Evolución de las formas del Estado (I)
El proceso de institucionalización del poder ha sido estudiado por diversos autores como, por ejemplo: Georges Burdeau (1), Otto Hintze (2), Carl Smith (3), F. Meineke (4), Bertrand de Jouvenel (5), Michael Oakeshott (6) o Dalmacio Negro (7).
Carl Smith describía el Estado Total del siguiente modo en el año 1931:
...la sociedad hecha Estado se transforma en Estado económico, Estado cultural, Estado de protección, Estado de prosperidad y Estado de previsión: el Estado hecho autoorganización de la sociedad y que, por consiguiente ya no puede separarse de ella, por su objeto abarca todo lo social, es decir, todo lo que se refiere a la vida común de los hombres.
—Carl Smith, "Hacia el Estado Total", Revista de Occidente, Mayo 1931—
En paralelo, se ha producido un proceso de despolitización de la sociedad civil en los últimos siglos, en el sentido de que los ciudadanos han renunciado a proteger sus derechos individuales (vida, propiedad privada, libertad, igualdad de trato ante la Ley) y a ejercer su derecho subjetivo a decidir qué hacer y qué no hacer respecto de los asuntos transcendentales para su futuro. Surgen así otros poderes que dicen representar los intereses de la población como partidos políticos, sindicatos, medios de comunicación y grupos de medradores de prebendas públicas (patronales, fundaciones, asociaciones, actores,...).
Ante la renuncia de la mayoría de ciudadanos a ejercer su responsabilidad individual, el "ethos" de la población desaparece de la vida política y pasa a ser representado por los intereses de los grupos organizados que, si logran cierto peso político, pasan a integrarse en la oligarquía y "guiar" la sociedad civil. Así es como, también, confluyen un proceso de "oligarquización" de la sociedad, que aumenta exponencialmente conforme se imponen las ideologías colectivistas, y un proceso de confinamiento y reclusión de las libertades de la sociedad civil en la jaula de hierro que establece la oligarquía.
Actualmente, la población se conforma con ejercer su derecho al voto cada cuatro años, con depositar su responsabilidad individual en la oligarquía y, a cambio, renunciar a ejercer su derecho a participar activamente como sociedad civil y, por tanto, a decidir (referéndum) en los asuntos políticos trascendentales para su futuro como, por ejemplo: la protección del derecho a la vida, la protección de los derechos de propiedad, las subidas de impuestos, los déficit presupuestarios, el endeudamiento del Estado, la alteración de la moneda, la independencia unilateral (o no) de territorios, la entrada (o no) en conflictos armados en donde no exista coacción o agresión previas...
El libro Historia de las formas de Estado, del catedrático Dalmacio Negro, describe magistralmente el proceso de institucionalización del poder. Señala como:
Las formas políticas "espontáneas", "orgánicas", naturales, de lo Político son la Ciudad, el Reino, y el Imperio; el Estado es una forma, la cuarta, artificial. Pierre Manent pone aquí la Nación en vez del Estado. Sin embargo, esto parece ser una confusión, puesto que la Nación no es una forma abstracta en el tiempo ni en el espacio, como sí lo es en cambio el Estado, aunque su realidad empírica sea reciente... El Estado, aparato técnico, parece haberse emancipado a su vez de la nación y acaba con ella. Esto es perceptible en el Estado totalitario, cuyo concepto sobrepasa y supera al Estado-Nación.
Negro, D. (2010), p. 42.
Muchas personas y, especialmente, los autores intervencionistas confunden la forma del gobierno con la forma del régimen. Las formas de Gobierno son aquellos tipos de organización social en que se institucionaliza formalmente el orden político para afrontar las incertidumbres que afectan a la vida.
Sin embargo, las formas del Régimen van más allá de lo meramente formal y, en los últimos siglos, tienen mucho que ver con el tamaño de ésa forma política artificial que se denomina Estado.
Artificial en el sentido de que es sólo una de las formas de Gobierno y que no es "natural" al no respetar los derechos individuales que son propios, inmanentes e inherentes a la naturaleza de un hombre libre.
Desde un punto de vista liberal, es importante tomar distancia respecto del momento presente y observar la evolución del Estado como forma política "artificial" que no respeta los derechos de las personas. En la parte II del presente artículo, explicaremos en detalle la evolución del Estado en tres grandes fases: la Monarquía Estatal, el Estado-Nación y el Estado Total.
A partir del año 1989, con la caída de los regímenes comunistas que configuraron un Estado Total en los países de Europa del Este, y que se caracterizaban por un tamaño del Estado cercano al 100% del tamaño de su Economía, sólo parcialmente, una pequeña parte de la oligarquía de los países toma cierta conciencia de la imposibilidad de cálculo económico en el socialismo que predijeron Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek.
Sin embargo, la mayoría de la oligarquía no renuncia fácilmente a sus privilegios y las soluciones de mercado sobreviven bajo un fuerte intervencionismo en muchos sectores económicos. A finales del siglo XX y comienzos del XXI, el tamaño del Estado en la mayoría de países de la Unión Europea se sitúa entorno al 50% del PIB, lo que lastra el crecimiento económico y las libertades de sus ciudadanos.
Se puede comprobar la afirmación anterior, analizando los presupuestos de las administraciones públicas de cada país, tal y como demostraré el próximo jueves 23 de mayo en el VI Congreso de Economía Austriaca. Como ejemplo, recomiendo se analice la siguiente gráfica que muestra el espacio que cubre el Estado en España en el año 2013:
Gráfica – Porcentaje que representan las administraciones públicas de España
respecto del PIB 2013 en comparación con el sector privado.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS:
(1) G. Burdeau, El Estado, Seminarios y Ediciones, Madrid, 1975.
(2) O. Hintze, Historia de las formas políticas,
(3) C. Smith, El concepto de lo Político, Alianza, Madrid, 1971.
(4) F. Meineke, La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1958.
(5) B. de Jouvenel, Sobre el poder. Historia natural de su crecimiento, Unión Editorial, Madrid, 1998.
(6) M. Oakeshott, El Estado europeo moderno, Barcelona, Paidós, 2001.
(7) D. Negro, Historia de las formas del Estado, Madrid, El Buey Mudo, 2010.
Evolución de las formas del Estado (II)
Vimos en la parte I del artículo cómo el proceso de institucionalización del poder ha sido estudiado por diversos autores como, por ejemplo: Georges Burdeau, Otto Hintze, Carl Smith, F. Meineke, Bertrand de Jouvenel, Michael Oakeshott o Dalmacio Negro.
Las instituciones morales o, si se prefiere, los patrones de comportamiento adquiridos como el respeto por la vida propia, la familia, la propiedad privada, el lenguaje, el cumplimiento de los contratos, el comercio, la empresa, el dinero, la banca... son las instituciones espontáneas y naturales que permiten la eficiencia dinámica en Economía.
El Gobierno es otra forma institucional que permite administrar los asuntos comunes o "res publica" tanto si se trata de alcanzar un fin privado al dirigir una familia, un negocio o una empresa como si se trata de coordinar un fin común al gestionar una ciudad, un condado o una provincia.
Sin embargo, siguiendo esta línea de análisis institucional, el Estado es una forma institucional "artificial" frente a las formas más espontáneas, orgánicas y naturales de organización de lo político que son la Ciudad, la Provincia, el Reino y el Imperio. De hecho, el Estado no ha existido siempre y surgió hace relativamente poco en la historia de la humanidad impulsado territorialmente por la oligarquía que formaban el Rey, la Corte Real y la Iglesia a finales del siglo XV y comienzos del XVI.
En esta parte, veremos como la evolución del Estado se puede clasificar en tres grandes fases que están relacionadas directamente con el tamaño creciente del sector público en las economías de los países, crecientemente intervenida por las élites extractivas, la oligarquía o, si se prefiere, la casta política que ejerce el poder en cada territorio.
1. Primera fase de MONARQUÍAS ESTATALES, en los siglos XVI y XVII.
La primera fase se produce durante los siglos XVI y XVII, con la aparición de la institución “artificial” del Estado para la provisión de seguridad a los pueblos y ciudades de uno o varios reinos entorno a la figura del Rey y su Corte.
Se produce una afirmación de la estatalidad mediante las Monarquías Estatales, con un Estado Mínimo que proporcionaba seguridad exterior, interior y jurídica a la población de uno o varios reinos.
En esta primera fase, en Europa y América, la oligarquía está constituida por el Rey, la Corte Real y la Iglesia. El tamaño del Estado apenas representaba un 5% del Producto Interior Bruto (PIB) de la época, como señala Carlo Cipolla (8) en su obra Historia Económica de la Europea Preindustrial.
Sin embargo, la limitación del poder del Rey (o “mutatis mutandis” del Estado moderno), sólo logró arraigar y extenderse parcialmente a partir de la obra Dos Tratados sobre el Gobierno Civil (1689) de John Locke (1632-1704). Locke replicó, sin ninguna innovación substancial, las ideas escolásticas previas sobre los derechos de propiedad privada adquirida por el trabajo y los derechos subjetivos de la población —que argumentaban los jesuitas españoles 80 años antes—. Sin embargo, John Locke logró una gran difusión entre los intelectuales y la población del Reino Unido con el objetivo de diferenciar y defender el incipiente parlamentarismo inglés frente al absolutismo que era generalizado en otras cortes reales continentales, como en Francia y en España.
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