Un sector terciario débil y la contracción fabril amenazan el crecimiento
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La Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CPPCC), el máximo órgano asesor político del país, inició ayer su encuentro anual en Pekín, con el boato y la magnificencia habituales en los actos formales del gigante asiático, pero con los crecientes nubarrones de la ralentización económica flotando sobre la cita. De hecho, todas las miradas se centran en la sesión de mañana, sábado, cuando se inaugure el Congreso Nacional del Pueblo (NPC).
Todo apunta a que el Gobierno chino consolidará este fin de semana su viraje oficial de modelo económico, centrándose en los servicios y en el consumo interno como palanca del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB). No obstante, los servicios muestran a las claras signos de debilidad, como ayer certificó la consultora Caixin al publicar su índice de gerentes de compra de febrero, que refleja una caída hasta los 51,2 puntos y por tanto menor brío que en meses previos.
Son varios los frentes abiertos en la economía del gigante asiático. Por una parte, los analistas avisan que sólo impulsando servicios y gasto de los hogares no se compensará la contracción manufacturera (en febrero sufrió la séptima caída consecutiva). Además, la fuerte ralentización fabril se traduce en despidos: el lunes pasado el Ejecutivo auguró la desaparición de 1,8 millones de empleos en la industria del carbón y el acero (el 15%).
Posible rebaja de objetivos
De fondo planea la posible rebaja del objetivo oficial de crecimiento para 2016. Mientras la agencia de rating china Dagong espera un avance del PIB del 6,8% y el Gobierno de Pekín pronostica entre el 6,5% y el 7%, la firma de calificación Moody's prevé apenas el 6,5%.Un lastre añadido es que la deuda del país ha subido con fuerza: se situó en el 41% del PIB a finales de 2015, frente a niveles del 32,5% en 2012. Por si fuera poco, los analistas de Moody's temen una nueva escalada del endeudamiento público, hasta el 43,5% en 2017, a la vez que sostienen que el ajuste fiscal exigirá al Gobierno aumentos del gasto y una posible rebaja de presión fiscal.
Mientras, crece la vulnerabilidad exterior de China, con unas reservas de divisas que han disminuido mucho en el último año y medio, hasta los 3,2 billones de dólares (2,9 billones de euros) el pasado enero.
Políticas fiscal y monetaria
China se está apoyando en las políticas fiscal y monetaria para lograr su meta de PIB, lo que arriesga la celeridad en las reformas. Y ello coincide con que la gran carga de deuda puede amortiguar la inversión empresarial, a la vez que el panorama empeora por la presión demográfica. Además, si la deuda crece más de lo previsto, ello puede agravar las salidas de capital.Los decepcionantes datos de los sectores manufacturero y servicios esta semana llegan justo cuando el Banco Central redujera la tasa de reserva a los bancos, en un intento de Pekín de aumentar la liquidez, para que los bancos presten más y estimulen el alza del PIB.
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