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Publio Virgilio Marón, el autor de La Eneida hace 2100 años, organizó un enterramiento por todo lo alto para una mosca a la que denominó su mascota y aunque a muchos les pareció una excentricidad consiguió que cuando llegó el momento en el que el gobierno iba a expropiar tierras para donárselas a los soldados licenciados, no pudieran hacerlo con la suya ya que “los terrenos que albergaran tumbas o enterramientos, fueran estos de la naturaleza que fueran, estarían libres de ser confiscados”. Como vemos no es nuevo intentar eludir por todos los medios los compromisos con el estado, mucho más reciente fue una campaña publicitaria de Morgan Stanley que presumía de tener los mejores asesores para sus clientes también en fiscalidad y que decía “Usted debe pagar impuestos. Pero no hay ley que diga que hay que dejar propina.” Tuvo éxito porque la mayoría queremos pagar lo menos posible aunque estamos convencidos que los demás deben pagar más, especialmente los ricos (siempre y cuando nosotros no lo seamos). Según una encuesta del CIS los españoles contestan a la pregunta “¿diría Ud. que, en conjunto, la sociedad se beneficia mucho de lo que pagamos en impuestos?” así: 5% Mucho, 27% Bastante, Poco 66%, Nada 11% y a la de “¿diría Ud. que el Estado le da más de lo que paga, igual, o menos de lo que paga?” así: Más de lo que paga 6%, Igual 25%, menos 65%. En resumen, la mayoría cree que paga demasiado y que recibe poco (y por tanto que los demás pagan menos de lo que deberían).
Hay muchas cosas que los ciudadanos pueden hacer en beneficio de la sociedad y que no cuestan dinero. Se puede dedicar un día a ayudar en un comedor social, se puede donar sangre cada 3 meses (y además obtener un básico análisis de sangre que puede detectar si hay algún problema), se puede dejar por escrito que al fallecer usen nuestros órganos para su estudio médico o para trasplantes… pero pocos entenderían que se nos obligara a ello. Sin embargo, la mayor parte del mundo occidental entiende que se deben pagar impuestos por el bien del conjunto hasta el punto que por ejemplo la UE reconoce que la tasa real impositiva (sumando IVA e IRPF) en nuestra unión económica es del 44.89% lo que supone que trabajamos de media 5 meses al año exclusivamente para poder pagar los impuestos. Parece indudable que si queremos carreteras, policía, bomberos etc. de acceso universal y “gratuito” hacen falta ingresos. ¿Pero cuánto hay que pagar? Porque los gobernantes no paran de subir e inventar impuestos y a pesar de eso, gastan más de lo que ingresan y generan deudas y no es sólo por la crisis, el déficit y la deuda es lo normal en nuestra historia. Cualquier familia ajusta sus gastos a sus ingresos pero los políticos no y para poderlo sostener esto lo que hacen es emitir deuda y cuando ésta es insostenible, suben impuestos. No son buenos en su principal misión: gestionar el dinero que les damos (o más bien que nos toman). Hay 3 clases principales de impuestos a las personas (a los que añadir sucesiones, patrimonio e impuestos especiales como los del tabaco, bebida, gasolinas…):
- IRPF. Con él se rompe el principio de igualdad puesto que paga más porcentaje quien más gana, lo que se llama progresividad. Tiene un componente solidario.
- IVA. Otro impuesto bastante reciente que afecta a todos pero especialmente a quien más consume. No ha parado de subir desde su inicio.
- Tasas. El impuesto más teóricamente justo puesto que lo paga quien utiliza un servicio concreto pero que es una trampa recaudatoria ya que si acabamos pagando porque nos recojan la basura, por usar un aeropuerto o por una receta entonces, ¿Dónde queda la justificación de los impuestos generales que en teoría son para pagar todo eso? Por otra parte, es muy peligroso el aumento de tasas porque nunca se retiran y son un recurso fácil: ¿las pondrán a las estaciones de tren, al uso de puentes, al aire que respiramos? Y para colmo no sólo las establece la administración central, también autonomías y municipios.
Yo tengo dos opiniones sobre los impuestos que sé que no son mayoritarias: Una es que por muy popular que sea el impuesto sobre el patrimonio, es el más injusto de todos ya que se castiga a alguien que ahorra o que invierte en patrimonio y que ha generado ese dinero por una actividad económica previa por la que ya pagó impuestos. Castigar fiscalmente al que posee por el simple hecho de poseer es, además, toda una invitación para la fuga de capitales. La otra es que estoy de acuerdo en que hay que luchar contra el fraude pero éste no es el culpable de la crisis y una mejor lucha contra él mejoraría las cosas pero no acabaría con ella: Es mentira que si todo el dinero sumergido aflorara se obtendrían 80 mil millones de € como he llegado a leer. Primero porque hay mucha actividad económica que existe únicamente porque es rentable de esa forma ya que si pagara impuestos, seguros, seguridad social etc. no existiría y segundo porque en todos los países hay un porcentaje de dinero negro, no es realista pensar en que esa cifra sea cero. Pero ojalá se aprovechara más el avance informático para cruzar más datos y reducir al mínimo el fraude, por supuesto.
En todo este complejo tema en el que se mezcla el difícil equilibrio entre la defensa de lo propio y la solidaridad pero también el afán por ser justos, normalmente el que menos gana –que es la mayoría- aplaude que haya más impuestos a los ricos pero no es tan fácil. Pongamos un ejemplo: Un neurocirujano que tras años de estudio y una gran habilidad consigue encadenar varios años de ingresos salariales en torno a los 200 mil euros por los que suele pagar en torno a un 40% de impuestos. El año pasado decidió invertir gran parte de sus ahorros en comprar unas acciones de bolsa en primavera que vendió en otoño. Eso va a provocar que supere los 300 mil € de ingresos lo que se traduce en un 52% de impuestos que en realidad son del 57% porque él está empadronado en Sevilla y esa comunidad autónoma tiene unos impuestos especiales “a las grandes fortunas”. Además, como vive de alquiler y es austero dispone de más de 700 mil € ahorrados lo que le lleva a cumplir con el impuesto sobre el patrimonio. Para pagar menos impuestos nuestro neurocirujano puede optar por el método legal: reducir el número de sus pacientes por ejemplo lo que supone una menor actividad económica (suele ser la consecuencia de elevar en exceso los impuestos), emigrar a otro país o montar una sociedad pero siempre queda la tentación de ingresar su dinero en la cercana Gibraltar o el de no declarar las consultas… “Al fin y al cabo, con mi dinero están financiando un sistema corrupto en el que los más beneficiados son los políticos, los que en general trabajan menos y muy mal ya que no saben ni gestionar” podría auto-justificarse si piensa como la mayoría según la encuesta del CIS que antes cité. Sinceramente, ¿qué haríamos en su caso? No hace mucho salió una encuesta en la que el 42% de los jóvenes españoles justificaba la evasión de impuestos.
Aparte de creer que los ricos deben pagar muchos impuestos, la otra obsesión es que paguen mucho las empresas. Es curioso porque cuando hacemos el IRPF si estamos casados miramos si interesa más hacer la declaración conjunta o separada para pagar menos, miramos si nos podemos desgravar alguna cosa, estudiamos las bonificaciones por comunidad autónoma, incluso algunos lo prevén con tiempo y contratan planes de pensiones o se compraban una casa teniendo en cuenta el impacto fiscal favorable… y a todo el mundo eso le parece bien. Sin embargo, si una empresa –o su contable, al que le pagan para eso- busca subvenciones, desgravaciones y, en general, pagar menos impuestos, se le acusa de insolidaria cuando lo único que hace es lo que hacemos todos: usar las normas legales a su favor. Y si no lo hace y la de la competencia sí evidentemente tendrá menos recursos para invertir o contratar empleados nuevos volviéndose menos competitiva. El culpable no es la empresa que pudiendo pagar más prefiere pagar menos, faltaría más, sino los políticos que son los que a nivel nacional e internacional –y a veces entre territorios de un mismo país- no se ponen de acuerdo para evitar lo que pasa actualmente: que cuanto más grande es una empresa más facilidades tiene para pagar menos impuestos. Si la mayoría de nosotros haríamos lo que esté en nuestra mano de forma legal para pagar menos ¿Cómo no entender que las empresas, entes cuya principal misión es ganar dinero para sus dueños, hagan lo mismo?
Queda claro que la mejor solución para asegurarnos del cobro de los impuestos a las grandes compañías es con una reglas que dificulten las argucias legales para reducir la factura fiscal y persiguiendo cualquier maniobra que sea ilegal. Lo segundo es difícil pero factible, y debería ser el objetivo número uno del fisco en lugar de perseguir tanto a los “peces chicos” pero lo primero es casi imposible salvo con una cooperación internacional sin fisuras y eso ni ocurre ni se espera que ocurra (uno de los países más afectados por esto son los EUA y a pesar de su poderío no han podido resolverlo). Cada país es libre de aplicar la política fiscal que le apetezca y eso ocurre incluso dentro de la Eurozona por lo que una gran empresa siempre tenderá a buscar su domicilio en aquel lugar que le ayude a pagar menos. En España no debería sorprendernos cuando, incluso contra la oposición de Europa, hemos establecido condiciones más favorables en alguna comunidad autónoma. Entonces, ¿qué hacer? Creo que sólo quedan 3 opciones:
1) Una norma mundial que establezca una misma fiscalidad obligatoria en todos los territorios planetarios, lo que de hecho no ocurre ni dentro de algunos países (incluido el nuestro).
2) Confiar en que los consumidores den la espalda a los productos fabricados y comercializados por empresas que hacen lo posible para pagar menos impuestos aunque sea de forma legal.
3) Copiar los métodos de algunos territorios famosos por atraer inversiones extranjeras gracias a sus condiciones fiscales ventajosas como hace Irlanda dentro de la Eurozona o la Isla de Man dentro de la UE y no por ello son expulsados ni ninguneados por ello.
2) Confiar en que los consumidores den la espalda a los productos fabricados y comercializados por empresas que hacen lo posible para pagar menos impuestos aunque sea de forma legal.
3) Copiar los métodos de algunos territorios famosos por atraer inversiones extranjeras gracias a sus condiciones fiscales ventajosas como hace Irlanda dentro de la Eurozona o la Isla de Man dentro de la UE y no por ello son expulsados ni ninguneados por ello.
Siendo realistas, lo primero es una utopía porque no sólo falta voluntad política para hacerlo, es que aunque la hubiera, si no hemos conseguido evitar que en determinados países se denigre a la mujer o no haya libertad de expresión, ¿cómo vamos a pretender imponerles la política fiscal? Cada país pone los impuestos que quiere. Lo segundo sería una hipocresía ya que, como he comentado antes, la mayoría intentamos pagar menos al fisco y no podemos castigar a los demás por hacer lo mismo pero sería ideal y creo sería una gran campaña publicitaria para una compañía de servicios anunciarse como la que paga todos sus impuestos en España y no tiene sociedades interpuestas pero poco más, no es realista que el consumidor sepa qué trucos fiscales utiliza cada empresa y lo valore cada vez que tenga que realizar una elección. Y por exclusión, sólo queda acercarse al punto 3, al “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”.
A día de hoy lo mejor que puede hacer España es bajar impuestos –a personas y empresas- de forma espectacular para fomentar el consumo nacional a la vez que atraemos el capital –incluso el español que está en el exterior- que hoy se está yendo a otros países. No digo que nos convirtamos en un paraíso fiscal sino en un lugar con una fiscalidad competitiva: hay que dejar de tratar de competir internacionalmente bajando salarios y mirar hacia Irlanda, el país que mejor se está recuperando de entre los rescatados con diferencia. Se está haciendo lo contrario y estamos viendo las consecuencias: cuanto más se suben los impuestos más crece la economía sumergida entre las clases más bajas y hay más fuga de capitales entre las más altas y en cuanto a las empresas, más quiebras en las pymes y más deslocalización de las más grandes. No sólo no se está impidiendo el uso de la ingeniería fiscal, es que se está promoviendo con las subidas impositivas además de estar alejando la inversión fuera de España, incluso de nuestras propias multinacionales. Tampoco tenemos la fuerza política para presionar por una unidad fiscal en la €zona o para evitar que haya territorios pertenecientes a países de la UE que sean tapaderas tanto para lavar el dinero B como para que pague menos impuestos el dinero A. Debemos ser inteligentes y ser realistas: cuanto más nos acerquemos a ser un infierno fiscal más aumentaremos el interés del capital en largarse a un paraíso fiscal. Y eso también funciona al revés. Ya lo dijo John F. Kennedy en 1963: “Un recorte de impuestos significa un mayor ingreso familiar y el aumento de los beneficios de las empresas y un presupuesto federal equilibrado. Todo contribuyente y su familia tendrán más dinero para un coche nuevo, una casa nueva, nuevas comodidades, educación e inversión. Cada empresario puede mantener un mayor porcentaje de sus ganancias en su caja registradora o ponerlas a trabajar ampliando o mejorando su negocio, y en la medida en que el ingreso nacional crece, el gobierno federal terminará con más ingresos.”
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