El algodón es la principal materia prima que utiliza Inditex. Más de 1.000 toneladas de algodón ecológico que se reparte en la elaboración de más de 10 millones de prendas al año, según los datos que facilita la propia empresa. Se calcula que hace ya unos 5.000 años que los humanos empezaron a usar fibras de algodón. Desde la India al actual Perú, pasando por África. Marco Polo ya se refirió a las telas confeccionadas con este material, telas que algunos llamaron paños del viento.
En el siglo XXI serían necesarios unos 7.000 millones de ovinos para generar en lana la producción mundial equivalente de algodón
El algodón llegó a emplearse como moneda y también como impuesto. Su uso en Europa está vinculado a la expansión del Islam durante la Edad Media. Hasta el SXIII hilar a mano permitía en el mejor de los casos obtener 120 metros de hilo por hora, lo que equivale a once horas de trabajo para obtener el hilo necesario para elaborar una camisa. Pero la llegada de la rueda de hilar permitió triplicar la productividad. La ciudad Venecia llegó a ser el principal centro algodonero de Europa; y el algodón fue el principal elemento transportado en los barcos de la Compañía Británica de las Indias Orientales. En la tercera ciudad japonesa, Osaka, se calcula que unas 40.000 personas dependían de los talleres de algodón ya por el siglo XVIII. Incluso podemos afirmar que la fábrica, como instalación, fue un invento de la industria algodonera. En 1900 cerca de un 1,5% de la población mundial intervenía de alguna forma en la industria del algodón ya fuese cultivándolo, transportándolo o en el proceso manufacturero.
Conocer parte de la historia de la Economía a través de la biografía de un producto, resulta apasionante. Lo habíamos hecho con el oro y el petróleo. Ahora, de la mano de Sven Beckert es el turno de hacerlo con “El Imperio del Algodón” (Ed. Crítica, 2016). Un libro agradable cuando se centra en lo anecdótico y duro cuando muestra realidades como la que siguió a los tres siglos posteriores a 1500, cuando unos 8 millones de esclavos fueron llevados de África a América para trabajar en el aumento de la producción de esta materia prima. Beckert llega a hablar de un “capitalismo de guerra” cuando vincula expropiaciones de tierras y uso de mano de obra forzada para referirse a los hombres que se lucraron con las bondades de la comercialización de los tejidos de algodón.
Y por cierto, en el siglo XXI serían necesarios unos 7.000 millones de ovinos para generar en lana la producción mundial equivalente de algodón; a esas ovejas no les llegaría con la superficie de toda la Unión Europea para pastar.
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