“And so it goes… The way it´s going no one knows” Nick Lowe
Los bajos precios del petróleo y el plan de liquidez y tipos bajos del Banco Central Europeo benefician a todas las economías de la Unión Europa. Sin embargo, economías como Italia -con la misma sensibilidad macroeconómica que España a los tipos bajos y el precio del crudo- siguen en estancamiento. El riesgo político y la incertidumbre pesan en España e Italia -con un referéndum constitucional en noviembre-, sin embargo, España crece más que ellos y que la media de la Unión Europea.
Si analizamos la sensibilidad a una caída del 10% de los tipos de interés y 10 dólares en el precio del barríl, estudios de UBS, el BCE y Goldman Sachs muestran que Italia, Portugal y Francia tienen impactos históricos muy parecidos. Y España crece más del doble.
En España, el Índice de Tendencia de Competitividad calculado respecto a los países de la Unión Europea acumula once trimestres consecutivos de ganancias de competitividad frente a esta zona. Que esto haya ocurrido mientras suben los salarios (la masa salarial crece por encima del PIB nominal, y el salario medio ha subido también en el último año), es positivo.
Pero la apreciación del euro contra otras monedas aparentemente ha reducido la competitividad total con respecto a la OCDE y los países BRICs (Brasil, China, India y Rusia) en más de un 2% y 4%. La apreciación del euro contra las monedas de referencia explica el 100% de la pérdida de “competitividad”.
Pues bien, para los economistas del Club de la Impresora esa combinación debería ser letal. Se pierde “competitividad” en moneda, suben los salarios y, por lo tanto, no se puede “exportar”.
Bienvenidos a los mantras falaces del burbujerismo monetarista. Lean los “mitos de las exportaciones españolas”.
España en el primer semestre ha alcanzado exportaciones récord, creciendo un 2,3% y reduciendo el déficit comercial un 31,4%. Las exportaciones de bienes y servicios superan el 32% del PIB.
Todo ello ocurre mientras el comercio mundial se ralentiza. El crecimiento del crecimiento mundial se ha estancado en un 2,8% y se ha revisado a la baja en tres ocasiones en 2016, según la Organización Mundial del Comercio. Por ello, España ha aumentado cuota de mercado global.
El incremento interanual de las exportaciones de España (+2,1%) se compara con retrocesos registrados en la zona euro (-1,8%) y la Unión Europea (-2,3%). Fuera de la UE, también decrecen las exportaciones de Estados Unidos (-4,5% interanual), China (-6,0%) y Japón (-7,4%), según el Ministerio de Economía.
A alguno de los que repiten la consigna de “devaluar para exportar” le dará un pasmo.
El que piense que si hubiéramos devaluado exportaríamos mucho más se encuentra con la falacia en los países que si han visto sus monedas retroceder con respecto a sus socios, y que he detallado antes.
Devaluar no deja de ser una subvención encubierta a los sectores de baja competitividad a costa de los ciudadanos y sus ahorros, y encima no funciona más que a muy corto plazo, y, por supuesto, dispara las importaciones porque lo que compramos fuera nos cuesta más. Transfiere rentas de los trabajadores y ahorradores al gobierno y a sectores en decadencia. Se empobrece a los ciudadanos perpetuando los desequilibrios. Y no se consigue nada.
No exportamos más porque los salarios sean bajos. Países con salarios mucho más bajos están perdiendo cuota y volumen absoluto. Además de que están subiendo un 4% (0,8% medio), el peso de los salarios en el coste total del sector exportador es muy bajo y decreciente desde hace 10 años. Lo que hace que exportemos más y mejor es la apuesta por el valor añadido y la calidad. Los empresarios exportadores llevan años abriendo mercados y los frutos van haciéndose evidentes.
Siempre lo digo, una economía de alta productividad sobrevive a una moneda fuerte. Sin embargo, una economía de baja productividad no sobrevive ni siquiera con una moneda débil.
En realidad, los que promueven devaluar para “exportar más” no buscan aumentar el comercio internacional -del que reniegan sin parar-, sólo buscan subvencionar artificialmente el hipertrofiado gasto político y su endeudamiento vía empobrecimiento de todos.
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