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domingo, 25 de septiembre de 2016

Los socialistas han recurrido a medidas de libre mercado para recuperar la economía, nuevamente…


Mercancía

 

Como una muestra más del fracaso de la intervención estatal en la economía, mucha gente en Venezuela se encuentra confundida y al mismo tiempo sorprendida debido a que los anaqueles de los mercados, especialmente aquellos de los estados fronterizos con Colombia, se han estado abasteciendo con productos  previamente  regulados por el gobierno y que como consecuencia de ello se encontraban escasos.
La incidencia de aquellas largas colas, tumultos y desorden en los mercados, características del oscuro panorama de la Venezuela bolivariana, ha venido disminuyendo en los últimos meses. A pesar de otros problemas sociales que aquejan como la delincuencia, una serenidad inusitada se ha estado apoderando de los abastos del país. “¿Qué está pasando con las colas?”, más de un despistado me ha preguntado; “¿a qué se deberá este fenómeno?”.
Inclusive, la mística del imaginario colectivo venezolano atribuye esta súbita e inesperada bonanza a la obra de seres divinos, cuando en realidad se trata de medidas económicas que ha venido implementando el gobierno de Nicolás Maduro dentro del marco del decreto de emergencia (o desesperación) económica, pero que están pasando desapercibidas por la opinión pública.
Es necesario mencionar que la coalición de partidos de izquierda llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la cual ocupa la mayoría asamblearia, se niega a validar este decreto ejecutivo; sin embargo, como es bien sabido, al gobierno chavista-madurista le importa poco lo que diga o haga la Asamblea Nacional y es por ello que el partido de gobierno, tras verse perdido en las elecciones parlamentarias, movió astutamente las fichas del ajedrez político y designó estratégicamente a sus peones en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para colocarle trabas a todo lo que la Asamblea Nacional dictamine. Un claro ejemplo es este decreto ejecutivo de emergencia económica que ha sido promulgado vía estado de excepción y aunque la Asamblea Nacional lo desaprobó, el TSJ lo declaró constitucional y actualmente se encuentra en ejecución.
El decreto de emergencia económica establece una serie de líneas de acción que, si bien algunas tienen el característico verbo socialista, otras llaman la atención por lo inusual del tinte liberal en su formulación: tal es el caso de la exoneración de trámites administrativos y recaudos para distintos procesos de compra, solicitud de divisas, nacionalización y tránsito de mercancías por puertos y aeropuertos. Todo ello forma parte de los mecanismos para enfrentar la llamada por ellos “guerra económica” y la caída del precio del petróleo.
En este sentido, el decreto contempla tomar medidas ejecutivas para exonerar los trámites, procedimientos y requisitos para la importación y nacionalización de mercancía, cumpliendo sólo con requerimientos fitosanitarios, así como implementar medidas especiales para agilizar el tránsito de mercancías por puertos y aeropuertos. De igual forma, dispensar los trámites cambiarios establecidos por el instituto regulador Cencoex y por el Banco Central de Venezuela a órganos y entes del sector público o privado a los fines de agilizar y garantizar la importación de bienes o insumos para el abastecimiento nacional.
En consecuencia, los gobiernos locales en atención a este decreto han levantado los controles cambiarios y arancelarios con el fin de agilizar y garantizar la importación de los bienes. La gaceta explica que la medida es para colocar alimentos en el mercado interno del país, en los que también se contempla medicamentos, autopartes y productos de higiene y limpieza.
Esto ha traído como consecuencia que en los anaqueles de diversos poblados en las regiones fronterizas con Colombia, aparezcan aquellos productos previamente regulados y que por tanto escaseaban desde hace meses. La diferencia fundamental es que estos no han sido producidos en Venezuela sino en Colombia, por ende, el mayor beneficiado del desastre económico en Venezuela esta siendo la industria foránea, lógicamente.
Este hecho no es el primer antecedente de gobiernos socialistas que recurren a medidas económicas liberales como intento desesperado para salir del atolladero que provocan con su intervencionismo sobre la economía. ¿Significa esto el preludio del fin del proyecto socialista en Venezuela? ¿Será algo temporal para atenuar la indignación y  frustración popular?, no lo sabemos; todo queda en conjeturas y el tiempo dará la respuesta.
Lo que sí es evidente, es que se trata de otra muestra del fracaso del socialismo, que con regulaciones, impuestos y ataques a la empresa privada pretende tercamente lograr una utopía igualitaria, cuando solamente logra ahuyentar y destruir el emprendimiento y desarrollo de la sociedad, dejando hambre y miseria a su paso.

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