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domingo, 26 de junio de 2016

193.000 RICOS

http://juanramonrallo.com/


El número de “ricos” en España ascendió en 2015 a 193.000, quince mil más que en 2014. Al menos, eso refleja el último informe de la consultora Capgemini, donde se define como “rico” a aquella persona con un patrimonio neto superior al millón de dólares (incluyendo en ese patrimonio también la vivienda habitual). Para muchos, estamos ante la enésima demostración de que la crisis ha sido una estafa orquestada por los más acaudalados para lucrarse a costa de los más necesitados.
Pero, en realidad, no hay nada que temerle a la riqueza cuando ésta se acumula en un entorno de libertad y competencia: en tales casos, la riqueza es sólo el reflejo del valor que unas personas han generado para el resto de la sociedad. Distinto es el supuesto en que esa riqueza procede de favores y privilegios políticos: en esos casos, la riqueza no es un reflejo del valor generado para el resto de la sociedad, sino de las rentas extraídas coactivamente a terceros. En cualquier país occidental podemos encontrar ejemplos de ambos tipos de ricos: de aquellos que han salido adelante a pesar del Estado y de aquellos otros que han medrado merced al Estado. De lo que deberíamos preocuparnos no es de que desaparezcan todos los ricos, sino de que los ricos que prosperan al calor de las prebendas estatales devengan una especie en peligro de extinción.
Por eso, lejos de perdernos en demagogos discursos anticapitalistas, deberíamos preguntarnos cuántos de esos ricos no deberían serlo y cuántos otros ciudadanos, aplastados por la burocracia estatal, sí habrían podido llegar a serlo: es decir, deberíamos encargarnos de eliminar los privilegios estatales que restringen la competencia y que canalizan dinero de los contribuyentes a los bolsillos de los círculos cercanos al poder político. La riqueza no es un juego de suma de cero salvo cuando es el resultado del parasitismo. De hecho, aquellas sociedades que mayores oportunidades proporcionan a sus ciudadanos también son las que exhiben un mayor porcentaje de ricos: mientras que en España sólo el 0,4% de la sociedad califica como “rica”, en Reino Unido lo hace el 0,8%, en Alemania el 1,3% y en Noruega el 2,7%. Sentemos, pues, las bases para que todos puedan acceder a ella: para que, en lugar de 193.000 ricos, haya muchos millones de ellos en España. Y esas bases pasan por la limitación del intervencionismo estatal y la promoción de la libertad económica.

¿Y ahora qué, Gran Bretaña?



 


La decisión histórica de Gran Bretaña de abandonar la Unión Europea representa un golpe a la centralización política. Sin embargo, es también un recordatorio aleccionador de que el trabajo de avanzar en la paz y la libertad económica no termina nunca. Gran Bretaña puede haberse librado del control político de la UE, pero si sus objetivos son un progreso y una prosperidad genuinos, tendrá que hacer mucho más que simplemente desligarse de Bruselas.
Lo que más necesita Gran Bretaña es volver a los ideales de paz y libre comercio ejemplificados en la obra de Richard Cobden y otros liberales del siglo XIX. Por desgracia, esta filosofía estuvo completamente ausente en los discursos de la campaña del abandono, que estuvo más a menudo motivada por las mismas mentiras proteccionistas que demolieron tan eficazmente los liberales clásicos. Y aunque es incierto qué políticas económicas adoptará Gran Bretaña en los próximos años, parece improbable que desaparezca la retórica proteccionista o que muchos defensores del Brexit abandonen espontáneamente su defectuoso razonamiento económico.
Por el contrario, es probable que el Brexit, a pesar de sus efectos positivos, también se producirá un auge de sentimientos antiliberales en Gran Bretaña y Europa. Por ejemplo, se da prácticamente por supuesto que cualquier problema económico que se produzca en un futuro cercano será atribuido el Brexit. Aun así, esto solo significa que es más importante que nunca destacar que abandonar la UE no equivale a convertirse liberal; por el contrario, sólo es una parte de ese proceso. Consecuentemente, no se puede hacer responsables a las ideas liberales si una Gran Bretaña más descentralizada utilizara su independencia recién conseguida para adoptar restricciones comerciales y otras políticas nacionalistas.
Sin ganar la batalla de las ideas, las ganancias por abandonar la UE equivalen a muy poco. En esta batalla, el Brexit no es tanto una victoria como una oportunidad. Y como argumentaba Joseph Salerno, debemos aprovechar cada oportunidad disponible para reducir el estado y expandir la sociedad libre. La única vía para Gran Bretaña es adoptar un programa de liberalismo económico. El Brexit ofrece una posibilidad para extender de nuevo a aquellos ideales por tanto tiempo olvidados de paz y libre comercio de los que deriva todo el progreso humano.

Publicado originalmente el 24 de junio de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

sábado, 25 de junio de 2016

Brexit: shock e incertidumbre

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“That´s It, I Quit, I´m Moving On” Dr Feelgood

Shock. Nadie se esperaba anoche, con las encuestas a pie de urna en la mano, la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Pero ganó e Brexit. Una campaña incompetente del “Remain” y las encuestas que daban una idea equivocada no han podido con un mensaje mucho más claro de Boris Johnson y los defensores de la salida. El mensaje, la UE no funciona, se ha convertido en un monstruo, un hiperestado dirigista y anti libre mercado.
El ‘brexit’ es un auténtico cisne negro de implicaciones muy diversas. Las primeras, e inmediatas, caída de inversiones y de consumo, y por supuesto desplome de la libra y del euro, contra el dólar.
Las consecuencias del muy probable triunfo oficial del Brexit ya se han hecho notar: la libra, que se disparaba anoche ante las encuestas a pie de urna, se desploma contra el dólar y el índice S&P 500 en EEUU ha sido parado al llegar al límite de caída. Temo que el impacto bursátil en bancos, empresas orientadas a Reino unido o con grandes inversiones allí, y un evidente impacto en las expectativas de crecimiento económico.
El ‘brexit’ es un auténtico cisne negro de implicaciones muy diversas. Las primeras, e inmediatas, caída de inversiones y de consumo, y por supuesto desplome de la libra y del euro, contra el dólar. Mucho cuidado con las materias primas. Las enormes revisiones a la baja de crecimiento global que ya se han dado volverán a hacerse.
La más que probable decisión de la Reserva Federal, del BCE y del Banco de Inglaterra de inyectar toda la liquidez necesaria no evitará un desplome, ya que lo que nos encontramos es un riesgo sistémico y de solvencia, no de liquidez (la liquidez excedentaria era ya enorme, más de un billón y medio de dólares, en el mercado).
¿POR QUÉ?
Se abren muchos frentes. Casi dos años de negociación sobre la posible fórmula de salida. Una solución Noruega, con el Reino Unido pagando una cuota pero manteniendo libre comercio y libre movimiento de capitales sería factible y de poco impacto económico. Las consecuencias económicas las comentamos aquí y aquí.
Sin embargo, los bancos, muy frágiles y muy endeudados, con unos activos totales que pesan más del 450% del PIB en Reino Unido y casi un 310% en la Unión Europea, pueden sufrir al generarse un Tsunami de incertidumbres sobre:
1.Qué hará Irlanda del Norte o Escocia
2.Qué implicaciones tendrá en los tratados bilaterales
3. Posible efecto contagio.
Yo esperaba un voto por el Remain. Y ha sido todo un shock para muchos que esperaban lo mismo. Lo dije hace meses y ayer. Las estimaciones del miedo de la campaña del Remain probablemente se equivoquen por demasiado diplomáticas. La salida del Reino Unido tendría un grave impacto para la UE, y para Reino Unido. La Unión Europea pierde uno de sus contribuyentes netos y además el que tiene una balanza financiera más importante. Esa doble pérdida sería un impacto brutal para la credibilidad y sostenibilidad de la Unión y del euro.
Una Europa en la que los países “receptores” y de credibilidad cuestionada supere a los “pagadores” es un enorme riesgo que afecta a la capacidad de financiación, la inversión y la balanza financiera.
Sector financiero: un problema nada desdeñable de regulaciones y exigencias de capital distintas, así como impacto si algunos bancos y casas de inversión se ven forzadas a dejar el Reino Unido. El argumento contrario es que el flujo financiero aumentaría hacia las islas por la deriva intervencionista de una UE, ex-UK.
Comercio: un impacto para ambas partes, que sufrirían mientras se renegocian o firman tratados bilaterales. Sobre un total de 430.000 millones de libras, incluso porcentajes pequeños deben valorarse con cuidado.
El Brexit es un fracaso. Tanto del propio Reino Unido como de la Unión Europea. Para el Reino Unido llevará un largo proceso de desconexión y muchos riesgos comerciales y económicos. Hoy los ciudadanos británicos ya sufren en sus ahorros y bolsillo parte de ese riesgo.
El Brexit no es el final. O lo vemos como una lección, en una Unión que se ha convertido en un enorme hiperestado intervencionista, de bajo crecimiento y exceso de burocracia, o vendrán más.

Keiser Report en español: Un delicioso cóctel de 'Brexit'

Entrevista a Antonio Escohotado

Bailando con lobos! Miguel Anxo Bastos

Bailando con lobos! Daniel Lacalle

¿Cuáles son las consecuencias de que el Reino Unido salga de la UE?

Reino Unido y España mantienen fuertes conexiones económicas.






El referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea ha desatado una nueva tormenta económica y financiera en el continente ante la incertidumbre que arroja el resultado.
¿Qué consecuencias tendrá el BrexitNick Greenwood, responsable del área de análisis para inversores internacionales en Analistas Financieros Internacionales (Afi), analiza en el blog de Funcas el posible impacto que tendría en Reino Unido y España. A continuación, se exponen las claves.

Reino Unido y un nuevo tratado con la UE

Las consecuencias a más largo plazo de un Brexit dependerán del grado en que las relaciones comerciales del Reino Unido con la UE se vean permanentemente alteradas y de si el Reino Unido es capaz de adoptarmedidas compensatorias (por ejemplo, mediante la desregulación, la repatriación de fondos del presupuesto de la UE y la celebración de acuerdos de libre comercio con otras regiones).
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La mayoría de los análisis económicos llegan a la conclusión de que el Brexit posiblemente tenga consecuencias negativas a largo plazo para la economía del Reino Unido. El consenso general parece señalar un impacto negativo a largo plazo de entre el 1% y el 3% del PIB respecto al escenario de referencia -suponiendo un resultado razonable en las negociaciones entre el Reino Unido y la UE-.
La disyuntiva a la que tendría que enfrentarse el Reino Unido entre aumentar su libertad de acción y seguir teniendo acceso a los mercados de la UE respalda estas conclusiones. En 2015, la UE representaba alrededor de un 44% de las exportaciones de bienes y servicios del Reino Unido.
Tal y como muestra el siguiente gráfico, los países con mayor nivel de acceso a los mercados de la UE, como Noruega, deben cumplir la mayoría de las normas de la UE, incluido aceptar la libre circulación de personas y contribuir al presupuesto de la Unión. A su vez, tienen una influencia mucho menor sobre la formulación de dichas normas.
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El caso de España

Pero España tampoco sería inmune a los efectos de un Brexit debido a susfuertes conexiones con el Reino Unido, tal y como se expone a continuación.
La economía española mantiene un superávit comercial con el Reino Unidopor valor del 1,3% del PIB. A diferencia de otras economías de la UE, España mantiene superávit tanto en la balanza de bienes como de servicios. Reino Unido es el cuarto mercado más importante para las exportaciones de productos españoles, y representa un 7,3% del total. Asimismo, es un mercado especialmente importante para las exportaciones españolas en los sectores del transporte (vehículos, trenes y aviones) y alimentario (frutas y verduras).
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El superávit de la balanza de servicios de España refleja la fuerte entrada de turistas británicos al país. El Reino Unido es el principal mercado para los servicios turísticos españoles. El año pasado, 15,8 millones de personas visitaron España, cifra que representa el 21,1% del gasto turístico total en dicho período.
Los flujos migratorios entre los dos países también son considerables, aunque con perfiles diferentes. Se estima que entre 800.000 y 1 millón de británicos viven al menos una parte del año en España. Esta población está representada principalmente por grupos de mayor edad con una fuerte dependencia del sistema de la Seguridad Social. Por otro lado, el Reino Unido es el principal destino para los emigrantes españoles, mayormente jóvenes en busca de oportunidades laborales.
El Reino Unido es el principal destino de la inversión directa extranjera española, representando el 14% del total de las salidas de IDE española. Las inversiones españolas se centran específicamente en los sectores financiero, de telecomunicaciones y de suministro energético. Por su parte, el Reino Unido es el quinto mayor inversor en España, donde posee importantes inversiones en los sectores de telecomunicaciones y tabaco.
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La inversión española en el sector financiero del Reino Unido es especialmente importante. De todos los países europeos, el sector bancario español tiene las mayores inversiones en el sector bancario privado del Reino Unido, solo por detrás de EEUU.
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Hipocresía y astenia estatal

https://twitter.com/rodriguezbraun


En lugar de intentar entender por qué tantas personas procuran pagar menos impuestos, el pensamiento único se aferra a la fabulosa falsedad conforme a la cual es la pura maldad egoísta de una minoría de indeseables la que nos está ocasionando a los demás toda clase de desgracias.
Por ejemplo, Jesús Maraña habló en InfoLibre, a propósito de los llamados papeles de Panamá, de
la gigantesca hipocresía del capitalismo financiero mundial. Es imprescindible conocer quiénes son los que ocultan su riqueza mientras los asalariados sostienen lo que aún queda del Estado del Bienestar. Conviene, sin embargo, no olvidar que el grueso del botín no está en las cuentas de esos famosos sino en los entramados societarios de empresas y bancos, asesorados por grandes bufetes de abogados y capaces de torcer la mano a gobiernos democráticos y a instituciones internacionales.
Es un notable diagnóstico, porque, como sabe cualquiera, la gente que quiere pagar menos impuestos ni son hipócritas ni forman parte de ninguna entelequia maligna como el capitalismo mundial. Los cineastas de izquierdas, o los políticos de Podemos, por ejemplo, no son gente perversa cuando abren cuentas en Panamá o cobran trabajos profesionales a través de sociedades:están intentando pagar menos impuestos, como millones de otras personas perfectamente decentes que hacen lo mismo, dentro o fuera de la ley.
Lo que no tiene sentido es decir que son malos, y que los buenos son los asalariados que "sostienen lo que aún queda del Estado del Bienestar". Y no tiene sentido porque los asalariados no lo sostienen porque lo amen y sean generosos y solidarios, sino simplemente porque no pueden evitar pagar los impuestos. Y los impuestos son muy elevados porque, al revés de lo que sostiene el señor Maraña, el Estado del Bienestar en absoluto ha sido recortado de manera apreciable, como bien saben los sufridos contribuyentes que, a la fuerza, lo pagan.
Menos sentido aún tiene la paranoia marxista que alega seriamente que el Estado es un mero títere de la burguesía, como desbarró don Karl. Si de verdad las empresas mandaran sobre los Estados, entonces habría impuestos muy bajos sobre las empresas y sobre las personas, puesto que a los capitalistas les conviene ganar y vender mucho: ganarán tanto más cuando más baja sea la tributación de sus empresas, y venderán tanto más cuanto más bajo sea el IRPF y más ricos sean, por tanto, sus clientes.
En ese caso, si bajaran los impuestos, llegaría un momento en el que ya no habría paraísos fiscales, porque habría desaparecido el principal motivo de su existencia, ese motivo que jamás es mencionado en los cánticos políticamente correctos: resulta que los impuestos son muy elevados fuera de esos refugios.

¿Por qué lidera España el desplome bursátil tras el Brexit?

¿Por qué lidera España el desplome bursátil tras el Brexit?

Las bolsas española e italiana son las principales damnificadas por el Brexit, por encima de otras plazas europeas y el propio Reino Unido.


Daniel Fernández

Después de que Reino Unido haya decidido salir de la Unión Europea se han producido dos grandes tormentas. Una tormenta política, con el primer ministro inglés, David Cameron, anunciando que dimite de su puesto y Escocia (en donde la opción mayoritaria había sido quedarse en la UE) considerando un nuevo referéndum sobre su independencia.
La tormenta política alcanzará en un futuro cercano a las instituciones europeas, que pueden ver espantadas cómo más países deciden rebelarsecontra el continuo aumento de poder que acaparan los políticos europeos. Poder, además, ejercido con una total falta de control por parte de los ciudadanos europeos y con una falta de transparencia supina.
Más impactante todavía es la tormenta financiera, con las bolsas de medio mundo sufriendo desplomes no vistos desde la caída de Lehman Brothers.
Resulta impactante ver cómo el mercado de valores más afectado por el Brexit no es el inglés, sino los mercados europeos. Y es que si bien Inglaterra podría sufrir ante un eventual cierre de fronteras a bienes y sobre todo capitales (recordemos que la City londinense es uno de los mercados financieros más importantes de todo el mundo), el mayor damnificado es el proyecto común europeo. Así, las bolsas europeas continentales sufren mucho más que la propia bolsa inglesa (aunque si corregimos por el factor moneda posiblemente la caída es similar).
Quizá más impactante todavía es el hecho de que la bolsa española sea la principal damnificada por el Brexit junto a la bolsa italiana. ¿Acaso es la economía española la que tiene más lazos económicos con Gran Bretaña de toda Europa? Lo cierto es que no. Así, vemos cómo Irlanda, con un 15.6%, es la que tiene de lejos mayor exposición al mercado inglés. La economía holandesa con más de un 8.4% de sus exportaciones a los ingleses o Bélgica con 7.9% también están más expuestas que España.
La exposición de la economía a los flujos de bienes y servicios que podrían llegar a cortarse no es lo que explica la gran caída bursátil española. Una explicación alternativa sería que el sector que, previsiblemente, será más castigado con el Brexit es el financiero y este sector es muy importante en la bolsa española. Así, vemos cómo, efectivamente, el sector financiero fue el más castigado en Europa el pasado viernes.
Efectivamente, aquellos mercados bursátiles con mayores pérdidas son aquellos en los que el peso del sector financiero es más grande. En España o Italia, el sector financiero tiene más de un 30% de peso y sus bolsas han sufrido pérdidas superiores al 12% en el escenario post-Brexit.
Sin embargo, vemos cómo Holanda o Reino Unido aún tienen un peso del sector financiero muy fuerte y pérdidas bursátiles mucho más limitadas que la Española e Italiana. Esto es especialmente relevante en el caso inglés, en el que todo su sector productivo se puede ver afectado por la salida de la UE.
El tercer elemento a estudiar es el riesgo político. Y es que tanto Italia como, sobre todo, España cuentan con sendos partidos de corte anti-europeísta,cuyo peso electoral no hace más que crecer. En ambos países el peso electoral de estos partidos ha crecido hasta superar actualmente el 25% del electorado.
Una vez que Reino Unido ha abierto la puerta de salida de la Unión Europea, los ojos están puestos en España e Italia. Pero hay dos enormes diferencias entre la salida de la Unión Europea de Reino Unido y la posible salida de España o de Italia, el Euro. En primer lugar, Reino Unido aglutina dentro de los favorecedores del Brexit dos grandes corrientes:
  • Por un lado, los liberales clásicos que pretenden desvincularse de los organismos legislativos europeos, pero con libre comercio y movimiento de capitales.
  • Por otro lado, los proteccionistas y en cierta medida aislacionistas que pretenden levantar barreras al comercio.
En el caso español e italiano los partidos rupturistas se adhieren sin ambages a la segunda línea de pensamiento. La ruptura de Reino Unido alberga posibilidades de que el rendimiento económico incluso mejore con la salida de la Unión Europea.
En segundo lugar, encontramos el problema de la pertenencia a la eurozona(de la que Reino Unido no forma parte). Los partidos rupturistas de España e Italia han planteado varias veces la cuestión de retrasar el cumplimiento de los criterios de Maastricht o incluso la completa ruptura con el euro. En este esquema la salida de las instituciones europeas sería mucho más trágica, no sólo para los países involucrados, sino para la propia estabilidad del euro.
En definitiva, las enormes caídas bursátiles de España e Italia se explican, por un lado, por el enorme peso del sector financiero en sus economías y, por otro, por el ascenso electoral de partidos rupturistas que pueden aprovechar la salida de Reino Unido para presionar a las autoridades europeas en favor de medidas que podrían poner en peligro la propia estabilidad del euro.
Daniel Fernández Méndez es director de UFM Market Trends y profesor de la Universidad Francisco Marroquín. Si quiere profundizar sobre éste y otros temas económicos suscríbase a losinformes de UFM Market Trends.

La gran decepción que va a sufrir el bando del Brexit



Una recesión en la que no creían y años sin poder cortar la inmigración como pretendían alimentará el enfado de 17 millones de británicos.
Casi nunca en unas elecciones en Reino Unido, todo el mapa de Inglaterra arroja el mismo resultado. El norte es un bastión laborista, mientras buena parte del sur apoya a los conservadores en cualquier circunstancia.
Pero en el referéndum que Reino Unido celebró el jueves para decidir su permanencia en la Unión Europea (UE), la opción por la ruptura con Bruselas triunfó en casi toda Inglaterra y Gales. La defensa del actual status quo ganó en Londres, Escocia e Irlanda del Norte.
El 52% sobre el total de los participantes en la consulta que votó por el Brexit está nutrido de dos facciones que en los comicios nacionales van en direcciones opuestas. Por un lado se encuentran personas de mayor edad, tradicionalmente conservadoras, que añoran las viejas glorias del Reino Unido. Por otro están laboristas de clase trabajadora, que durante la crisis han sufrido por un recorte en sus salarios o el recorte de subsidios.
El pegamento que unió ambos segmentos en el referéndum fue el deseo de cortar la inmigración. Para unos, la llegada de extranjeros acaba con la estructura social tradicional del país. Para otros, los inmigrantes estrangulan el mercado laboral forzando sueldos a la baja y ponen bajo presión servicios públicos como la sanidad y la educación.
Según explica Miriam González, socia del despacho de abogados Dechert y esposa del ex vice primer ministro británico Nick Clegg, "el voto por salir de la UE es una combinación de personas mayores que añoran la Inglaterra de hace varias décadas, con el voto protesta de gente que ha sufrido en la crisis y culpa a la inmigración".
Existe otra parte de la población, menos densa, que también apoyó el Brexit. Son personas con ideas económicas liberales, que piensan que romper con Bruselas liberará a Reino Unido de unas regulaciones que limitan la competitividad del país.
Boris Johnson, principal líder conservador de la campaña por el Brexit, subrayó inicialmente esta idea, explicando que salir de la UE permitiría a la economía británica abrirse al mundo con grandes acuerdos comerciales con potencias como Estados Unidos, China o India.
Pero al no calar este mensaje en buena parte de los votantes, la campaña del Brexit se volcó en la idea fuerza de Nigel Farage, líder del partido anti europeo UKIP. Según dijo en la campaña, salir de la UE no solo permitiría evitar la llegada al país de ciudadanos del este de Europa, sino también de millones de turcos y refugiados sirios, quienes supuestamente van a tener pronto acceso libre a la UE.
La respuesta en el lado por la defensa de seguir en la UE, liderado por el primer ministro David Cameron, fue que los perjuicios económicos que sufrirá Reino Unido por la salida de la UE serán mucho mayores que los potenciales beneficios de no enviar dinero a Bruselas.
Profesionales de clase media alta y en zonas urbanas entendieron el argumento y votaron en su mayoría por la permanencia. Buena parte de los jóvenes británicos, que ven Europa como una extensión natural de su país para estudiar, viajar y trabajar, también respaldaron seguir en la UE, junto a nacionalistas escoceses e irlandeses que ven Bruselas como un contrapeso al poder centralista de Westminster.
Pero el temor a un terrible escenario económico no afectó a los partidarios del Brexit por varias razones, según los analistas políticos. La primera es que este argumento se explicó con detalles demasiado técnicos a través de largos informes del Ministerio de Economía, el FMI, la OCDE y otros organismos. La segunda es la falta de confianza de esa parte de la población en los poderes políticos y empresariales que hacían esas advertencias tras una crisis de la que les hacen responsables. Y la tercera es que, mientras la incertidumbre económica que existía en 2008-2011 hubiera aconsejado más prudencia a los votantes, ahora sienten que la situación es más estable y el país se puede permitir este shock.
De cara al futuro, la división social en el referéndum del Brexit puede crear fuertes tensiones en la política británica y dificultar las negociaciones de la ruptura con Bruselas. En octubre, los conservadores deben elegir un sucesor a Cameron, quien va a dimitir tras su fracaso en la consulta. Los tories pueden inclinarse por Johnson, para contentar a sus votantes pro-Brexit, o por una figura más conciliadora como la ministra de Interior, Theresa May. A su vez, la lánguida campaña del líder laborista Jeremy Corbyn en defensa de la UE y la huida de muchos votantes al campo del Brexit pueden abrir una lucha interna en el gran partido de la izquierda.
En cualquier caso, los 17 millones de británicos que han apoyado el Brexit deben prepararse para una seria decepción. Las negociaciones de salida de la UE serán muy largas, período en el que la economía sufrirá por la incertidumbre mientras siguen llegando inmigrantes. Según Merrill Lynch, Reino Unido entrará en recesión en el segundo semestre de 2016. Y el proceso de salida podría alargarse hasta 2018-2019, periodo en el que no se podrá cerrar la frontera a españoles, polacos o búlgaros. Tampoco está claro que Reino Unido vaya a poder restringir la entrada a los europeos tras dejar la UE, especialmente si no quiere a su vez que el continente corte el paso s sus ciudadanos, productos y servicios.
Si conservadores y laboristas no saben manejar bien ese descontento que va a surgir dentro de sus filas, detrás de ambos partidos estará UKIP, dispuesto a recoger los votos pro-Brexit, revolucionar la política británica y presionar para sellar un divorcio poco amistoso con Europa.

RLC (2016-06-23)

EL POPULISMO, LA VENGANZA DE LA MEDIOCRIDAD




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EL POPULISMO DA SOLUCIONES SIMPLES A PROBLEMAS COMPLEJOS Y, SOBRE TODO, EMPODERA A MUCHOS INDIVIDUOS AL ACENTUAR EL RESENTIMIENTO, LA ENVIDIA Y LA DIVISIÓN. POR FORTUNA, SIEMPRE FRACASA.
No nos debe sorprender que el éxito de las propuestas populistas en las elecciones europeas coincida con el fracaso de sus políticas en Venezuela, Argentina o Grecia. El populismo nunca tiene la culpa de sus errores y, al transformarse en opción política en otro país, acude inexorablemente al enemigo exterior como justificación de los desastres a los que siempre lleva a la economía. El objetivo del populismo no es reducir la pobreza, sino beneficiarse de gestionar el asistencialismo. Utilizar las gigantescas partidas para ayudas sociales o programas de empleo para crear más comités y observatorios, haciendo de los ciudadanos clientes rehenes que dependen de la generalización del subsidio y terminan por votarles ante la falta de oportunidades por la destrucción del tejido empresarial y de las opciones de buscar otros empleos.
El populismo es, en realidad, la venganza de los mediocres. Un grupo que se autoconcede la representación del pueblo y que, como tal, aunque tenga un respaldo electoral minoritario, decreta que todo el que no está con él va contra el pueblo. “La gente corriente”, repetían ante los medios el día en que tomaron sus asientos en el Congreso de los Diputados de España. Da igual que esa “gente corriente” incluya privilegiados del sistema público o a grandes fortunas. Ellos son la gente. Usted, no.
El mensaje es muy atractivo porque elimina la meritocracia y la recompensa del esfuerzo, porque acaba con la competencia entre pares, que siempre representa una incomodidad, porque liquida la disputa en buena lid en pos de la prosperidad, cuya tarea se endosa al Estado, que es el menos capaz de proporcionarla. Los votantes españoles del partido populista Podemos no solo conocen los viajes a Venezuela, las conexiones con el chavismo o con Irán y la simpatía hacia los defensores del terrorismo. Es que les parece estupendamente, sobre todo ante dos ideas enfrentadas: (1) No podemos estar peor (una clara falacia, como se ha demostrado en Grecia, Venezuela, Argentina, etcétera) y (2) van a acabar con la corrupción y a dar trabajo a todos.
¿No les parece como mínimo sospechoso que alguien que se intenta presentar ante sus votantes como el partido anticorrupción acepte, asesore y defienda al décimo régimen más corrupto del mundo, según Transparency International? ¿No es extraño que quien ofrece empleo garantizado y altos sueldos para todos haya conseguido, cuando ha asesorado a Gobiernos, pobreza, escasez, desempleo y el salario mínimo más bajo del mundo después de Cuba? ¿No les parece insólito que un grupo de intelectuales, de profesores de la desprestigiada Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, que nunca ha creado una empresa industrial y generado un puesto de trabajo, sepa exactamente dónde deben invertir los empresarios, en qué sectores productivos y con qué márgenes?
Pero ofrecen empleo público. Eso sí que es bueno. Aunque olvidando que para que exista el sector público hace falta un pequeño detalle: los ingresos que proporciona con su actividad el sector privado. Olvidando que las tareas genuinas del sector público son prestar un servicio a los ciudadanos, así como crear el marco normativo idóneo para facilitar el crecimiento y la creación de empleo. Ya lo decía Bastiat: “Aquel que pretende vivir del Estado olvida que el Estado vive de todos los demás”.
“Si aquí hay miseria, miseria para todos”, decía un pescador en Cádiz. Y desafortunadamente, esa es la igualdad tan deseada por los populistas, la igualación a la baja. No se trata de producir las condiciones para que haya más riqueza y se creen más empresas, porque en eso precisamente consiste el enemigo de esta clase de ideología: un individuo o colectivo que no dependa del Estado y sea libre desde el punto de vista económico y social es peligroso para el populismo porque es fuerte, se sabe independiente, puede funcionar por sí mismo, y está muy persuadido de que puede prescindir de los cantos de sirena de los que piensan como Pablo Iglesias.
BUENISMO:
¿Saben esto sus votantes? Sí. Pero el populismo acude a los instintos primarios de la envidia, el rencor y la división. No se trata de que estemos todos mejor, no se trata de unir a los ciudadanos en un proyecto común, sino de relegar al ostracismo y al escarnio a aquellos que no acepten todo lo que los populistas hacen. La perversión del lenguaje es esencial para los objetivos populistas. Todo lo que ellos proponen es “social”, “verde”, por el pueblo y, por lo tanto, con buena intención. Y partiendo de esa buena intención, nadie se puede equivocar. Si sus políticas llevan a la pobreza y el estancamiento, la culpa, obviamente, solo puede ser de otro, del demonio extranjero, de la burguesía, de los bancos o de alguna conspiración con origen en el capitalismo.
El populista nunca tiene la culpa de sus errores porque tenía en mente el bienestar común y, por lo tanto, la culpabilidad recae siempre en otro. Adicionalmente, cuando destruyen las leyes más básicas del funcionamiento económico, la responsabilidad por supuesto es de los mercados. Cuando se dispara la inflación a causa de políticas monetarias suicidas, la responsabilidad es de los comerciantes que suben los precios. Un economista español me decía en Twitter: “La decisión de subir los precios es de las empresas porque buscan mantener beneficios”. Nunca el responsable es el que ha destruido el valor de la moneda. Cuando se hunde el acceso a los mercados porque se amenaza con hacer impago, la culpa es de los bancos que no prestan. Un asesor de Varoufakis, en Grecia, me decía en televisión que el corralito había sido una imposición del Banco Central Europeo que se negó a seguir dando liquidez a Grecia cuando anunció que no iba a seguir sus ideas. Te presto, no me pagas, pero te tengo que prestar más y barato, esta parece ser la tesis de los populistas.
¿Pero son los populistas unos malvados que quieren que su pueblo sufra? No. Un grave error de los analistas es pensar que son unos locos o unos malvados. Olvidamos que su objetivo esencial es que el Estado tome el control de los medios de producción. Sabiendo que eso es imposible en un mundo globalizado usando la expropiación, piensan que la mejor manera de llegar a ello es a través de la crisis económica. El Estado pone las trabas necesarias al sector privado hasta que este, simplemente, no puede funcionar, y ese es el momento en el que el Estado se presenta como el salvador. En realidad, es una política que se parece mucho a la del maltratador. “Sin mí no puedes”. Esa persona piensa que está haciendo lo mejor, pero para ello necesita anular la voluntad del otro.
Si necesitamos que todos los medios de producción y financieros sean propiedad y estén al servicio incondicional del Estado es mucho más fácil entender por qué se imponen políticas que llevan a corto plazo al desastre económico: por un supuesto “bien superior” que vendrá a largo plazo. El pueblo, por lo tanto, debe plegarse y aceptar las consecuencias, por duras que sean, de llevar a cabo el proceso de absorción de todos los medios de producción. Aunque entre ellas esté la de padecer miseria y hambre, como hemos visto en Cuba, como sucede ahora mismo en Corea del Norte, en Venezuela y también ha ocurrido en Argentina.
Pero sería un error pensar que están o son unos locos. La propaganda es esencial. Allende en Chile ya comentaba que la prensa debía ser un instrumento de la revolución. Cuando se tiene un objetivo claro, incuestionable, de poder absoluto del estado populista, la propaganda es el medio que justifica todos los errores y permite ir alcanzando nuevas metas hasta el control total. El hecho de que los profesores de historia pasen por estos episodios de colectivismo populista con miedo, incluso con benevolencia, en sus clases, es el caldo de cultivo para que, poco a poco, las generaciones venideras achaquen todos los problemas y maldades al capitalismo, incluso aquellos que han hecho fracasar a los populistas.
Recuerdo una discusión con un líder de Podemos en la cual, cuando le explicaba que sus propuestas eran inviables, me comentaba que “la política y la democracia deciden lo que se debe hacer, luego le toca a los técnicos analizar cómo se puede hacer”. Es decir, el líder populista decide y, si no funciona, es un problema de incompetencia de los técnicos. Se trata del caso más claro de una fe en el Estado que sobrepasa a la religiosa. Porque la fe religiosa está sustentada en el individuo, en su relación de convivencia con los demás, pero la fe en el Estado populista parte de la premisa de la infalibilidad, y todo lo que no lo demuestre o es un ente enemigo o es un error externo. El populista se sirve de la democracia para pervertirla. Con un 20% de votos se autodenomina “mayoría social” y pone al 80% restante en dos escenarios: la cobardía o la enemistad. O son cobardes que no se unen al “pueblo” o son enemigos del mismo.

ERRORES:
El populismo está creciendo en todo el mundo. Da soluciones aparentemente simples a problemas muy complejos, y sobre todo empodera a muchos individuos al acentuar el resentimiento, la envidia, la división y el enfrentamiento. Por fortuna, siempre fracasa. Porque el populismo olvida tres cosas. La naturaleza humana busca el progreso y el bienestar común desde la iniciativa individual, al contrario de lo que piensan los intelectuales que se dan así mismos el papel de “voz del pueblo”. Los seres humanos caen en el error de pensar en el Estado como si fuera Papa Noel en muchas ocasiones, pero la fe inquebrantable en dicho Estado no existe. Se desvanece con la realidad del fracaso, aunque se pervierta el lenguaje. Y finalmente, como decía Bob Marley, puedes engañar a algunos durante cierto tiempo, pero no a todo el mundo todo el tiempo.
Tenemos que combatir el populismo cada día. Sabiendo que la batalla de la propaganda y de la perversión del lenguaje de los populistas convierten este desafío en arduo, lenta y repetitivo. Tenemos que luchar contra su falsa premisa de la superioridad moral autoconcedida, de la infalibilidad del bienintencionado y tenemos que luchar sabiendo que no son dementes ni ignorantes ni anecdóticos. Y tenemos que hacerlo cada día, sin descanso, porque cuando llegan al poder, llegan los referéndums revocatorios y los procesos constituyentes, las leyes de emergencia y la represión para asaltar las instituciones. Cuando llegan, no hay manera de desalojarlos fácilmente del poder.
Los liberales cometimos un enorme error en Latinoamérica al posicionarnos en la equidistancia entre los Gobiernos ineficaces de derecha o izquierda y los populistas que llamaban a la puerta. No, no son lo mismo. Esos Gobiernos ineficientes, con todos sus errores, respetaban los principios básicos de la ley, la convivencia y el proceso democrático. Los populistas, cuando llegan, toman por la fuerza las instituciones y se perpetúan en el poder al precio que sea. No podemos cometer el mismo error de la equidistancia intelectual ante amenazas muy reales que afectarán a millones de personas, muchos de ellos votantes de opciones populistas.
Daniel Lacalle es economista y autor de La madre de todas las batallas, Nosotros los mercados y Viaje a la libertad económica