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sábado, 5 de marzo de 2016

Comprendiendo el trilerismo de la Reserva Federal

 



La Reserva Federal es un componente clave del mercado transferidor estadounidense. Bajo el disfraz de la “dirección macroeconómica”, redistribuye enormes cantidades de riqueza de forma continua a través de inflación. La víctima de estas transferencias es el estadounidense medio. El beneficiario es el gobierno y sus compinches de la élite.
La Fed encubre la naturaleza de este impuesto y favor corporativista subrepticios haciendo un trile que es lo suficientemente complicado como para confundir al público en general.
Imaginemos primero que el gobierno realizara este tipo de transferencia inflacionista sin trilerismo.
Imaginemos al Tío Sam sentado ante una mesa, representando al gobierno federal. Su mano derecha es el Tesoro. Tiene la cuenta bancaria principal del gobierno, representada por un libro de contabilidad sobre la mesa. El Tío Sam tiene también poder para conseguir ingresos, representado por una pistola sobre la mesa, que usa para extraer impuestos del público. Siempre que confisca dinero, los balances de caja de la gente disminuyen y la contabilidad del Tío Sam aumenta en la misma cantidad.
Supongamos ahora que el Tío Sam quiere obtener 200 millones de dólares para gastos corrientes: salarios de funcionarios, compras de armas, gasto social, etc. El problema es que la gente tiene una tolerancia limitada por el exceso de impuestos. Así que, en un punto determinado, si el Tío Sam simplemente trata de tomar su arma de nuevo para recaudar fondos, podría afrontar una revuelta fiscal.
Así que supongamos que en lugar de usar su poder fiscal, el Tío Sam usa su poder de dinero fiduciario: su capacidad, basada en el control monopolístico del gobierno sobre la oferta monetaria, de inflación (definida aquí como expansión monetaria). Como podría decir el Dios de la Biblia, “que se haga la luz” (en latín, fiat lux) y así se hizo, el moderno estado omnipotente puede decir “que se haga el dinero” (dinero fiduciario o fiat pecunia) y así se hace. Con su mano derecha, el Tío Sam añade 200 millones de dólares a su saldo bancario del Tesoro simplemente escribiéndolos en su cuenta. Voilà, ahora tiene 200 millones de dólares simplemente porque él lo dice. Luego puede transferir el nuevo dinero a sus trabajadores, contratistas y dependientes.
Parecería que no se ha gravado en absoluto con impuestos a la gente. El balance del Tío Sam ha aumentado, pero el balance de efectivo de la gente no ha disminuido. Así que no se despelleja a la gente, ¿verdad? ¿Pierde alguien cuando el gobierno gana de esta forma mágica? Cuando lo piensas, alguien debe perder. Después de todo, no es realmente magia.
La verdadera riqueza de la sociedad (la que realmente sostiene la vida humana y la hace más cómoda y agradable) son las cosas que compramos con dinero, no el propio dinero. Es la comida, ropa, vivienda, smartphones, bicicletas de montaña y otros bienes de consumo. Son también las granjas, fábricas, robots, materias primas, trabajo y otros bienes de producción para crear esos bienes de consumo. He tratado este tema en detalle en un discurso que di que está en YouTube y en mi ensayo basado en ese discurso, “Cómo la inflación se bebe tu batido”.
Crear nuevo dinero no crea cosas adicionales a nuestro alrededor. Así que si crear dinero da a al gobierno más cosas, eso significa que otros que compartan el mismo mundo de escasez deben tener menos cosas. Es un juego de suma cero, una situación de ganar-perder. Si el gobierno gana algo mediante la inflación, alguien tiene que perder. ¿Quién pierde entonces?
Bueno, ¿qué pasaría si el gobierno no tuviera el dinero necesario para contratar a los funcionarios? Entonces ese trabajo tendría que entrar en el mercado privado. ¿Y qué pasaría si el gobierno no pudiera comprar sus armas? Entonces ese capital se liquidaría, incluso como chatarra, y se habría reasignado en el mercado privado. Así que los perdedores incluyen a los actores del mercado privado que habrían adquirido el trabajo y los recursos, si no se hubiesen visto superador por el poder adquisitivo del gobierno favorecido por la inflación.
Pero los pagadores del gobierno no son los únicos que ganaron con la inflación. Los propios funcionarios y contratistas también, porque sus salarios y precios de venta fueron más altos que en otro caso. Y por tanto como los suministradores también tienen más dinero para gastar, sus propios trabajadores y proveedores se benefician igualmente.
¿Significa eso que al irse filtrando el nuevo dinero a través de las cadenas de suministro de la economía, aumentan los precios de venta de todos? Sí, esa es una definición alternativa de la “inflación”: el aumento general en precios causado por una expansión monetaria. ¿Pero eso es bueno para todos? Eso es imposible, porque, repito, eso significaría que se crean más cosas, cuando no es así.
El nuevo dinero llega a algunas personas pronto y a algunas personas tarde. Para cuando el nuevo dinero llega a los receptores tardíos, aumentando sus precios de venta, ya han aumentado los precios de las cosas que compran incluso en un grado mayor. Así que los receptores tardíos se empobrecen, mientras que los receptores tempranos se enriquecen. (En economía, estos se llaman “efectos Cantillon”. Para más acerca de este proceso, ver mi ensayo sobre inflación mencionado antes).
Y los primeros receptores siempre incluyen al gobierno y sus socios, mientras que lo receptores tardíos son normalmente trabajadores y dueños de pequeños negocios que no tienen conexiones tan elevadas. Así que estos “plebeyos” se ven en la práctica gravados en beneficio de la élite conectada con el gobierno. Pero como el impuesto se efectuó mediante inflación, la gente no se da cuenta de eso. Saben que son más pobres, pero no por qué. Nunca vieron una ley fiscal o tuvieron que firmar un cheque. Solo ven que sus salarios e ingresos no siguen el ritmo del creciente coste de la vida y coste de hacer negocios. Y como consecuencia ven que disminuye su capacidad de conseguir cosas reales. Pero no ven el papel del gobierno.
En lugar de reclamar repulsivamente que la gente entregue su riqueza, el gobierno se limita a absorberla silenciosamente. De esta forma evita el enfado y la resistencia de la gente y así es capaz de maximizar el botín. Como decía Jean Baptiste Colbert (ministro de finanzas del rey Luis XIV de Francia): “El arte de los impuestos consiste en desplumar al ganso para conseguir la mayor cantidad de plumas con la menos cantidad de silbidos”. Con inflación, los gansos casi no silban, porque piensan que están simplemente mudando la pluma y no son conscientes de que están siendo desplumados.
Pero es en manos de los banqueros centrales donde el arte de los impuestos realmente se acerca a la perfección. El impuesto de la inflación es taimado, pero en sí mismo no es lo bastante taimado. Incluso con el método silencioso de transferencia de riqueza de la inflación, el truco se acabaría viendo si el gobierno se limitara a seguir aumentando su propia cuenta. Incluso si la gente no se da cuenta de cómo está perdiendo, puede ver que el gobierno está ganando simultáneamente, lo que sería sospechoso. Esa correlación tiene que difuminarse algo, o los gansos más astutos empezarán a graznar. Aquí es donde aparece el trile del Tío Sam.
Supongamos que en lugar de que el Tesoro cree los 200 millones de dólares, lo toma prestado de un banco de inversión, como Goldman Sachs. Veamos si, trabajando juntos, el Tío Sam y Goldman Sachs pueden inflar y convertirse ambos en ricos con un toque de pluma, a costa del público, sin que quede claro que lo han hecho.
Para tomar prestados los fondos, el Tesoro del Tío Sam escribe con su mano derecha en un pedazo de papel: “Pagaré 200 millones de dólares”. Eso representa la emisión de un bono. Goldman presta al gobierno dinero para comprar los bonos. 200 millones de dólares se transfieren de las cuentas de Goldman a las del Tío Sam. Y, a cambio, el Tío Sam da a Goldman un pagaré transferible que da al tenedor el derecho a recibir posteriormente 200 millones de dólares del Tío Sam, más intereses. Luego el Tío Sam transfiere los recién recibidos 200 millones de dólares a sus funcionarios, contratistas y dependientes. Y ahora el tesoro debe a Goldman 200 millones de dólares, más intereses.
Pero aquí es donde por fin entra plenamente en juego la mano izquierda del Tío Sam (los trileros usualmente usan ambas manos). Su mano izquierda es la Reserva Federal. En la disposición de la vida real del gobierno de EEUU, es la Fed, no el tesoro, la que tiene el poder de crear nuevo dinero.
Ahora es la Fed la que va a compra deuda pública. Y fijaos, encuentra que Goldman Sachs está vendiendo 200 millones de dólares en bonos del Tesoro. Supongamos que la Fed paga 205 millones de dólares por los bonos, dando a Goldman un buen beneficio. Pero, por supuesto, la Fed tiene su propia forma peculiar de pagar. El Tío Sam sencillamente extiende su mano izquierda de la Reserva Federal y adeuda en la cuenta de Goldman 205 millones de dólares simplemente escribiéndolo directamente en la cuenta del banco de inversión. ¡No perdáis de vista la bolita! Ese dinero se creó de la nada. Ahí es donde se produce la inflación en el proceso ligeramente más complicado. “Fiat pecunia!”, dice la presidenta de la Fed, “Hermione” Yellen. A pesar de toda su jerga tecnócrata, este juego de manos es prácticamente el único truco de “magia” que conoce la Fed.
Revisemos esto ahora. ¿A quién beneficia? Goldman Sachs tiene 5 millones de dólares de beneficio. Y el Tío Sam fue capaz de pagar sus nóminas. ¿A qué coste? Bueno, la Reserva Federal tiene 200 millones de dólares en pagarés del Tesoro. Pero eso solo significa que el Tesoro debe a la Fed 200 millones de dólares más los intereses. En otras palabras, la mano derecha del Tío Sam debe cierto dinero a su mano izquierda. Pero todo es Tío Sam, todo es el mismo gobierno. Como ha señalado Laurence Kotlikoff, economista de la Universidad de Boston:
Sí, el Tesoro paga intereses y principal a la Fed sobre los bonos, pero la Fed entrega intereses y principal de vuelta al Tesoro como beneficios ganados por una empresa pública, que es la Fed.
El Tío Sam no pierde nada. No hay costes para el gobierno o sus colegas. Simplemente se enriquecen. Y repito, la inflación no puede enriquecer a los receptores tempranos del nuevo dinero sin empobrecer equivalentemente a los receptores tardíos. La expansión monetaria simplemente aumenta el gobierno, sus funcionarios, sus contratistas y (ahora) sus bancos colegas a costa de la gente en general, igual que en el ejemplo más sencillo.
Pero eso no está claro para la mayoría de los observadores, porque se distraen y confunden por el trile del Tesoro/Fed/banco privado que juega el Tío Sam. Piensan así: “Bueno, el Tesoro no está obteniendo algo a cambio de nada, pero solo está tomando restado, lo que significa que tendrá que devolverlo. Y Goldman Sachs está consiguiendo nuevo dinero, pero tampoco es a cambio de nada, porque está vendiendo un bono y tiene sentido que consiga un beneficio. Y la Fed está creando dinero, pero ese no va directamente a gasto público. Solo compensa a Goldman Sachs por su inversión. También escuché en la CNBC que las operaciones del mercado abierto de la Fed estabilizan el nivel de precios y minimizan el desempleo. En todo caso, todo es muy complicado y técnico. Pero ellos son los expertos y estoy seguro de que se preocupan por nosotros”.
Todo es una estafa, y bastante chapucera. Por desgracia, al veces los artistas de la estafa con más éxito son los que usan las más sencillas.

Publicado originalmente el 2 de marzo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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