Descifrar las cifras de la EPA comienza a ser un ejercicio de debate en el desierto, trufado de hooligans que ensalzan la temporalidad cuando están en el gobierno, y la critican cuando están en la oposición. Todavía retumban en el ideario colectivo cuando la hoy Vicepresidenta del Gobierno en funciones, Dña. Soraya Sáenz de Santamaría elevaba el debate económico con aquella frase lapidaria: el sol sale siempre en abril, y lo mismo hace el empleo gracias al turismo.
El debate sobre empleo se reduce a ensalzar los meses de verano
El debate post EPA sólo es para hooligans en el Gobierno
Por tanto, el debate sobre empleo se reduce a ensalzar los meses de verano, creyendo que la población es lo suficientemente inmadura para dejarse engañar por dadivas en forma de contratos basura, que antes que termine el verano habrán finalizado y el ciclo de desempleo volverá a comenzar hasta los albores de la primavera siguiente. Este bucle en el que hemos caído ya dura muchos años, trufado eso sí por una enorme burbuja inmobiliaria alentada por un empresariado atrasado y, en un porcentaje no desdeñable que vive de los chanchullos ligados a la política municipal y autonómica, que apenas sabe hacer nada fuera del BOE y los diversos boletines autonómicos. Esta mezcla explosiva ha creado una pantalla, divulgada por los afines en los medios de comunicación, que no deja ver la realidad del mercado laboral en España, pero también en el resto del mundo occidental.
El verano es proclive al señuelo del empleo basura hasta que llegue el otoño
Los datos de la EPA apenas merecen un análisis somero. Se crea empleo temporal, la tasa de temporalidad aumenta hasta el 25,72%, pero el ritmo de creación se frena respecto al bienio 2013-2015, tanto en datos brutos, como desestacionalizados, lo mismo que la reducción del paro. A pesar de crecer a un ritmo de casi el 3%, la tasa de paro oficial sigue en el 20%. Los servicios y la agricultura salvan los muebles, en un país donde la industria sigue perdiendo empleo, y la construcción se asoma tímidamente a la superficie, tras varios años en coma. El empleo se crea sobre todo en las costas, especialmente Baleares, pero también Murcia o Cataluña, y País Vasco, y avanza más lentamente en Galicia, Madrid o Andalucía. El empleo creado es básicamente temporal, aunque en el stock predomine el empleo indefinido, cada vez peor pagado, con menos derechos y con un alto riesgo de ir reduciéndose a medida que el paro tecnológico se instale definitivamente en lo poco que queda en España.
La situación de los hogares sigue siendo dramática en muchos casos, con más de 2,1 mill de parados de larga duración
Las cifras del 2trim 2016 apuntan a una moderación en la creación de empleo
La situación de los hogares sigue siendo dramática en muchos casos, con más de 2,1 mill de parados de larga duración y 1,4 mill hogares que tienen a todos sus miembros en paro, dando la verdadera dimensión del problema: hay un desempleo crónico que es probable que nunca más volverá a trabajar. Así mismo, es un mercado con una elevadísima rotación, prueba de ello es que en este trimestre 1,6 mill de personas han saldo del desempleo, y han entrado en él 1,4 mill de personas.
Pero las variables menos tratadas, pero más relevantes sigue siendo la tasa de actividad y la tasa de empleo. La primera sigue por debajo del 60%, un 59%, y la de empleo en el 47%, por lo que existe un grave problema de empleabilidad y crecimiento potencial, fruto del agotamiento del modelo de producción elegido y la expulsión de una parte no desdeñable de nuestro mejor capital humano. Es decir, España corre el riesgo de ser una economía sonde solo puedan trabajar un colectivo cada vez más reducido en un entorno demográfico envejecido y con amplios colectivos que tendrán que ser subsidiados si no queremos asistir a una verdadera revolución social.
Las tasas de empleo y actividad, verdadero termómetro del futuro, nos indican que no hay trabajo para todo
Los datos de actividad y tasa de empleo revelan el agotamiento del mercado laboral español incapaz de llegar al pleno empleo
Con estas pinceladas estadísticas se puede entrever que el problema es aún más gordo. Estamos en el umbral, ya desde hace tiempo, en el que el factor trabajo languidece. Las tasas de empleo y actividad, verdadero termómetro del futuro, nos indican que no hay trabajo para todo, que como ya anticipó Rifkin, estamos ante el fin del trabajo como lo hemos conocido hace 60 años. Por un lado, el shock tecnológico que ya está aquí, la robotización, no tiene vuelta atrás, y los nuevos empleos que se crearán no podrán absorber el desempleo masivo de todos aquellos trabajadores que no podrán entrar en este selecto mundo d la tecnología.
Estamos ante el fin del empleo para colectivos cada vez más amplios de la población
El escaso empleo no tecnológico que irá creando será cada vez de peor calidad, con menores derechos y peor pagado, por lo que el debate estúpido que se enciende tras la publicación de la EPA o el paro registrado en España tenderá a extinguirse. Será sepultado por la angustia que irán percibiendo los políticos ante la inacción que les atenaza porque no saben qué hacer con toda la mano de obra sobrante que nunca más trabajará. O establecemos una renta básica para estos colectivos, o habrá que asistir a una revuelta social. Pero está claro que se eso no se habla en la esperpéntica contienda electoral a la que asistimos en España, cada vez cada menos tiempo.
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