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lunes, 7 de marzo de 2016

Reformas estructurales, mayor crecimiento

A pesar de las mejoras de los últimos años, seguimos siendo uno de los países donde es más lento y caro empezar una actividad empresarial

Foto: Congreso de los Diputados en la sesión de investidura. (EFE)
Congreso de los Diputados en la sesión de investidura. (EFE)


“You work hard, you make money there ain't no one in the world who can stop you, now the taxman is out to get you” Cheap Trick

Muchos lectores me han preguntado por la idea que comento en 'Acabemos con el Paro' (Deusto) donde mencionaba que los partidos políticos deberían tener como pilares de sus programas alcanzar los puestos más altos en el ranking de facilidad para crear empresas y el índice de libertad económica.

Y es que siempre estamos hablando de los países nórdicos para gastar pero nunca a la hora de tomar los primeros puestos del mundo en libertad, apertura y respeto al libre comercio. Siempre recomiendo a mis lectores que, cuando sientan la tentación de creer a los chavistas locales cuando dicen que todo se soluciona gastando y subiendo impuestos, lean el libro 'Scandinavian Unexceptionalism' (aquí) que desmonta el mito de las bondades de la asfixia fiscal nórdica que venden los intervencionistas.


Una de las sorpresas agradables con las que me encontré al leer el acuerdo PSOE-Ciudadanos fue ver el “compromiso” de que España se sitúe entre los diez primeros países del índice Doing Business del Banco Mundial. Una gran idea. Los países líderes en ese ranking tienen menor desempleo, mayores sueldos relativos a su coste de vida y menores desequilibrios estructurales.

Pero mi alegría se convirtió en preocupación al leer el resto de páginas del documento.

España se encuentra en un discreto puesto 33 del índice, y debemos mejorar si queremos ser líderes, pero…

Es falso que las empresas en España tributen un 6%. Más del 89% tributan por encima del 28%
¿Cómo NO vamos a llegar nunca al Top 10 del índice Doing Business?

Repitiendo los errores de 2008. Aumentando gasto corriente, déficit, subiendo más los impuestos, eliminando deducciones y creando más cargas indirectas, como propone el pacto.

En España se ha introducido la falacia de que las empresas pagan pocos impuestos. Es curioso, pero si España es un “paraíso fiscal” para las grandes empresas… ¿por qué no se pelean por asentarse en nuestro país en vez de ir a otros lugares? Esa falacia está muy extendida por incluir beneficios globales de multinacionales comparados con impuestos locales y por hacer la media entre empresas con pérdidas y otras con ganancias. Es falso que dichas empresas tributen un 6%. Más del 89% tributan por encima del 28%. Tras excluir las minoraciones por doble imposición, y teniendo en cuenta los datos del Informe Anual de Recaudación de la Agencia Tributaria, obtenemos una tributación efectiva corregida para las grandes empresas superior al 28%.

Seguimos siendo uno de los países con unas cuotas sociales más altas. Un impuesto al trabajo que afecta a empresas y trabajadores, reduciendo la capacidad de contratar –al ser más caro- y la de consumir –al tener menos renta disponible-.

En el índice de 2016 del Banco Mundial, España se encuentra entre los países con mayor esfuerzo fiscal con respecto a los beneficios.


Como tampoco se eleva la posición de España en el ranking del Banco Mundial es creando decenas de observatorios, comités y entes públicos. A pesar de las mejoras de los últimos años, seguimos siendo uno de los países donde es más lento y caro empezar una actividad empresarial. Las bonificaciones implementadas en los últimos años no pueden eliminarse, deben ser estructurales. No podemos imponer un canon impositivo y burocrático para crear riqueza y empleo.


La batería de reformas estructurales orientadas a mejorar deben ir en la dirección de reducir de manera más drástica la burocracia, cambiar la cultura del “observatorio” por una administración cuyo objetivo sea acelerar y aumentar el número de empresas que se crean y una fiscalidad y procesos administrativos que, en vez de penalizar el crecimiento, lo faciliten. Una empresa en España sufre, cuando llega a los 3 millones de euros de facturación y/o cincuenta trabajadores, lo que yo llamo el “Tsunami” burocrático y fiscal. Una batería de impedimentos y molestias administrativas locales, regionales, de todo tipo, que no tienen nada que ver con una regulación adecuada, sino con la perpetuación de una maraña burocrática innecesaria. Adicionalmente, una locura de nuevos impuestos y tramos que son un desincentivo evidente al crecimiento. No es una casualidad que tengamos uno de los índices más bajos de la OCDE en transición de pequeña a gran empresa. Es un milagro conseguir sobrevivir al Tsunami.


El índice muestra una evidente correlación entre competitividad y facilidad de crear empresas y hacer negocios. No es una casualidad, los sectores de alto valor añadido –que son los que pagan mejores sueldos y mayor calidad de trabajo- florecen en un entorno donde se facilite su implantación. No pensando en recaudar el último euro del sector rehén que quede, sino en crear empresas más fuertes y más grandes que contratarán a mucha más gente con mejores salarios, beneficiándose todos de mayores ingresos con una fiscalidad orientada al crecimiento y una administración facilitadora.

Estos son los elementos esenciales de un pacto de progreso. Un pacto que necesita al partido mayoritario y que debe empezar por eliminar todo aquello que supone derogar lo que ha funcionado. Y que esté centrado en crear riqueza, no crear burocracia. Continuar mejorando en reformas estructurales, no en redistribuir las migajas de lo que quede del desastre.

Llegar al Top 10 es posible. Hacerlo implementando el modelo “dirigista” que ha llevado a Andalucía a 37 años de paro y baja competitividad es imposible. Toca avanzar en las reformas, no volver a los errores del pasado.

En España empezaremos a unirnos a los países líderes cuando tengamos más personas dedicadas a crear riqueza y empleo, y menos dedicadas a redistribuir la nada y entorpecer.

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