El BCE, al rescate de las bolsas.
La inflación, medida como variación de precios al consumo, no ha aflorado por ningún lado: ni en las economías desarrolladas, ni en los países emergentes.El mundo parece estar dentro de un proceso de desinflación, o inflación reducida, acorde con los moderados ritmos de crecimiento económico actuales.
Por el contrario, es innegable que los mercados financieros han sido los principales destinatarios de la liquidez inyectada por los bancos centrales. El actual nivel de los tipos de interés de los bonos soberanos de cualquier país europeo sólo se puede explicar por la liquidez proporcionada por el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra y, en ningún caso, por la mejora del nivel de deuda pública de cada uno de los países. El volumen de deuda pública sigue incrementándose en todos los países, excepto en Alemania, aunque los tipos de interés exigidos se reduzcan.
La evolución de la bolsa norteamericana ha ido pareja al tamaño del balance de la Reserva Federal (Fed) durante toda la crisis. Mientras la Fed aumentaba su balance, la bolsa subía. En cuanto finalizaba cada uno de los programas de inyección de liquidez (QE1, QE2) la bolsa sufría correcciones. Ahora, ante la cercanía de la finalización del último y definitivo programa de expansión monetaria, QE3, la bolsa estadounidense ha comenzado a corregir con fuerza.
El BCE ha sido el gran causante de la subida de los precios de los bonos, de la caída de rentabilidades y de las subidas de las bolsas con su actuación desde 2012: primero gracias al “whatever it takes”; más tarde, con la aprobación del programa de compra de deuda pública OMT; posteriormente, con el anuncio de aumento de su balance en un billón de euros. Cada vez que ha habido una situación de inestabilidad financiera, la actuación del BCE ha logrado dar un nuevo impulso a las cotizaciones.
Conviene no echar en saco roto las advertencias del propio Draghi: las medidas del BCE no son suficientes para devolver el crecimiento si los Gobiernos no hacen la parte que les corresponde, es decir, reformas estructurales.
El escenario ante el que nos enfrentamos es de bajo crecimiento, baja inflación y bajos tipos de interés. El ínfimo nivel de los tipos de interés, tanto a corto como a largo plazo, incentiva la toma de riesgo. Es frecuente escuchar la recomendación generalizada de invertir en renta variable ante la escasa rentabilidad del resto de inversiones financieras. El comportamiento de las bolsas en el último mes, con caídas superiores al 10%, pone en cuestionamiento dicha recomendación, al menos de forma generalizada.
Los resultados empresariales del tercer trimestre, que se conocerán en breve, serán fundamentales para dar soporte a las cotizaciones. Afortunadamente, la depreciación del euro, o la revalorización del dólar, tendrán un efecto muy favorable en los beneficios de las empresas con elevados intereses fuera de la zona euro. El BCE todavía tiene capacidad para animar las cotizaciones, pero como demuestra el caso estadounidense, los efectos de su actuación tienen un límite.
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