MERCADOS
Amenaza con bajar de los 1.000 dólares por onza
ANTONIO M. MARTÍN
Antes de la Primera Guerra Mundial el oro era la divisa dominante y el papel moneda se intercambiaba por un valor fijado gracias al patrón oro. Este sistema, modelizado por el británico David Hume, fijaba una divisa a nivel mundial que sirviera de referencia para el comercio a lo largo y ancho del globo y que respaldaba el papel moneda, intercambiable por su equivalencia en el preciado metal.
El modelo funcionó más o menos estable hasta que la Primera Guerra Mundial obligó a los gobiernos de los países involucrados a emitir moneda en grandes cantidades para soportar los gastos del conflicto. Una vez firmado el Tratado de Versalles que ponía fin a la guerra se celebraron las Conferencias de Bretton Woods, dando forma al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial y se decidió que el dólar sería la divisa de referencia, siempre que la Reserva Federal, el Banco Central de Estados Unidos, se comprometiera a mantener el patrón oro con un valor de 35 dólares por onza troy, la unidad de medida para metales preciosos equivalente a alrededor de 31,01 gramos.
El sistema iba viento en popa hasta que Estados Unidos entró en la Guerra de Vietnam. Debido a los gastos que suponía la guerra, la Reserva Federal (Fed) empezó a imprimir dinero y el presidente americano, Richard Nixon, empezó a devaluar el oro para que las reservas, alojadas en el mítico Fort Knox, no se contrajeran debido a que los otros países no paraban de intercambiar sus monedas, sobrevaloradas frente al dólar, por oro. Esta medida puso fin al patrón oro e introdujo el sistema de tipos de cambios fluctuantes que es el que se utiliza en la economía mundial hoy en día.
A partir de entonces el oro empezó a funcionar como una garantía con la que los países cubrían la moneda que había dentro de sus fronteras. Todos los bancos centrales tienen sus reservas de oro. El Banco Central Europeo tenía, a finales de septiembre de 2015, lingotes de oro por valor de 341.799 millones de euros en lingotes, mientras que en el Banco de España hay alrededor de 9.350 millones de euros en oro, algo más de 280 toneladas.
Debido a esta circunstancia, el oro ha sido, históricamente, uno de los refugios de los inversores de todo el mundo. Su estabilidad lo hacía perfecto para, en momentos de zozobra económica, no pasar apuros. Además, el precio de la onza mantuvo la tendencia alcista desde el año 2001 hasta 2011, incluido lo más duro de la crisis, hasta encontrar techo más allá de los 1.800 dólares la onza el 25 de julio de 2011. Sin embargo, desde entonces, la caída es imparable, con un par de momentos en los que la inestabilidad de la economía internacional hizo que los inversores volvieran sus ojos de nuevo hacía el oro. Pero eran meros espejismos.
Desplome de precios
Al cierre de esta edición el oro marca su precio más bajo desde hace cinco años, 1.053 dólares la onza, en buena parte gracias a la recuperación de la economía. La caída comenzó en agosto de 2011, cuando la Reserva Federal norteamericana anunció la tercera etapa de su Quantitative Easing (QE) que incluía una cifra mensual de 85.000 millones de dólares para impulsar la economía a través de las entidades bancarias.
Desde ese momento, el oro no paró de perder valor hasta que los inversores empezaron a dar por hecho el rescate a la economía española, allá por septiembre de 2012. Una vez más, el miedo a impago por parte del Ejecutivo español hizo que los inversores vendieran deuda española y se refugiaran en el oro. En apenas dos meses el precio de la onza pasó de los 1.611 dólares del 29 de julio hasta los 1.780 del 27 de septiembre, una diferencia de 179 dólares.
Tras este pico, la caída se agudizó aún más. La fortaleza del dólar frente al euro, cada vez más cercanos a la paridad que algunos expertos pronostican para muy pronto, provocó que los inversores de fuera de Estados Unidos buscaran acomodo fuera del oro por el tipo de cambio. El 24 de junio de 2013 el oro marcaba mínimos en apenas 1.255 dólares por onza.
El año 2014 trajo la incertidumbre al precio del oro, debido a la volatilidad de la economía y a las noticias que llegaban desde Grecia, amenazando día sí y día no con el tan mentado Grexit. Sin embargo, a comienzos de 2015 llegó una nueva sacudida desde, quien lo iba a decir, Suiza. La, a priori, solídisima nación centroeuropea decidió eliminar el tipo de cambio máximo para el franco suizo, otro de los refugios habituales de los inversores, provocando un terremoto en los mercados y el miedo de los inversores, que de nuevo volvieron al oro para ponerse a salvo.
La recuperación económica provoca que los inversores pierdan el miedo y empiecen a mover su dinero hacia productos que ofrecen mayor rentabilidad pero más riesgo. Si la situación financiera mundial continúa con la mejora que lleva anunciado en los últimos tiempos, lo normal es que la cota de los 1.000 dólares que se rebasó en septiembre de 2009 caiga de forma inminente y el precio se empiece a acercar a los 730 dólares de octubre de 2008, 15 días después de la caída de Lehman Brothers.
La caída de los valores seguros
Petróleo: El precio del barril de Brent sigue con su caída y ya está en el entorno de los 45 dólares, acercándose poco a poco a los 40 dólares que marcó justo antes de que se derrumbara Lehman Brothers.
Plata: Otro de los metales preciosos que está sufriendo es la plata, que ha marcado su nivel más bajo desde julio del año 2009 y ya está rondando los 14 dólares por onza.
'Bund': El bono alemán a 10 años es otro de los cobijos para los inversores por su fortaleza y su estabilidad. La rentabilidad del bund ronda el medio punto porcentual después de rozar el 0,7% el 6 de noviembre.
Franco suizo: La moneda suiza, referencia durante años por mantener un tipo de cambio de 1,20 francos por euro, también ha tomado el camino de la inestabilidad. En lo que llevamos de 2015 su valor ha variado un 10% y actualmente se pagan 1,08 francos suizos por cada moneda comunitaria.
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