollado (con la excepción de Canadá) atrayendo y asimilando inmigrantes. Su sistema político puede ser horriblemente disfuncional (y creedme, es aún peor visto de cerca) pero cuando las cosas van mal y hace falta reaccionar a una catástrofe como la del 2008-2009, el Congreso americano es aún capaz de reaccionar infinitamente mejor que los europeos. El país tiene sus problemas (desde desigualdad a un sistema político a menudo demencial), pero está muchísimo mejor posicionado que la UE o Japón a medio-largo plazo.
Tercero, y más deprimente, esto no es una gran noticia en lo referente a cambio climático. Esperemos que la tecnología acabe por salvarnos en este caso, porque me temo que en este aspecto el sistema internacional nos va a fallar a todos. Quizás esta vez la fusión si funcione, quien sabe. Lo que es previsible es que si eso sucede el país que invente la tecnología será, nuevamente, Estados Unidos.
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