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martes, 19 de enero de 2016

El petróleo y las dictaduras


Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute. 
    
El precio del petróleo cayó esta semana a su punto más bajo en 12 años —abajo de US$30 por barril—. En julio del 2008 llegó a US$147 por barril. El largo ‘boom’ en los precios de materias primas definitivamente ha terminado.


Esto pega fuerte a los países exportadores de petróleo. Entre ellos están las numerosas naciones lideradas por regímenes autoritarios que por tanto tiempo se beneficiaron de la bonanza, contribuyendo así a la “maldición de los recursos”, ese fenómeno en que las economías y libertades en los países con mucha riqueza de recursos naturales frecuentemente se ven perjudicadas.


El desplome del petróleo ha hecho mucho más para debilitar tales regímenes —desde el ruso hasta el venezolano— que un sinfín de medidas diplomáticas, sanciones u otras políticas diseñadas para tal propósito. (Los esfuerzos de la oposición venezolana han sido necesarios y admirables, pero el hecho de que se le está acabando rápidamente el dinero al gobierno derrochador es un golpe del que no se recuperará).


¿Qué explica el nuevo precio del petróleo? Por el lado de la oferta, hay tres factores importantes. Uno es lo ocurrido en Estados Unidos. La revolución energética del gas y petróleo ‘shale’ (esquisto) ha bajado el precio de la energía y convertido al país en el mayor productor mundial de petróleo, cosa impensable hace pocos años. Esa manera no convencional de explotar roca esquisto se debe a su vez al hecho que las instituciones de mercado que existen en Estados Unidos premian a la innovación, que en este caso respondió a los altos precios del mercado. Lo mismo está ocurriendo en Canadá. Y, el mes pasado, Estados Unidos puso fin a su prohibición de exportar petróleo, aumentando así la competencia en el mercado global de ese bien.


Arabia Saudí, por su parte, ha decidido continuar una producción alta del combustible, confirmando claramente la irrelevancia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). A diferencia de otros miembros de la OPEP, con precios bajos Arabia Saudí todavía puede producir y generar ganancias. Y al país árabe no le interesa hacer el esfuerzo para mantener los precios altos, pues eso inducirá a que haya más producción en otros países. Tiene que competir.


El tercer factor es que pronto se acabarán las sanciones a Irán, lo que le permitirá exportar petróleo. Eso se espera que ocurra en pocas semanas. Irán también ha anunciado que producirá lo máximo que pueda.


¿Será que estamos experimentando el inicio de un mercado libre global de petróleo, basado en la competencia y en la mayor diversificación de productores, luego de muchas décadas de no haberla vivido? Por lo menos podemos decir que el nuevo precio y el mercado de petróleo restarán recursos e influencia geopolítica a productores tradicionales como Rusia, Venezuela y los países del Golfo Pérsico. Eso debe alentar reformas internas. Hasta el mismo príncipe Muhammad bin Salman de Arabia Saudí anunció este mes que están considerando privatizar parte de Saudi Aramco, la mayor empresa petrolera del mundo, medida que acompañaría a otra serie de posibles reformas de mercado. Serían pasos en la dirección de más transparencia y cierta rendición de cuentas.


Es razonable esperar que los bajos precios del petróleo se mantengan un par de años y quizás más, y mientras dure la desaceleración de China, cosa que ha influido enormemente en el mercado petrolero. El impacto será desigual alrededor del mundo, pero será bienvenido por quienes luchan contra las dictaduras que basan su poder en este recurso natural.


Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 16 de enero de 2016.

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