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sábado, 25 de octubre de 2014

Quince gráficos y un drama

Juan Manuel López-Zafra. El confidencial.
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro (d), hizo entrega el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado. (Efe)

'The most terrifying words in the English language are: I'm from the government and I'm here to help'.
Ronald Reagan
Ha presentado el ministro Montoro los Presupuestos Generales del Estado elaborados por su ministerio y que son los del Gobierno de Mariano Rajoy. Mucho se ha escrito ya al respecto, así que me centraré en sólo un aspecto, la evolución de ingresos y gastos del estado, así como de la deuda pública, de la forma más sencilla posible: mediante su visualización.
De acuerdo con el cuadro macroeconómico, el PIB crecerá en este 2014 un 1.3% y lo hará en un 2% en el siguiente 2015. Más allá del valor de tales previsiones, es importante recordar que esta cifra es la palanca sobre la que el Ministerio se apoya para elaborar las cuentas. Y simplemente quiero recordar que esas previsiones no duran ni tres meses; véase las últimas advertencias de Madame Lagarde, Presidenta del FMI, que ya ha advertido de que las que su institución emitió en junio (organismo que es uno de los mejor dotados del mundo en el estudio de la economía, con funcionarios y personal contratado de enorme prestigio) ya estaban superadas y que los nubarrones que tres meses antes no se veían aparecían de repente; como por casualidad; sin que nadie (sic) lo hubiese advertido. No es este el momento de entrar a estudiar los enormes errores conceptuales que los modelos encierran (realmente, que cometen los dioses menores que pretenden explicarnos qué va a ocurrir, cuando ni siquiera son capaces de explicarnos qué ha ocurrido), ni el de recordar que todo lo que tiene que ver con la matemática y su presunta complicación tiene inmediatamente un halo de ciencia que engancha sin remisión al público en general y a la prensa especializada en particular; de eso nos ocuparemos en alguna columna posterior.












Cuadro 1. Evolución del gasto público 2008-2015 (previsión) por partidas. Elaboración propia a partir de Secretaría de Estado de Presupuestos y Gastos, MHyAAPP. Nota: Se emplea 2008 como año del pico de la burbuja del gasto público y 2011 como el último presupuesto del gobierno Zapatero.
El Cuadro 1 muestra el primer acto del drama. Podemos observar cómo el gasto en el servicio de la deuda pública ya es prácticamente equivalente al efectuado en pensiones. Ni uno ni otro han dejado de crecer, mucho más rápidamente el de la deuda. Entre ambos se comen ya el 60% del gasto público. El casi 30% que supone el pago de intereses está directamente ligado al endeudamiento del Estado. Y considerando que todo lo que se gasta ha de ingresarse de un modo u otro, sólo el efecto fiscal (en términos de impuestos que pagamos los ciudadanos, y sin entrar a valorar aspectos morales derivados de diferimiento del gasto corriente) es simplemente obsceno. Como me señala Daniel Lacalle, “los intereses de la deuda no vienen de 'un ovni'... Son el resultado de acumular 475.000 millones de gasto por encima de los ingresos desde 2008.”


























Cuadro 2Evolución de gastos e ingresos públicos, del gasto sobre PIB y de la deuda pública sobre PIB, 2008-2015 (previsión). Elaboración propia a partir de Secretaría de Estado de Presupuestos y Gastos, MHyAAPP.
Este segundo cuadro muestra cuál ha sido la evolución de distintos parámetros desde el pico de 2008. Así, vemos cómo el gasto público del Estado no ha hecho sino crecer; no ya con el último gobierno de Zapatero, que lo incrementó a través de las conocidas (amén que perniciosas) políticas de estímulo, sino también con el Gobierno de la austeridad de Mariano Rajoy. Austeridad que ha supuesto que en 2015 el gasto presupuestado sea un 21% mayor que en 2008. Es decir, si entonces se gastaban 100, mañana se gastarán 121. Las cifras no mienten, y un mayor gasto ni supone austeridad ni es una reducción del Estado, precisamente.
En descargo del gobierno hay que señalar que asumió unos 40.000 millones de facturas impagadas del último gobierno Zapatero y que la quiebra de las cajas (que no de los bancos) que se ha producido bajo su mandato (y que ha costado a los contribuyentes alrededor de 63.000 millones de euros) se fraguó (es obvio, pero merece la pena recordarlo) bajo el gobierno anterior. Cierto es que cabían alternativas al rescate de las cajas, que desde aquí hemos defendido, pero la decisión de asumir el coste del mismo y el pago de las facturas pendientes es algo con lo que este gobierno ha tenido que trabajar. Claro que esto ya no está en los PGE, aunque el gobierno ha decidido actuar gastando como si no hubiera mañana; o, mejor, como si mañana hubiera elecciones.
Mientras tanto, los ingresos públicos se han ido deteriorando. Como observamos en el gráfico correspondiente, entre 2008 y 2011 se perdieron nada menos que 20 de cada 100 euros que se llegaron a ingresar. Pero hete aquí que el Gobierno de Mariano Rajoy y en particular su ministro de Hacienda han hecho lo posible por recuperar parte de ese terreno perdido, fruto de la brutal crisis que estamos padeciendo y que las medidas keynesianas de este gobierno y sobre todo del anterior no han hecho sino acrecentar. No ha procedido el señor Ministro a reducir el gasto en consonancia con la caída de ingresos, sino que ha optado por apretar las tuercas a los ciudadanos mediante sucesivos aumentos de impuestos (directos, indirectos, especiales) que no han hecho sino retrasar la recuperación, al detraer enormes cantidades de dinero privado en favor de un estado cada vez mayor.
Las cifras no mienten, y un mayor gasto ni supone austeridad ni es una reducción del Estado, precisamente. En descargo del gobierno hay que señalar que asumió unos 40.000 millones de facturas impagadas del último gobierno Zapatero y que la quiebra de las cajas se fraguó bajo el gobierno anterior
Las dos últimas series de gráficos hacen referencia a los ratios de gasto público y deuda pública sobre el PIB. La zona rosada representa, del total azul, la parte que tanto uno como otro representan. Como vemos, la parte del gasto público en el total aumenta en 2011, fruto de la aplicación de los planes de estímulo y la caída del PIB; en 2015, a pesar de la nueva metodología del PIB (que lo infla, por la vía del artículo 33, en 46.000 millones), el gasto público no cae. Eso nos vuelve a dar una idea de la magnitud de las cifras que estamos manejando.
Por último, la deuda pública es ya tan elevada que ni siquiera deja ver el azul del cielo del PIB. Todo lo cubre. Lo que no ha podido gastarse en efectivo, porque ni había dinero ni Bruselas (ni Draghi) lo permitían, nuestro gobierno ha decidido aplazarlo. Cada “éxito” en la subasta de deuda es un sangrado a la recuperación, un golpe a nuestros hijos y nietos, un acto de soberana irresponsabilidad con quienes no tienen culpa alguna de un sistema inviable y que sin embargo se verán obligados a pagarlo.
Quince gráficos que explican el drama de unas políticas que sólo han estimulado la líbido de los yonkis del gasto que, como siempre, reclaman más y más porque nunca es suficiente. Quince gráficos que dificultan imaginar con cómo hubiese sido España hoy de haberse cercenado el gasto y reducido los impuestos en la parte correspondiente.

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