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viernes, 26 de agosto de 2016

Una foto de la deuda de España


Juan Laborda


De sobra conocen ustedes nuestro análisis. Lo que empezó siendo un problema de deuda privada ha acabado contaminando a la deuda pública. Detrás de la brutal expansión de nuestra deuda soberana no se encuentra en absoluto el interés de quienes nos gobiernan de mejorar nuestras condiciones de vida –educación, empleo, pensiones, sanidad, dependencia, vivienda,…-. Ni siquiera son conscientes de que ahora, en una recesión de balances privados, la política fiscal activa, bajo un régimen de soberanía monetaria, es el único instrumento de política económica que permitiría reactivar de manera permanente el ciclo económico y reducir las tasas de desempleo actuales. La mitad del incremento de la deuda pública se ha destinado a financiar a terceros, concretamente al sector bancario. Ello ha ido acompañado por un proceso de deflación salarial que ha acabado disminuyendo la renta disponible de las familias. En este contexto, la situación de los balances bancarios y el déficit de capital, siguen siendo preocupantes.
El problema es que a fecha de hoy sigue sin entenderse la naturaleza endógena del dinero, y una máxima que introdujo el profesor Amir Sufi, coautor del libro House of Debt, en su comparecencia, el 17 de septiembre de 2015, ante el Comité del Senado de los Estados Unidos sobre Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos, donde afirmó que “el crecimiento del crédito sin crecimiento de la renta es una receta para el desastre”.
Es en este contexto en el que hay que encuadrar unas afirmaciones tajantes, inusuales en dos economistas profundamente ortodoxos como son Carmen Reinhart y Kenneth RogoffEn su artículo Financial and Sovereign Debt Crises: Some Lessons Learned and Those Forgotten, señalaban que “… Las causas que originaron la actual crisis económica no solo no se han corregido sino que han empeorado. Los niveles extremos de deuda implican quiebras al estilo de los años 30. … La carga de la deuda en los países desarrollados se ha convertido en un evento extremo utilizando cualquier medida histórica y requerirán una ola de condonaciones de deuda, negociadas o no”. Ello es especialmente cierto en países que carecen de soberanía monetaria, entre ellos los que forman parte de la zona Euro. En ese caso la deuda se convierte en un arma de destrucción masiva, de imposición. ¡Qué se lo digan a los griegos! Pero conviene actualizar los datos y ver donde estamos realmente ahora. Para ello actualizamos la evolución de la deuda de nuestro país a partir de los datos publicados por Banco de España y recogidos, dentro del apartado de estadísticas, en el epígrafe cuentas financieras de la economía española, concretamente en el capítulo 2. En los cuadros 1-4 presentamos los datos actualizados con los últimos datos disponibles, primer trimestre de 2016.
Cuadro 1.- Evolución Deuda de España por sectores, 2008-actualidad (millones de euros)
En el cuadro 1 se recoge la evolución Deuda de España por sectores en millones de euros. Se observa como desde 2008 la deuda privada se ha reducido en casi 764.000 millones de euros, normal en un proceso de desapalancamiento de familias, empresas y entidades financieras. Por el contrario, se ha producido un fuerte incremento de la deuda pública, en casi 931.000 millones de euros desde el inicio de la crisis. Ello se debe básicamente a dos razones. Por un lado, la intensa recesión de balances acelerada por las políticas económicas implementadas desde mayo de 2010, y que activaron los estabilizadores automáticos. Por otro, a un incremento del stock de deuda pública correspondiente a fondos que se destinan no a sufragar gastos operativos corrientes o de capital, sino a ser nuevamente prestados a terceros (rescate bancario).
En el cuadro 2 se recoge y estudian dos fotos fijas para analizar la evolución de los acreedores de nuestra deuda pública: por un lado cierre de 2008; por otro, el último dato disponible correspondiente al primer trimestre de 2016. En él se pueden observar varias tendencias interesantes e inquietantes.
Cuadro 2.- Acreedores de la Deuda Pública de las Administraciones Públicas
En el momento actual el mayor acreedor de las administraciones públicas es el sistema financiero español, cuya posición acreedora con las AA.PP. representa el 45% del total. El segundo mayor acreedor de las AA.PP. es el resto del mundo, casi el 39% del total. El Estado Central se ha convertido en el principal acreedor del resto de administraciones públicas –CC.AA. y ayuntamientos- en términos de préstamos concedidos.
En los cuadros 3 y 4 se recogen y estudian dos fotos fijas, cierre de 2008 y el último dato disponible, primer trimestre de 2016, para ver cómo ha evolucionado lo que debemos al resto del mundo, nuestra deuda externa, su cuantía y qué sectores patrios son quienes tienen esas deudas con el exterior.
Cuadro 3.- Deuda Externa España a cierre de 2008
Cuadro 4.- Deuda Externa España a cierre de primer trimestre de 2016
Según el último dato disponible, primer trimestre de 2016, la deuda externa supera los 1,15 billones de euros, cifra que representa cerca del 106% del PIB español. Esta cantidad significa el 28% de la deuda en su conjunto de la economía española. El resto es deuda entre sectores residentes. La cifra es muy parecida a 2008, un poco más alta, pero la composición ha variado drásticamente. El 48% de la deuda externa corresponde ahora al sector público, frente al 20% de 2008. Por el contrario, las deudas que nuestras entidades financieras deben al exterior representan “solamente” el 26% del total de nuestra deuda externa, frente al 54% en 2008. Mientras, la deuda externa de las sociedades no financieras representa el 26% del total de la deuda patria con el exterior, cifra casi idéntica a 2008. Lo que estos datos confirman es por qué desde el exterior, con el apoyo entusiasta de las élites bancarias, se impuso una política de austeridad. Se trataba de disponer recursos públicos para destinarlos a financiar a terceros, a ellos.
La excesiva deuda total (4,1 billones de euros) y externa (1,15 billón de euros) nos hace tremendamente vulnerables a un aumento de la aversión al riesgo en los mercados financieros o a un cierre del grifo del BCE (ambos, aversión y grifo del BCE, están interconectados). En ese caso España entraría en un círculo vicioso. En el trasfondo de todo, la salida en falso de la actual crisis sistémica. En su momento no se hizo aquello que era óptimo y eficiente, económica y socialmente, para hacer frente a los orígenes y las causas que llevaron a la economía mundial a la actual crisis sistémica. Se prefirió ganar tiempo y defender los intereses de quienes la generaron, la élite bancaria. Por eso ahora estamos en una situación parecida a 2007. El pensamiento gregario dominante en la Eurozona tiene un carácter destructivo al imponer recetas cuyos supuestos macroeconómicos fundamentales no se basan en la realidad. ¡Queda claro que algo no funciona!

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